Por: Rodolfo VarelaGabriel Boric pronunció su último discurso presidencial con apenas un 22% de aprobación, golpeado por el desencanto, la inseguridad y el desgaste político.
Presidente Boric en su ultima Cuenta Pública en 2025
Pero lo más alarmante no es su debilidad coyuntural, sino el contexto: una sociedad al borde de olvidar su historia, dispuesta a entregar nuevamente el poder a quienes la hundieron en la desigualdad, la corrupción y el autoritarismo.
Hoy la derecha lidera encuestas, gana alcaldías y se perfila como favorita para las elecciones presidenciales de noviembre. Pero el país no puede darse el lujo de olvidar que fue esa misma derecha la que gobernó durante años con desprecio por lo público, con políticas migratorias descontroladas, escándalos de corrupción y un Estado reducido al mínimo.
Piñera, corrupción y migración sin control
El segundo gobierno de Sebastián Piñera dejó más que solo cifras económicas maquilladas: dejó represión, impunidad, una crisis migratoria sin precedentes y una ciudadanía completamente desconectada del poder político. Su administración permitió el ingreso masivo de extranjeros sin control, facilitando la expansión de bandas criminales como el Tren de Aragua.
No hicieron nada por Chile
Mientras tanto, múltiples partidos de derecha —los mismos que hoy levantan discursos de “orden”— han estado involucrados en corrupción, financiamiento ilegal de campañas, tráfico de influencias y colusiones con el sector privado. Pero la memoria del país parece selectiva, y peligrosa.
Boric y una izquierda que intenta, con errores, reconstruir lo destruido
Sí, el gobierno de Boric ha cometido errores, ha perdido iniciativa política y ha decepcionado a parte de su base. Pero sería mezquino ignorar lo logrado: la jornada laboral de 40 horas, el aumento del salario mínimo, la reforma previsional con pilar solidario, y una política internacional con principios éticos claros frente a los crímenes de guerra, vengan de donde vengan.
En una época donde impera el cálculo y la superficialidad, el gobierno ha intentado gobernar con convicciones, y eso —aunque insuficiente— marca una diferencia.
Allende: la memoria que incomoda a los poderosos
En su discurso, Boric no lo dijo, pero el legado de Salvador Allende sigue vivo en el fondo del proyecto político que hoy se defiende con dificultad:".
un país más justo, soberano, autenticamente nuestro y democrático, donde el Estado garantice dignidad y no sea esclavo de los mercados, de las élites ni de una prensa que, lejos de informar con responsabilidad, ha servido como brazo comunicacional de los sectores conservadores, distorsionando la verdad y alimentando el miedo."
Hace 55 años Salvador Allende se convertía en presidente de Chile
No es tiempo de amnesia ni de nostalgia por un “orden” basado en el miedo. Es tiempo de recordar lo que Salvador Allende defendió hasta el último día: que “la historia es nuestra, y la hacen los pueblos.”
Porque un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia; y sin memoria, es un pueblo sin futuro.
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