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2025/08/29

11 de Septiembre: Memoria, Justicia y la Vergüenza de un País que Olvida

Por Rodolfo Varela

El 11 de septiembre de 1973 no fue un acto de liberación, fue un acto de traición. Ese día, las Fuerzas Armadas chilenas, lideradas por el traidor Augusto Pinochet, bombardearon La Moneda, asesinaron al presidente Salvador Allende y pusieron fin a la democracia, instaurando 17 años de dictadura, terror y corrupción.



Recordar es hacer memoria junto


La excusa de los golpistas fue que “estaban en guerra”. ¿Guerra contra quién? ¿Contra un pueblo desarmado que solo tenía ollas y palos de escoba? La mentira fue tan grotesca como el horror que vino después: más de 40.000 víctimas de violaciones a los derechos humanos, entre ejecutados, desaparecidos, torturados, encarcelados y exonerados políticos. Niños y niñas fueron abusados, violentados y vendidos a familias extranjeras con complicidad de sectores judiciales, políticos y religiosos.


Yo estaba allí. Trabajaba en Radio Corporación de Santiago junto a más de veinte compañeros cuando fui arrestado y torturado. Ese día comenzó un calvario que duró hasta 1976, cuando debí auto- exiliarme en Brasil para salvar mi vida y la de mi familia.


Radio Cb 114 Corporación 1973


Pero la vergüenza no terminó con la dictadura. Durante décadas, medios de comunicación corruptos y partidarios han manipulado la memoria nacional, silenciando a las víctimas y protegiendo a los responsables. 


Y lo peor: ni los gobiernos de derecha ni los de izquierda han hecho justicia. Han pagado pensiones miserables que ni siquiera alcanzan el 50% de un salario mínimo a víctimas que hoy son, en su mayoría, personas de la tercera edad. Mientras tanto, la clase política se ha dedicado a enriquecerse y blindar sus propios privilegios.


Ni perdón ni olvido


Por eso, el 11 de septiembre no se conmemora. Se recuerda. Se recuerda para gritar que en Chile hubo una dictadura, un genocidio y un asesinato de la democracia. Se recuerda para exigir verdad, reparación y justicia real. Se recuerda para que nunca más un país traicione su propia dignidad.


Chile no puede seguir siendo rehén de una prensa complaciente ni de una clase política indiferente. La memoria de las víctimas merece respeto. La justicia no puede seguir siendo postergada. Y la democracia no puede volver a ser traicionada.

2025/08/28

¿Hasta cuándo la impunidad? La deuda histórica con las víctimas de la dictadura

 

Por Rodolfo Varela

Los gobiernos populistas de Chile han perfeccionado el arte de fingir empatía. Se llenan la boca hablando de “justicia”, “memoria histórica” y “derechos humanos”, pero cuando llega la hora de actuar, prevalecen sus propios beneficios, sus cálculos electorales y los pactos silenciosos con quienes se enriquecieron a costa del dolor ajeno.


Miembros del ex presidente socialista Salvador Allende tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet el 11 de septiembre.

Porque no podemos olvidar las grandes fortunas adquiridas ilegalmente durante la dictadura por agentes de inteligencia, políticos, empresarios, artistas, jueces y religiosos que apoyaron o se beneficiaron de aquella tragedia chilena. Fortunas construidas sobre la sangre de miles de víctimas, sobre el saqueo del patrimonio público y la complicidad institucional.


A mas de medio siglo del inicio de la nefasta dictadura del traidor Augusto Pinochet, la deuda con las víctimas sigue siendo una herida abierta: pensiones miserables, falta de reconocimiento de los abusos sexuales, venta y secuestro de niños y niñas, complicidad de sectores políticos, judiciales y religiosos. ¿Hasta cuándo seguiremos esperando justicia real y reparación integral?


La detención de José Zara en Santiago de Chile, el 27 de agosto, parece un triunfo, pero es apenas una gota en el océano de impunidad. Este antiguo agente de la DINA cumplió 15 años de condena por el asesinato de Carlos Prats y Sofía Cuthbert en Argentina, pero ahora enfrenta un nuevo proceso por el crimen de Roni Moffitt, ciudadana estadounidense de 25 años, asesinada junto al excanciller Orlando Letelier en Washington, 1976.


Aquí corresponde reconocer la decisión del magistrado Alejandro Aguilar, quien ordenó la captura de Zara porque también está procesado como autor de este crimen, así como el fallo previo de la jueza Paola Plaza, que determinó la participación de agentes del Departamento Exterior de la DINA y decidió procesar a Zara junto a Raúl Iturriaga. Son gestos de justicia que contrastan con la tibieza de otras instancias del sistema judicial.


Chile debe asumir el "deber moral" de encontrar a los desaparecidos de la dictadura de Pinochet.


Por el asesinato de Letelier, la justicia chilena solo condenó a Manuel Contreras y Pedro Espinoza. Sin embargo, otros responsables –incluidos Michael Townley y Armando Fernández, hoy protegidos en Estados Unidos– siguen prófugos, mientras el Estado chileno avanza a paso lento en su extradición.


Los gobiernos de turno han preferido administrar la memoria como un recurso político y no como un deber ético. La Corte Suprema ha demostrado tibieza. Y gran parte de la clase política parece temer que abrir por completo estas causas implique remover nombres incómodos que aún circulan en las élites.


La captura de Zara debe ser un recordatorio: la justicia no puede depender de ciclos políticos ni de intereses diplomáticos. Chile tiene la obligación moral de saldar esta deuda histórica con sus víctimas, antes de que la impunidad termine convirtiéndose en norma.


#Chile #Dictadura #Justicia

How Much Longer Can Impunity Last? Chile’s Historic Debt to the Victims of Dictatorship

By Rodolfo Varela

More than 52 years after the beginning of Pinochet’s dictatorship, Chile still carries an open wound: a historic debt to its victims that no populist government has truly addressed.


Members of the former socialist president Salvador Allende after the coup d'état of General Augusto Pinochet on September 11.


Despite endless speeches about “justice,” “human rights” and “historical memory,” political elites have prioritized their own interests while turning a blind eye to the atrocities committed between 1973 and 1990.


Let us not forget the illegal fortunes amassed during that era by intelligence agents, politicians, businessmen, artists, judges, and religious leaders who benefited from the suffering of thousands.


The recent arrest of former DINA agent José Zara in Santiago is a step forward, thanks to Magistrate Alejandro Aguilar and Judge Paola Plaza, who ruled that Zara and Raúl Iturriaga must stand trial for the assassination of U.S. citizen Roni Moffitt in 1976, alongside former foreign minister Orlando Letelier.


Yet many culprits remain at large—among them Michael Townley and Armando Fernández, currently living in the United States—while Chilean authorities move at a frustratingly slow pace to demand their extradition.


Chile must assume the "moral duty" to find the disappeared of the Pinochet dictatorship.

Political calculations and institutional fear have hindered full justice. Too many names from that dark period still circulate within Chile’s elite.


Zara’s arrest should remind us that justice must not depend on political cycles or diplomatic convenience. Chile owes its victims more than symbolic gestures—it owes them truth, reparation, and the guarantee that impunity will never again be the norm.


#Chile #Dictatorship #Justice #HumanRights

2025/08/27

Tratado de Extradición Chile–Brasil: Avance Judicial o Riesgo de Abuso Político

Por Rodolfo Varela

El reciente paso del Tratado de Extradición entre Chile y Brasil a la Cámara Baja del Congreso chileno ha sido presentado como un instrumento moderno para fortalecer la lucha contra el crimen organizado transnacional. Sin embargo, este avance legislativo exige una reflexión crítica y profunda sobre los alcances reales que puede tener en la práctica.


Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Chile



Un Marco Necesario pero Sensible


No cabe duda de que el crimen organizado ha alcanzado dimensiones que traspasan fronteras, obligando a los Estados a coordinarse mejor para prevenir la impunidad. El nuevo tratado introduce mecanismos más ágiles –como la eliminación de la legalización y apostilla de documentos y la incorporación de la figura de entrega temporal de extraditables–, elementos que pueden acelerar los procesos judiciales y evitar vacíos legales.


El Riesgo de la Politización Judicial


Pero la pregunta crucial es: ¿qué garantías existen para que este instrumento no se convierta en un mecanismo de persecución política disfrazada de justicia penal?


En la historia latinoamericana sobran ejemplos donde tribunales y ministerios de justicia han actuado bajo presiones políticas, especialmente en contextos de polarización. Una herramienta diseñada para combatir el crimen organizado podría, en manos indebidas, transformarse en un arma contra opositores, líderes sociales o periodistas incómodos.


Chile y Brasil: la Confianza como Desafío


Ambos países atraviesan climas políticos complejos, donde las Cortes Supremas son a menudo cuestionadas por decisiones controvertidas. La legitimidad de este tratado dependerá no solo de su contenido jurídico, sino también de la independencia y transparencia con la que se aplique. De lo contrario, corremos el riesgo de validar extradiciones con fines espurios, lo que podría generar conflictos diplomáticos y vulnerar derechos fundamentales.


Llamado a los Pueblos y a la Vigilancia Democrática


El fortalecimiento de la cooperación judicial entre naciones hermanas como Chile y Brasil es valioso. Sin embargo, la ciudadanía y la prensa deben mantenerse vigilantes para que la lucha contra el crimen organizado no se transforme en excusa para la judicialización de la política o la criminalización de la disidencia.


La verdadera modernización del sistema judicial no solo pasa por agilizar procesos, sino por blindar las instituciones frente a la tentación del abuso de poder.

Tratado de Extradição Chile–Brasil: Avanço Judicial ou Risco de Abuso Político

Por Rodolfo Varela

Este 27 de Agosto de 2025, a recente tramitação do Tratado de Extradição entre Chile e Brasil na Câmara Baixa do Congresso chileno foi apresentada como um instrumento moderno para fortalecer o combate ao crime organizado transnacional. No entanto, esse avanço legislativo exige uma reflexão crítica e profunda sobre seus reais impactos.


Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Chile


Um Marco Necessário, mas Sensível

É inegável que o crime organizado ultrapassou fronteiras, obrigando os Estados a uma coordenação mais eficaz para evitar a impunidade. O novo tratado introduz mecanismos mais ágeis – como a eliminação da exigência de legalização e apostilamento de documentos e a incorporação da figura da entrega temporária de extraditáveis – elementos que podem acelerar processos judiciais e reduzir lacunas legais.

O Risco da Politização Judicial

Mas a pergunta central é: quais garantias existem para que este instrumento não se torne um mecanismo de perseguição política disfarçada de justiça penal?
A história latino-americana fornece inúmeros exemplos em que tribunais e ministérios da justiça atuaram sob pressões políticas, especialmente em contextos de polarização. Uma ferramenta criada para combater o crime organizado poderia, em mãos erradas, ser usada contra opositores, líderes sociais ou jornalistas incómodos.

Chile e Brasil: A Confiança como Desafio

Ambos os países atravessam momentos políticos complexos, nos quais suas Cortes Supremas são frequentemente questionadas por decisões controversas. A legitimidade deste tratado dependerá não apenas do seu conteúdo jurídico, mas também da independência e transparência na sua aplicação. Caso contrário, há risco de validar extradições com fins espúrios, gerando conflitos diplomáticos e violando direitos fundamentais.

Um Chamado aos Povos e à Vigilância Democrática

O fortalecimento da cooperação judicial entre nações irmãs, como Chile e Brasil, é valioso. No entanto, a sociedade civil e a imprensa devem permanecer vigilantes para que a luta contra o crime organizado não se transforme em desculpa para judicializar a política ou criminalizar a dissidência.

A verdadeira modernização do sistema judicial não passa apenas por agilizar processos, mas por blindar as instituições contra a tentação do abuso de poder.

Populismo de derecha e izquierda: una traición a los pueblos latinoamericanos

 Por Rodolfo Varela


Soy un hombre de izquierda y me avergüenza ver cómo muchos partidos que alguna vez representaron la esperanza de justicia social se han corrompido, priorizando sus propios intereses por encima del bienestar de la gente. Lo mismo ocurre con sectores de derecha, que repiten el mismo patrón de manipulación y populismo barato.


Latin America

Ambos extremos usan palabras como "democracia", "estado de derecho" y "soberanía" para despertar emociones patrióticas, ocultando crisis internas, corrupción y falta de propuestas concretas.


La hipocresía del discurso antiestadounidense

Algunos gobiernos movilizan al pueblo en contra de Estados Unidos, culpándolo de todos los males internos, mientras dependen de su tecnología, inversiones y comercio para sobrevivir. Si Washington cierra la llave, muchas economías latinoamericanas se paralizarían, demostrando que la retórica nacionalista es solo un recurso para perpetuar el poder y desviar la atención de la incompetencia local.


La responsabilidad del poder judicial supremo


El poder judicial supremo tiene el deber de velar por la correcta aplicación de la justicia y por el cumplimiento de la Constitución, no de actuar como un poder político paralelo. No es un poder emanado del voto popular, por lo que debe limitarse estrictamente a sus funciones constitucionales. Cuando asume un rol que supera esos límites, corre el riesgo de convertirse en un golpe de Estado judicial, alterando el equilibrio democrático.


Cómo desenmascarar el engaño


  • Comparar palabras y hechos – ¿Las acciones de estos líderes y jueces corresponden a sus discursos?

  • Cuestionar la vaguedad – Si no hay propuestas claras, probablemente haya manipulación detrás.

  • Exigir transparencia – Sin debate público ni rendición de cuentas, no hay democracia real.


La verdadera izquierda —como la verdadera derecha democrática— debería trabajar por el pueblo, no contra él. Y el poder judicial debe garantizar justicia y Constitución, no gobernar desde las sombras. Hasta que la honestidad y la responsabilidad vuelvan a toda la estructura política y judicial de América Latina, seguiremos atrapados en un ciclo de pobreza, dependencia, ignoranacia y engaño.

Right and Left-Wing Populism: A Betrayal of Latin American Nations

By Rodolfo Varela

I am a man of the left, and I feel ashamed to see how many parties that once represented the hope of social justice have become corrupt, prioritizing their own interests over the well-being of the people. The same happens with right-wing sectors, which follow the same pattern of manipulation and cheap populism.


Los países de América Latina


Both sides use words like "democracy," "rule of law," and "sovereignty" to stir patriotic emotions, while hiding internal crises, corruption, and the lack of real proposals.


The Hypocrisy of Anti-U.S. Rhetoric


Some governments mobilize their people against the United States, blaming Washington for all internal problems while depending heavily on its technology, investments, and trade. If the U.S. were to “close the tap,” many Latin American economies would collapse, proving that nationalist rhetoric is merely a tool to maintain power and distract from domestic incompetence.


The Responsibility of the Supreme Judicial Power


The supreme judicial power must ensure the proper application of justice and the full observance of the Constitution, not act as a political force. Since it is not a power granted by popular vote, it must remain strictly within its constitutional role. When it goes beyond these limits, it risks becoming a judicial coup, undermining democratic balance.


How to Expose the Deception


  • Compare words and actions – Do these leaders’ and judges’ actions truly align with their speeches?

  • Question vagueness – If no clear proposals are offered, manipulation is likely at play.

  • Demand transparency – Without public debate and accountability, there is no real democracy.


Conclusion

True left-wing politics —just like true democratic right-wing politics— should work for the people, not against them. And the judiciary must safeguard justice and the Constitution, not govern from the shadows. Until honesty and accountability return to the entire political and judicial structure of Latin America, our nations will remain trapped in a cycle of poverty, dependency, and deception.


2025/08/25

Impunidad y Dictaduras: La Amenaza que Persiste en América Latina

By Rodolfo Varela

En agosto de 2025, la Agrupación de Familiares de Ejecutadas y Ejecutados Políticos (AFEP) de Chile emitió una declaración categórica: la memoria, la verdad y la justicia no son negociables.


Dictaduras en América Latina: factores internacionales y regionales 


Este pronunciamiento surge como respuesta a las iniciativas del Senado y la Corte Suprema que buscan otorgar beneficios carcelarios a criminales de lesa humanidad, apelando a su avanzada edad o estado de salud.

AFEP denunció que estas medidas constituyen una “nueva revictimización” y una “señal de incivilidad”. Además, alertan sobre una peligrosa tendencia regional: el blanqueo de dictaduras y la manipulación de la justicia en América Latina.



Dictaduras: de derecha, de izquierda y de falsas banderas ideológicas


En gran parte de la región, el discurso democrático ha sido cooptado por gobiernos que, bajo falsas banderas de izquierda o derecha, perpetúan modelos de exclusión, corrupción y enriquecimiento ilícito de élites políticas y empresariales.

Estos regímenes usan el poder para desinformar, acallar voces críticas y mantener en la ignorancia a los sectores más vulnerables. Mientras tanto, las víctimas de las dictaduras militares y de las falsas democracias siguen esperando justicia, reparación y garantías de no repetición.




Las dictaduras militares en América Latina”: Entre la manipulación y los intereses económicos



El caso chileno: una herida que no cierra

En Chile, más de 51 años después del golpe militar, siguen pendientes la ubicación de 1.100 detenidos desaparecidos y la definición de responsabilidades penales en más de 3.500 crímenes de lesa humanidad.

La AFEP recordó que el Poder Judicial fue cómplice durante los 17 años de dictadura, desoyendo recursos de amparo y legitimando la impunidad frente a crímenes de tortura, prisiones ilegales, exoneraciones políticas, asesinatos, secuestros e incluso la venta de niños y niñas a familias extranjeras.

Por ello, las actuales propuestas de beneficios carcelarios representan un retroceso inadmisible y un golpe directo a la dignidad de las víctimas y a la memoria histórica del país.

La urgencia de una conciencia latinoamericana

La lucha contra la impunidad no es solo un desafío chileno; es una deuda moral de toda América Latina.

Las dictaduras, sean militares, civiles o camufladas de democráticas, han dejado un saldo de pobreza extrema, corrupción en medios y periodistas, desinformación y desigualdad estructural.

En muchos casos, estos regímenes han inventado supuestos golpes de Estado para justificar la represión, cuando en realidad se trataba de manifestaciones violentas de un pueblo insatisfecho con las políticas de su gobierno, cansado de promesas incumplidas y de la manipulación política que niega cambios reales.

Escribo estas líneas no solo como observador, sino como testigo directo de esta historia.

Fui preso político, torturado y exonerado durante la dictadura en Chile. En 1976, debí exiliarme junto a mi familia para sobrevivir.

Por eso, sé de primera mano que la justicia tardía es injusticia. Y que la impunidad —disfrazada de humanidad o reconciliación— siempre será una amenaza para las generaciones futuras.


2025/08/22

Medios de comunicación: la gran farsa de la objetividad

Por  Rodolfo Varela

En América Latina, gran parte de los medios de comunicación han dejado de ser guardianes de la verdad para convertirse en voceros de gobiernos corruptos y de las élites que los financian. Lo que debería ser un servicio público esencial –informar con veracidad, objetividad y responsabilidad– se ha transformado en una maquinaria de manipulación y propaganda.


¡Vamos con un nuevo micrófono de la Vergüenza!

La palabra mágica: “Democracia”

Resulta repugnante ver cómo periodistas, locutores, locutoras y comentaristas utilizan la palabra “Democracia” como un escudo, una especie de palabra mágica para encubrir su militancia política y su sumisión a intereses económicos. Hablan de libertad de prensa, pero callan o distorsionan la realidad cuando esta incomoda a quienes les pagan.

Periodismo militante y lucrativo

Muchos profesionales del medio han traicionado la esencia de su oficio. Ya no buscan la verdad, sino proteger a partidos, gobiernos, asociaciones, ONG, reparticiones públicas y empresas que les garantizan privilegios. Su compromiso no es con la ciudadanía, sino con el poder y el dinero. No informan: manipulan. No entretienen: distraen. No investigan: encubren.

Mi denuncia como hombre de medios

Después de más de 50 años de trayectoria en radio y comunicación, y como exdirector de importantes emisoras en Chile, puedo decirlo con autoridad: gran parte del periodismo actual ha perdido su rumbo ético. La objetividad se ha vuelto una excepción y la verdad, una moneda de cambio.

Una traición a la sociedad

Cuando los medios se vuelven cómplices de la corrupción, dejan de cumplir su función democrática. En lugar de empoderar a la ciudadanía, la mantienen desinformada, alimentando el cinismo y debilitando las bases de cualquier sociedad libre.


Periodismo militante


Conclusión

La denuncia es clara: estamos frente a un sistema mediático que ha vendido su independencia y se refugia en la “Democracia” para justificar su servilismo. Mientras esto no se enfrente con valentía, el pueblo seguirá siendo víctima de la gran farsa informativa.

2025/08/21

El Tanquetazo: Lección Histórica sobre lo que Realmente es un Intento de Golpe de Estado

Posted by Rodolfo Varela

En la memoria política de Chile, el Tanquetazo, ocurrido el 21 de junio de 1973, marca el primer gran intento de quebrar el orden constitucional mediante la fuerza militar contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Un hecho que, a diferencia de otras expresiones sociales, no admite matices: fue un golpe de Estado en marcha, aunque fracasado.


Esto fue “El Tanquetazo”, el intento de golpe de Estado contra Salvador Allende


¿Qué fue realmente el Tanquetazo?


El levantamiento, liderado por el coronel Roberto Viaux, incluyó el uso de vehículos blindados del Ejército en pleno centro de Santiago, con el objetivo de sembrar el pánico y forzar la renuncia del presidente. Fue un acto coordinado, planificado y ejecutado con armamento militar, una acción típica de insubordinación castrense destinada a romper la institucionalidad democrática.

No fue protesta, no fue expresión ciudadana. Fue un intento armado de cambiar el poder político por la fuerza, sin participación del pueblo como actor decisivo.

52 years have passed since the prelude to the coup: the Tanquetazo

El contraste con 2019: manifestación social no es intento de golpe de Estado

Es importante recordar que en 2019, Chile vivió un estallido social marcado por protestas masivas, disturbios e incluso violencia urbana. Sin embargo, por más que se trató de un episodio crítico y doloroso, no constituyó un intento de golpe de Estado.

Fue la expresión de un pueblo profundamente insatisfecho con desigualdades históricas, no una conspiración militar para derrocar a un presidente electo.

Llamar “golpe de Estado” a toda forma de protesta —por violenta que sea— es confundir categorías políticas esenciales y, lo que es peor, desvirtuar hechos históricos innegables como el Tanquetazo.


                                                        Levantamiento social en Chile


Una advertencia para América Latina

Hoy, medio siglo después, algunos jueces y analistas en América Latina parecen olvidar la diferencia entre una manifestación popular y un intento de golpe militar.
El Tanquetazo dejó claro que un golpe implica planificación militar, uso de armas, ocupación de puntos estratégicos y ruptura deliberada del orden constitucional.
Una protesta, incluso con violencia, sigue siendo una expresión social, no un acto de sedición militar.

Cierre crítico

Cuando jueces califican protestas sociales como intentos de golpe, banalizan los crímenes cometidos en verdaderos golpes de Estado y ponen en riesgo la memoria histórica de los pueblos.
La lección del Tanquetazo es clara: sin armas, sin mando militar insurrecto y sin plan de ruptura institucional, no hay golpe de Estado. Lo demás es manipulación política disfrazada de interpretación judicial.

2025/08/20

Los políticos fueron criados por el pueblo: ¿realidad o trampa de la democracia?

 Por Rodolfo Varela


La frase “los políticos fueron criados por el pueblo” parece, a primera vista, un recordatorio poderoso del principio democrático: en teoría, los representantes son elegidos para servir a quienes los votaron. Sin embargo, cuando la miramos con atención, también revela una amarga contradicción: el pueblo entrega poder para, demasiadas veces, ser traicionado por aquellos a quienes confía su destino.



“Democracia sin ciudadanos activos es solo una ilusión.”



Elección popular: el voto como ilusión de poder


En democracia, el voto es el instrumento mediante el cual los ciudadanos eligen a sus representantes. Pero lo que debería ser un acto de soberanía, en muchos países se ha convertido en un ritual vacío. El ciudadano vota, se ilusiona y después asiste impotente al espectáculo de políticos que trabajan más por sus propios intereses que por el bien común.


Representación política: de la promesa al beneficio propio


Los políticos deberían encarnar la voz de sus electores, transformar necesidades en políticas públicas y representar la diversidad de la sociedad. La realidad, sin embargo, es otra: corrupción, acuerdos de pasillo, favores a grupos de poder y leyes que rara vez reflejan los verdaderos problemas de la gente. Así, la representación se transforma en simulacro y el interés público queda subordinado al interés privado.


Rendición de cuentas: el olvido del pueblo


La democracia establece mecanismos para exigir responsabilidad: elecciones periódicas, fiscalización, incluso la revocación de mandato en algunos países. Pero estos mecanismos son frágiles si el pueblo olvida su poder. Y eso ocurre a menudo: la ciudadanía, mal informada y desencantada, deja de fiscalizar a quienes gobiernan en su nombre. El resultado: políticos que actúan con impunidad, sabiendo que rara vez serán castigados.


El poder judicial: la “dictadura de los jueces”


Un aspecto poco discutido es que los mismos políticos, elegidos por el pueblo, son quienes designan a los jueces de las cortes supremas. Estas autoridades judiciales nunca reciben un voto ciudadano, pero gozan de un poder absoluto que puede marcar el destino de un país. En muchos lugares de Sudamérica, esta práctica ha derivado en una verdadera dictadura judicial: cortes que actúan en beneficio de intereses políticos y económicos, blindando a los poderosos y castigando selectivamente a los opositores. Así, el pueblo entrega un poder que nunca podrá controlar.


Medios de comunicación: concesiones al servicio del poder


Otro frente de control son los medios de comunicación. Los gobiernos y políticos de turno otorgan concesiones a grupos empresariales que, a cambio, devuelven favores con información parcial, manipulada o directamente falsa. La prensa, que debería fiscalizar y servir como contrapeso, muchas veces se convierte en cómplice de la mentira, contribuyendo a desinformar al pueblo y reforzar los intereses de las élites.


Participación ciudadana: la gran ausente


La democracia no se limita a votar cada cuatro años. Exige participación, debate, fiscalización y protesta. Sin embargo, buena parte del pueblo se acomoda en la indiferencia, preocupado solo por su bienestar inmediato. Ese vacío lo ocupan los políticos, que acumulan poder sin contrapesos y, poco a poco, olvidan que fueron elegidos para servir, no para servirse.


“Políticos, jueces y medios: poder que el pueblo entrega y nunca controla.”

Partidos políticos: guardianes de privilegios


En teoría, los partidos organizan la participación, canalizan demandas sociales y forman líderes comprometidos con la ciudadanía. En la práctica, muchos se han convertido en maquinarias de poder al servicio de élites internas y de los políticos de turno. Así, en lugar de ser puentes entre pueblo y Estado, terminan siendo muros que impiden la verdadera representación.


¿Quién cría a quién?


La frase “los políticos fueron criados por el pueblo” debería recordarnos que el poder emana de los ciudadanos. Pero en la realidad, parece que es el pueblo el que, una y otra vez, es domesticado por políticos, jueces y medios que se aprovechan de su confianza y de su silencio.

En conclusión, el pueblo entrega el poder con la esperanza de ser representado, pero muchas veces lo que recibe es engaño y perjuicio. La paradoja es evidente: los políticos existen gracias al pueblo, pero el pueblo termina siendo la víctima de aquellos a quienes dio vida política. Y mientras el ciudadano no recupere su rol activo, seguirá criando a quienes terminan dominándolo.

2025/08/19

¿Democracia en riesgo? La farsa de ciertos gobiernos que se llaman de izquierda en América Latina

 Por: Rodolfo Varela

La afirmación de que la democracia en América Latina está en peligro a causa de gobiernos de “izquierda” refleja una desilusión cada vez más evidente entre los pueblos. No es un secreto: muchos de esos gobiernos que se autoproclaman herederos de las luchas sociales han terminado preocupados más por enriquecer a sus cúpulas que por responder a las demandas históricas de justicia, igualdad y dignidad. Y esa traición, más que la ideología en sí, es lo que corroe las bases democráticas de la región.


América Latina gira hacia una nueva izquierda


La diversidad que no debemos ignorar


No todos los gobiernos de izquierda en América Latina son iguales. Existen experiencias moderadas y pragmáticas, como en Chile o Colombia, donde al menos se busca avanzar en consensos, enfrentar el cambio climático y redistribuir la riqueza con límites institucionales. Pero también existen los casos vergonzosos de Venezuela y Nicaragua, donde el autoritarismo, la represión y el clientelismo político destruyeron cualquier rastro de democracia.

Generalizar sería injusto, pero cerrar los ojos frente a las imposturas sería aún peor.


La manipulación del concepto de “izquierda”


En nuestra región, las etiquetas “izquierda” y “derecha” hace tiempo se volvieron herramientas propagandísticas más que categorías ideológicas. Lo que debería ser un proyecto de emancipación social, de defensa de los pobres y marginados, ha sido convertido en un escudo discursivo para justificar la corrupción, el nepotismo y la persecución de opositores.

Una verdadera izquierda se mide en cómo respeta la institucionalidad democrática, no en cómo manipula la historia o los símbolos.


Democracia y desencanto


El desencanto con la democracia en América Latina es real. Pero no se debe solo al fracaso de gobiernos “progresistas”; también obedece a factores estructurales: desigualdad brutal, corrupción enquistada, sistemas judiciales que se extralimitan o se politizan, bajo crecimiento económico y promesas incumplidas que cansaron a la gente.

Lo peligroso es que, frente a esa frustración, amplios sectores comiencen a ver el autoritarismo como alternativa. Ese camino ya lo conocemos, y siempre termina en más represión y pobreza.


La lucha por la democracia en América Latina


La dictadura judicial: el nuevo rostro del autoritarismo


Hoy asistimos a una maniobra todavía más peligrosa: gobiernos de esta “nueva izquierda” utilizan los poderes judiciales como arma de sometimiento. A través de fallos selectivos, persecuciones judiciales y un control creciente de los tribunales, se consolida una dictadura judicial que aparenta legalidad pero en realidad restringe libertades, criminaliza la disidencia y debilita la democracia. No es el pueblo quien controla a la justicia; es la justicia politizada la que se convierte en instrumento del poder.


Medios y artistas al servicio del engaño


La maquinaria del poder no se limita a lo judicial. Estos gobiernos también se valen de los medios de comunicación comprados, que repiten consignas oficiales en lugar de informar, y de artistas inescrupulosos que, aprovechando su popularidad, confunden al pueblo con discursos fabricados y campañas pagadas con dinero público. La propaganda disfrazada de cultura es otro rostro del autoritarismo: una manera de manipular conciencias mientras se derrochan recursos que deberían servir al bien común.



                                  La Democracia en América del Sur en Riesgo?


Una vieja izquierda no se engaña


Yo hablo desde la vieja izquierda, la que conoció el costo de luchar por la justicia social y sufrió en carne propia la represión de las dictaduras militares. Esa izquierda nunca confundió el poder con el privilegio. Por eso sostengo que la amenaza actual no es “la izquierda” como idea, sino esos gobiernos deshonestos y mentirosos que usurpan el nombre para enriquecerse, perpetuarse y ahora incluso manipular la justicia, los medios y la cultura para mantenerse en el poder.


La salida posible


La solución no radica en descartar una opción ideológica, sino en fortalecer las instituciones democráticas, exigir rendición de cuentas, promover la participación ciudadana y enfrentar de verdad las causas profundas de la insatisfacción social. Sin instituciones sólidas, sin justicia independiente y sin una prensa libre, todo discurso de izquierda —o de derecha— se convierte en fachada.


2025/08/18

Cuba y la pobreza silenciada: ¿Hasta cuándo la hipocresía de la falsa izquierda?

 

Por: Rodolfo Varela

La Revolución Cubana, iniciada en 1959, prometió un futuro de justicia social, igualdad y dignidad para su pueblo. Sin embargo, más de seis décadas después, lo que queda es un país sumido en una de las peores crisis económicas y sociales de su historia. Según estimaciones de 2024, el 89% de la población vive en extrema pobreza, una cifra brutal que desmiente el discurso triunfalista de aquellos que aún insisten en presentar a Cuba como un modelo de éxito.


Mansión de lujo dedicada a Fidel Castro


Lo más indignante no es solo la realidad cubana, sino la hipocresía de muchos gobiernos y movimientos de izquierda en América Latina y el mundo, que aplauden “los logros de la Revolución” mientras cierran los ojos frente a la miseria cotidiana que sufren millones de cubanos. Hablan de democracia, derechos humanos, justicia social y combate a la pobreza, pero guardan un silencio cómplice ante la tragedia humanitaria en la isla.

Una crisis estructural

La economía cubana enfrenta problemas profundos: mercados poco desarrollados, ausencia de competencia en las empresas estatales, precios desalineados y una falta crónica de productividad. Todo ello limita el acceso de la población a bienes y servicios esenciales.

Escasez y mercado negro

El día a día de los cubanos está marcado por colas interminables para conseguir alimentos, medicinas y productos básicos, cuando logran encontrarlos. La escasez generalizada ha dado origen a un mercado negro donde los precios son inaccesibles y la calidad incierta.


Escassez de comida leva a longas filas e desespero em Cuba


Desigualdad y abandono social

Lejos de la promesa de igualdad, la pobreza y la desigualdad social han aumentado. El régimen ha priorizado inversiones en sectores como el turismo, mientras descuida áreas fundamentales como la producción de alimentos y la atención médica.

El lujo de los dirigentes y la concentración de la riqueza


La hipocresía de los dirigentes cubanos: Ahorro y austeridad, ¿para quién?


La desigualdad es tan grande que resulta insultante: mientras el pueblo vive con hambre y carencias, los dirigentes que predican igualdad y critican la pobreza ostentan una vida de millonarios, blindados por privilegios y lujos.
En Cuba, el tema de la concentración de la riqueza entre los líderes políticos y el uso de los recursos naturales es complejo y, por miedo, casi imposible de documentar con precisión. Sin embargo, se sabe que la economía del país se sostiene en recursos como el níquel, el cobalto, el tabaco y el turismo, este último convertido en un negocio vergonzosamente desigual, reservado a unos pocos.
La apertura económica limitada a la empresa privada ha generado una nueva élite adinerada, profundizando aún más la desigualdad social. Esa no es la izquierda verdadera: es una caricatura corrupta de lo que debería ser el compromiso con la justicia social.


Alarmante aumento de la pobreza extrema en Cuba, revela informe del OCDH

La mentira del embargo

Y frente a cualquier crítica, el régimen y sus defensores siempre se refugian en la misma excusa: “la culpa es de Estados Unidos”. Pero esa narrativa ya no convence. El embargo no explica la corrupción interna, la falta de reformas, el desprecio por el pueblo ni la represión contra quienes se atreven a reclamar libertad y dignidad.

Consecuencias humanas

La pobreza extrema en Cuba no es un concepto abstracto:

  • Millones de familias no tienen garantizadas tres comidas diarias.

  • El acceso a medicamentos esenciales es prácticamente inexistente.

  • La vivienda digna es un lujo inalcanzable.

  • Miles de cubanos emigran desesperadamente en busca de oportunidades mínimas para sobrevivir.

El mito derrumbado

Hablar de derechos humanos, democracia y justicia social mientras se aplaude a un régimen que condena a su pueblo al hambre y la desesperanza es, en el mejor de los casos, una contradicción; en el peor, una complicidad inmoral.

La izquierda que calla frente a la tragedia cubana debería recordar que la verdadera democracia no se mide por discursos ni consignas, sino por la capacidad de garantizar pan, salud, educación y dignidad a su pueblo.

La revolución prometió un paraíso, pero lo que ha dejado es una isla de carencias. Y mientras tanto, los que pregonan la justicia social desde los púlpitos de la ideología siguen justificando lo injustificable.

2025/08/15

La radio chilena frente al espejo: entre la tradición y la necesidad urgente de reinventarse

 By: Rodolfo Varela 

La disminución de audiencia en la radio chilena no es un fenómeno repentino ni atribuible a una sola causa. Es el resultado de una combinación de factores que, si bien incluyen la falta de creatividad en algunos directores y programadores, tienen raíces mucho más profundas en los cambios culturales, tecnológicos y económicos de los últimos años.




Lo digo con conocimiento de causa. Llevo décadas en el medio de comunicación, habiendo trabajado emisoras históricas como Portales, Corporación, Yungay, Diego de Almeyda y como director de la cadena de emisoras del norte de Radio Corporación de Chile CB114. Soy un hombre de izquierda, consciente de las necesidades de la población y comprometido con la verdad de la información y el valor del entretenimiento. Y por eso me preocupa ver cómo la radio, un medio que ha sido clave en la historia del país, parece resignarse a su propio ocaso.

Un cambio de hábitos irreversible

La audiencia —sobre todo la más joven— ha migrado masivamente hacia plataformas digitales, redes sociales y servicios de streaming para informarse y entretenerse. La inmediatez, la personalización y la interactividad que ofrecen estos medios han dejado a la radio tradicional con menos oyentes y, en algunos casos, con un público envejecido que no garantiza el futuro del medio.

Concentración que empobrece la diversidad

En Chile, la propiedad de los medios se ha concentrado peligrosamente en pocas manos. Esto limita la pluralidad de voces, reduce la competencia creativa y asfixia a emisoras pequeñas o locales que antes eran vitales para reflejar las realidades de sus comunidades. El resultado es un paisaje radial más uniforme, menos arriesgado y con menor capacidad de innovar.

Publicidad en fuga

La publicidad —motor financiero histórico de la radio— se ha desplazado hacia las plataformas digitales. La inversión en redes y Google Ads supera con creces la destinada a la radio, poniendo en riesgo la sostenibilidad de muchas emisoras que, sin recursos, recortan programación, personal y producción, en lugar de invertir en su modernización.

Competencia feroz

Televisión, internet, podcasts y transmisiones en vivo vía redes sociales han fragmentado la audiencia. La radio ya no compite solo con otra radio, sino con cualquier creador de contenido que pueda llegar a un teléfono móvil.

El caso de Radio Nuevo Mundo: una advertencia

Radio Nuevo Mundo, histórica emisora de la Región Metropolitana, es un ejemplo que duele mencionar. Su valor histórico es incuestionable, pero su actual enfoque excesivamente político ha terminado por reducir su alcance. Tener una línea editorial definida no es un problema —todas las radios la tienen—, pero olvidar la dosificación entre contenido político y programación variada puede ser letal para la audiencia y, en consecuencia, para su viabilidad comercial. Sorprende, incluso, escuchar a un locutor de la propia emisora afirmar que “la radio no es nada en Chile”. Una declaración que revela más resignación que autocrítica, y que contradice el papel fundamental que la radio aún puede cumplir como formadora de opinión y puente con la comunidad.



            Edmundo Sotos                                                   Pepe Abad

Pablo Aguilera

Desafíos económicos y pandemia

La crisis económica, agravada por la pandemia, terminó de empujar a muchas emisoras a la cuerda floja. Cierres, fusiones y reducciones drásticas en la operación se han vuelto parte de un escenario en el que sobrevivir parece más importante que innovar.

Reinventarse o quedar en el olvido

La radio sigue siendo un medio con un potencial enorme, especialmente en emergencias, cobertura local y creación de comunidad. Pero necesita urgentemente modernizarse, diversificar contenidos, interactuar más con la audiencia y equilibrar su línea editorial para no alejar a oyentes potenciales.
El desafío es claro: o la radio chilena se reinventa cada día, o se convertirá en una reliquia que solo unos pocos recordarán con nostalgia.

Postdata personal:

Escribo estas líneas desde Brasil, donde vivo por fuerza mayor desde hace mas de medio siglo. Fui exonerado político, preso y torturado por la dictadura militar chilena. Mi exilio no me ha alejado del compromiso con la verdad, la comunicación y la cultura. Al contrario, me ha dado perspectiva para entender que los medios, cuando olvidan su papel de servicio público y se desconectan de su gente, pierden su razón de existir. Y la radio, si no quiere perder esa razón, debe volver a ser lo que siempre fue: la voz de su pueblo.

2025/08/14

La gran estafa política: derecha e izquierda, dos caras de la misma moneda

 By: Rodolfo Varela

En América Latina, y muy especialmente en Chile, la historia se repite con una puntualidad insultante. Gobiernos de derecha y de izquierda se suceden en el poder, prometiendo cambios, justicia, prosperidad y respeto por la democracia, pero el resultado para el pueblo es siempre el mismo: promesas incumplidas, corrupción rampante, nepotismo y un desprecio absoluto por la voluntad popular.



Como le ha ido a los países de la región que han elegido líderes de izquierda?



Tanto la derecha como la izquierda saben manejar muy bien el arte de las palabras. Usan frases como “lucha por la libertad”, “democracia” y “estado de derecho” como banderas para movilizar votantes y legitimar sus políticas, pero detrás de cada discurso hay un cálculo frío: cómo aprovecharse de la voluntad, la necesidad y la miseria de la gente para mantenerse en el poder y beneficiarse personalmente.





La Izquierda pasa Factura: La pobreza en Chile pasó del 6,5% AL 22,3%


Cuando habla la derecha


La derecha suele presentar la libertad como la ausencia de restricciones del Estado sobre la actividad económica y la vida personal. Promete menos impuestos, menos regulaciones y un Estado más pequeño. En el papel, suena atractivo, pero en la práctica se traduce en beneficios para los grandes grupos económicos, aumento de las desigualdades y un mercado libre solo para quienes ya tienen poder.

Cuando habla de democracia, la derecha defiende la representativa, pero con énfasis en proteger los derechos individuales y la propiedad privada… siempre que esos derechos no choquen con sus intereses económicos.

Y cuando defiende el estado de derecho, lo hace desde una visión punitiva, priorizando el orden y la “seguridad nacional”, pero rara vez para proteger al ciudadano común.


Cuando habla la izquierda


La izquierda define la libertad como la posibilidad de que todos puedan desarrollarse plenamente y participar en la sociedad, incluyendo acceso a educación, salud y servicios sociales. En los discursos, prometen reformas profundas, pero en los hechos, casi nunca llegan, justificándose con el argumento de que “el Congreso no aprueba sus proyectos”.

Su concepto de democracia es más participativo, con énfasis en la justicia social… siempre que las críticas no se dirijan a su propio gobierno.

En cuanto al estado de derecho, la izquierda afirma proteger derechos humanos y promover la igualdad, con un Estado activo en la economía y la protección de grupos vulnerables. Pero, en la práctica, este compromiso muchas veces sirve más como estrategia para conseguir votos que como política real.


La nueva cara del autoritarismo: las dictaduras judiciales


En algunos países de América del Sur, lo que se presenta como “gobierno democrático” es en realidad una dictadura judicial. Cortes supremas con poder absoluto, amparadas por el Ejecutivo y respaldadas por Congresos electos por el pueblo, pero sumisos por conveniencia. Muchos legisladores arrastran procesos judiciales que dependen del fallo de esas cortes, lo que se convierte en la herramienta perfecta de chantaje político. Así, la justicia deja de ser independiente y se convierte en un arma para controlar y silenciar a quienes deberían fiscalizar al poder.


La pobreza no es destino  Las caras invisibles de la pobreza



La trampa de los derechos humanos politizados


En América Latina, los derechos humanos se han convertido muchas veces en un botín político. Tanto gobiernos de izquierda como de derecha han usado y manipulado el discurso para proteger a los suyos y atacar a los contrarios. Organismos que deberían ser imparciales han defendido con vehemencia a criminales, corruptos, dictadores y torturadores, mientras han guardado silencio o mirado hacia otro lado cuando las víctimas han sido ciudadanos comunes, trabajadores honestos o quienes piensan distinto. El derecho a la vida, la libertad y la justicia no puede ser selectivo ni negociable: o es para todos, o no existe.


La realidad detrás del discurso



Un gobierno de derecha podría insistir en que la libertad económica es la clave para la prosperidad, impulsando privatizaciones y desregulaciones. Un gobierno de izquierda, en cambio, podría afirmar que la igualdad es la base de la libertad, promoviendo redistribución de riqueza. Sin embargo, en ambos casos, lo que el pueblo recibe son palabras vacías. La corrupción, el amiguismo, los privilegios y el gasto excesivo de fondos públicos son transversales, sin importar el color político.



Dos caras de la misma moneda?


Al final, la lucha no es por la libertad ni por la igualdad: es por el poder y por el enriquecimiento personal. Y el pueblo, engañado una y otra vez, paga la cuenta.


La excepción y la regla


Basta mirar el panorama político de América Latina y Centroamérica para comprenderlo: salvo raras excepciones —como el caso de El Salvador, que ha mostrado seriedad y competencia—, la región está plagada de gobiernos que usan la democracia como disfraz y la libertad como slogan, mientras se perpetúan en el poder y saquean los recursos nacionales.

La gran estafa política continúa. Y seguirá así mientras la ciudadanía no deje de creer que, por cambiar el color de la bandera partidaria, cambiará el destino del país.