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2025/07/09

馃嚞馃嚙 Chile: A Country Without a Voice in Its Own Land

 By Rodolfo Varela


In Chile, the right to cultural identity, free expression, and media diversity is being pushed aside by the economic interests of foreign conglomerates. 


After the coup, silence: Pro-UP radio stations on September 11, 1973

This situation is not recent. It began during the dictatorship of Augusto Pinochet (1973–1990), when the regime implemented a neoliberal economic model that included the mass privatization of state-owned companies, among them the media sector.


During that time, radio stations, TV channels, and publishing houses were handed over to large business groups—many of them with foreign ties—as part of an ideological project led by the so-called Chicago Boys. This took place alongside brutal repression of critical media and systematic censorship of dissenting voices. How can there be free markets without free press?


What’s most alarming is that before the 1973 coup, Chile’s Constitution prohibited media concentration, banning any single company from owning multiple outlets or controlling a TV station. Foreign companies could invest, but were never allowed to control Chilean media, since media were considered opinion shapers and protectors of national identity.


The dictatorship swept that legal framework away. And today, the result is clear: a country where the media no longer reflect the voice or culture of the Chilean people.


The Case of Prisa Media Chile: Monopoly Without a Flag


Today, a single foreign company—Prisa Media Chile, a subsidiary of the Spanish group PRISA—controls 10 radio stations: Coraz贸n, ADN, Radioactiva, Concierto, Futuro, Rock&Pop, Imagina, Pudahuel, FMDOS, and LOS40. It also owns the sports newspaper AS, the podcast network Podium Podcast, the digital site Somos La Percha, and a local editorial team for EL PA脥S. This is not pluralism—it’s dangerous concentration.


Prisa is not alone. Chilevisi贸n, now owned by Paramount Global, and La Red, owned by Albavisi贸n (USA), operate with content disconnected from Chilean society. Many cable channels are also owned by foreign conglomerates. Even community radio stations struggle to survive under unfair competition.


A Crisis of Identity


During national holidays, cumbia music from abroad is played instead of Chilean cueca. In many public celebrations, Peruvian food is more common than Chilean dishes. Local emerging artists have no media platform. Cultural programming has all but disappeared. This is directly linked to the absence of Chilean-owned media made for Chileans.


Chile has reached a critical point: we are a country without a voice in our own land. Media concentration doesn’t just limit information—it silences culture, weakens democracy, and erases identity.


The Call


How long will Chilean authorities tolerate this situation? Where are Congress, the National Television Council, and the telecommunications regulator? Why haven’t they passed laws to ensure true pluralism, national content quotas, and protection of media sovereignty?


The Chilean state has a long list of debts to its people. This is just one more. But the saddest part is that this one is easy to settle. All it takes is political will. Do they have it?


馃嚚馃嚤 Chile, un pa铆s sin voz en su propia tierra

Por Rodolfo Varela

En Chile, el derecho a la identidad cultural, la libre expresi贸n y la diversidad medi谩tica est谩 siendo desplazado por los intereses econ贸micos de conglomerados extranjeros. 


Tras el golpe, el silencio: Las emisoras pro UP el 11 de septiembre de 1973





Esta situaci贸n no es reciente. Comenz贸 con fuerza durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973–1990), cuando el r茅gimen implement贸 un modelo econ贸mico neoliberal que incluy贸 la privatizaci贸n masiva de empresas estatales, entre ellas los medios de comunicaci贸n.


Durante ese per铆odo, se entregaron radios, canales de televisi贸n y editoriales a grandes grupos econ贸micos afines al r茅gimen, muchos de ellos con v铆nculos internacionales, como parte de un proyecto ideol贸gico impulsado por los llamados Chicago Boys. Esto se hizo en paralelo a una feroz represi贸n a la prensa cr铆tica y a la censura sistem谩tica de cualquier voz disidente. ¿Qu茅 libertad de mercado puede existir sin libertad de prensa real?


Lo m谩s grave es que antes del golpe militar, la Constituci贸n vigente prohib铆a que una empresa tuviera m谩s de un medio de comunicaci贸n, y mucho menos el control total de un canal de televisi贸n. Adem谩s, las empresas extranjeras pod铆an participar, pero nunca tener el control, precisamente porque los medios eran considerados formadores de opini贸n y guardianes de la identidad nacional.


Ese marco jur铆dico fue eliminado por el r茅gimen. El resultado es el que vemos hoy: un pa铆s donde los medios ya no reflejan la voz ni la cultura del pueblo chileno.


El caso Prisa Media Chile: monopolio sin bandera


Hoy, una sola empresa extranjera —Prisa Media Chile, filial del grupo espa帽ol PRISA— controla 10 emisoras radiales: Coraz贸n, ADN, Radioactiva, Concierto, Futuro, Rock&Pop, Imagina, Pudahuel, FMDOS y LOS40. Adem谩s, posee el diario deportivo AS, la red de podcasts Podium Podcast, el sitio digital Somos La Percha, y una redacci贸n local del diario EL PA脥S. Esto no es pluralismo. Es concentraci贸n peligrosa.


Prisa no es el 煤nico actor extranjero. Chilevisi贸n, hoy propiedad de Paramount Global, y La Red, controlada por Albavisi贸n desde EE.UU., operan con l铆neas editoriales alejadas de las realidades locales. Algunos canales por cable tambi茅n pertenecen a conglomerados internacionales, y hasta las radios comunitarias deben competir en condiciones desiguales con estas megaestructuras.


Identidad en crisis


Durante las fiestas patrias se escucha cumbia extranjera en vez de cueca. En muchas fondas se sirve comida peruana y no chilena. Los artistas nacionales emergentes no encuentran espacio en los medios. La programaci贸n cultural pr谩cticamente ha desaparecido. Y todo esto tiene relaci贸n directa con la falta de medios chilenos para los chilenos.


Chile ha llegado a un punto cr铆tico: somos un pa铆s sin voz en nuestra propia tierra. La concentraci贸n medi谩tica no solo limita la diversidad informativa: silencia la cultura, empobrece la democracia y borra nuestra identidad.


El llamado


¿Hasta cu谩ndo las autoridades chilenas van a tolerar esta situaci贸n? ¿D贸nde est谩 el Congreso, el CNTV, la Subtel? ¿Por qu茅 no se legisla para garantizar pluralismo real, cuotas de contenido nacional, y protecci贸n de la soberan铆a medi谩tica?


El Estado chileno tiene una deuda hist贸rica con su pueblo. Y esta es solo una m谩s. Pero lo m谩s vergonzoso es que esta deuda es f谩cil de saldar: solo hace falta voluntad pol铆tica. ¿La tendr谩n?