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2022/02/06

Gabriel Boric El Grande Desafío De Un Nuevo Pacto Social Para Chile

 

São Paulo, 6 feb (Rodolfo Varela) Cuando Gabriel Boric asuma como presidente de Chile el próximo 11 de marzo, asumirá el desafío de defender soluciones a varios de los problemas más urgentes que enfrenta el país desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973 - mil novecientos noventa).








El primero y más desafiante será conciliar un nuevo pacto social para una nación fracturada por décadas de políticas neoliberales, meta posible con el apoyo del proceso constituyente que dará vida a una nueva Carta Magna, incluyente y respetuosa de todos. los derechos y la voluntad de todos los chilenos.


El detonante lo desencadenó la juventud del sur del país cuando, en octubre de 2019, salieron a las calles de Santiago de Chile para protestar contra el aumento de la tarifa del metro.



Reclamo Popular

Sin embargo, la naturaleza de la demanda evolucionó para exponer una vez más los problemas urgentes de una sociedad muy desigual como resultado de las prácticas neoliberales.

Entonces el gobierno del presidente Sebastián Piñera reprimió con dureza lo que el pueblo defendía como un justo reclamo.


Casi 30 muertos, miles de heridos y 460 personas con heridas en los ojos fueron resultado de balas de goma o gases lacrimógenos de Carabineros y la movilización del Ejército ordenada por el presidente.


Explosión Social


Una de las principales demandas de los manifestantes fue cambiar la actual Constitución, heredada de la dictadura de Pinochet, y fortalecer el rol del Estado en la provisión de servicios básicos.


La convocatoria a la creación de una Convención Constituyente fue una de las grandes victorias que dejaron las jornadas de protestas, instancia elegida por voto popular que actualmente redacta la nueva ley fundamental, que debería entrar en vigencia luego de ser sometida a referéndum en la Cámara. en la segunda mitad del año. 


Cargos Electos

Al respecto, Boric fue muy claro: “Quiero que sepas que tienes todo nuestro apoyo (…). Estoy tremendamente orgulloso del trabajo que están haciendo”, dijo el presidente electo a la presidenta de la Convención, Elisa Loncon.


El joven político, que alcanzó relevancia nacional como uno de los líderes estudiantiles de las manifestaciones de 2019, insistió en la importancia de la competencia de ese organismo y recordó que la nueva constitución debe ser aprobada por los chilenos en un plebiscito previsto para 2022.


“No tengo dudas de que actuarán sabiamente en el mejor sentido y pensando en lo mejor para todos los chilenos y la estabilidad y continuidad de nuestra república y país que tanto queremos”, dijo el presidente de 35 años, quien ganó las elecciones como candidato de la alianza Aprovo Dignidad.


Otro gran desafío para el nuevo gobierno, que contará con 14 carteras encabezadas por mujeres, entre ellas Defensa y Relaciones Exteriores, será fortalecer el rol del Estado como ente regulador de las dinámicas nacionales, especialmente en el ámbito económico, en defensa de la intereses de la sociedad sobre los privados.


En este ámbito, el presidente electo también debe trabajar para reformar el actual sistema de pensiones, aumentar el salario mínimo, reducir la jornada laboral, subir los impuestos a los más ricos y lograr una mejor redistribución de la riqueza.


Todos estos propósitos están incluidos en los objetivos de campaña que abanderó y fue respaldado por la mayoría de sus compatriotas en las urnas.

El asesor económico de Boric en esa cruzada, Fernando Carmona, declaró que el programa de gobierno también apuesta por las transformaciones en los sistemas de educación y salud y por la esperada reactivación económica tras dos años de daños por la pandemia de la Covid-19.

En este último punto es donde el nuevo gobierno tiene uno de sus escenarios más complejos, ya que, según expertos nacionales y el Banco Mundial, la economía de Chile crecerá alrededor de un 2% en 2022, cifra inferior a la registrada en 2021.


Confianza en el Futuro

Sin embargo, el nivel de confianza en la gestión del futuro ejecutivo permite notas optimistas más allá de la estimación anterior, la cual, aunque baja, supera el desempeño de 2020, cuando el Producto Interno Bruto de Chile registró una tendencia a la baja de -5,8%.


El plan de recuperación económica influirá tanto en el sector público como en el privado, con énfasis en mejorar las pequeñas y medianas empresas y crear empleos para mujeres.


Todo, por supuesto, debe tener el consenso de ambas cámaras del Congreso Nacional (parlamento), donde es minoritaria la alianza que llevó a Boric al Palacio de la Moneda (sede del ejecutivo), lo que según los analistas puede ser una obstáculo para su gestión.


En todo caso, se abre un camino de esperanza para los chilenos, pues Boric no solo es el presidente electo más joven en la historia republicana del país, sino también el más votado, con 4,6 millones de votos a su favor.


Fuente: prensa Latina, Alain Valdés Sierra

2022/02/04

Mujica aconseja a Boric superar las diferencias ideológicas para no profundizar la distancia entre países


El expresidente Mojica de Uruguay recomendó al presidente Boric electo de Chile evitar los errores de sus antecesores y dijo creer en la renovación del mundo progresista.



Montaje con fotos de Gabriel Boric, presidente electo de Chile, y José Mujica, expresidente de Uruguay — Foto: Montaje/g1



A punto de asumir el gobierno de Chile, el presidente electo Gabriel Boric escuchó del expresidente uruguayo José Mujica un llamado a la nueva generación progresista de América Latina para evitar los errores cometidos por sus antecesores.


La conversación entre ambos, en el programa “Nada a Perder”, emitido por la radio uruguaya M24, fue otra sesión de consejos de un veterano dirigente al exponente más joven de la izquierda latinoamericana.

“Tengo confianza en su capacidad y en su viento fresco para tener una visión abierta del mundo progresista”, dijo Mujica, de 86 años, a Boric, quien tiene 35.


El presidente electo de Chile se mostró honrado de tener al uruguayo como referente de liderazgo. Dijo que trata de aplicar una de las sugerencias de Mujica: "Avanzar paso a paso para no caer por un precipicio, pero nunca dejar de escalar".


“Cuida tu corazón y tu moral, porque cuando estás arriba, no te tienes que olvidar de los de abajo”, advirtió el expresidente uruguayo.

Al frente del país entre 2010 y 2015, el expresidente señaló que andar como perro y gato por las diferencias ideológicas solo perjudica el futuro de los pueblos. Citó como ejemplo la buena relación que mantuvo con sus pares Sebastián Piñera, de Chile, y Juan Manuel Santos, de Colombia.


“Hizo mucho daño juzgar las realidades de nuestros países desde las trincheras de nuestras ideas porque, si hay diferencias, son inevitables, y asumimos actitudes que profundizan las diferencias, lo único que hacemos es aumentar la distancia entre nosotros."


Mujica hizo campaña por Boric en las elecciones que lo consagraron presidente en diciembre pasado, y en el chat no se guardó consejos. “Recuerda siempre, hay que dejar la semilla, la lucha es más larga que nuestra vida humana y por lo tanto colectiva”.


En ese torbellino, continuó, los gobiernos devoran a los partidos, los gobiernos tienden a empantanarse en la burocracia y los partidos quedan. "Tienes que gobernar, pero no matar lo que vendrá después de ti y tu generación".


Como buen discípulo, Boric asintió y le agradeció: “Muchas gracias por invitarnos a no cometer los errores que tú cometiste, porque muchas veces el lastre de las generaciones anteriores viene con la transferencia del miedo”.


Los dos no estarán juntos en la toma de posesión del chileno el 11 de marzo, ya que Mujica invocó su edad: "Tengo 86, casi 87 años, un viento me agarra y me pela, esto no tiene piedad. Amo la política, pero yo ama más la vida, siempre estaré ahí para aconsejarte y ayudarte".

Reforma de pensiones, una tarea urgente para Boric

Bajo críticas durante años, el sistema de pensiones de Chile será un gran desafío para el nuevo presidente de izquierda, elegido con la promesa de un cambio social profundo. La reforma podría servir de modelo para los países vecinos.



Debido a las protestas de 2019 en Chile, la llamada "Explosión Social", y la realidad de las pensiones muy por debajo de las expectativas, la reforma del sistema de pensiones debería ser uno de los pilares clave del gobierno del nuevo presidente Gabriel Boric, que asumirá el 11 de marzo.


Ex dirigente estudiantil y actual líder del Frente Amplio, Boric, de apenas 35 años, representa a la parte de la sociedad que quiere "cambios profundos" y que lideró las protestas por la igualdad en 2019.


Durante la campaña electoral, Boric abogó por mejorar las pensiones, la educación y la sanidad de los chilenos, con el objetivo de transformar el país en un Estado de bienestar, similar a lo que desea la socialdemocracia europea.


“El tema del sistema de pensiones tiene una enorme relevancia para el futuro gobierno, ya que es un proyecto estratégico y un desafío para atender las demandas de la sociedad chilena”, dice Gitte Cullmann, directora de la oficina regional de la Fundación Heinrich Böll, una alemana entidad cercana al Partido Verde. , en Santiago.


Aunque todavía no hay una reforma previsional propiamente dicha, el presidente electo ha desarrollado un esquema inspirado en elementos de reformas de Suecia, Reino Unido y Nueva Zelanda, que se basan en tres pilares: una renta básica universal, el ahorro de los trabajadores en por una nueva entidad y ahorro voluntario extra.


El economista Guillermo Larraín, quien participó en el debate sobre el tema durante la campaña presidencial de Boric y fue citado como posible ministro de Hacienda o Trabajo, explicó que el proyecto inicial fue modificado durante la segunda vuelta de la elección presidencial, por lo que aún faltan muchos aspectos por corregir y definirse.


“Además, el componente principal de la reforma lo adelantó el actual gobierno, que es la pensión básica universal [227 dólares mensuales para casi 2 millones de chilenos], que llegó a un acuerdo político rápido y se envió como ley expresa [aprobada en 26 de enero de 2022]. Esto ya está hecho, pero en los demás temas hay muchos puntos pendientes que hay que discutir”, dijo Larraín, quien también es profesor de la Universidad de Chile, en entrevista con la prensa internacional.

"Había dividido la discusión en dos partes: una es la contribución de los trabajadores, y la otra es la administración de estos fondos", dijo. "Sobre el primer punto, hay que aclarar que Chile tiene un sistema basado en una cotización del 10% del trabajador sin contribución del empleador. Esto cambiará en la reforma, ya que el empresario tendrá que aportar un 6% más al trabajador".


"En cuanto a la administración de los fondos, hoy la cotización del trabajador va a cuentas individuales gestionadas por una AFP [Administradora de Fondos de Pensiones]. En la propuesta, se acordó más o menos que en el nuevo sistema la cotización también irá a cuentas personales, pero administradas con una lógica de inversión distinta a la actual, una lógica de menor riesgo y más estable, con una visión de más largo plazo", detalló Larraín, quien también fue superintendente de las AFP en Chile entre 2003 y 2006.


La elección de Gabriel Boric abrió la puerta a la necesaria reforma en el sistema de gestión de fondos de pensiones


¿Sería el fin de las AFP en Chile?

Aunque en general los chilenos piden la desaparición de las Administradoras de Fondos de Pensiones, en el mediano plazo no se espera que desaparezcan. Lo que ocurrirá, si el proyecto propuesto por Boric llega a buen puerto, es que las AFP tendrán que atenerse a nuevas reglas.


Cullmann subraya la importancia de encontrar una forma más transparente de invertir los fondos de pensiones que permita aumentar las pensiones.


"No cabe duda de que hay que establecer una separación entre el sistema de pensiones y el papel que estos fondos acumulados desempeñan en el funcionamiento del mercado financiero. Existen varios modelos para conseguir un sistema de pensiones justo. Por ejemplo, la de algunos países europeos, que es de donde los expertos del nuevo gobierno han recogido la experiencia", dijo Cullmann a la prensa internacional.


Y ahí es donde entra en juego el Estado. "En la gestión de la cotización de los trabajadores, que hoy es privada, habrá una oferta pública. Además, las administradoras privadas que participen en este nuevo sistema sólo lo harán en el ámbito financiero y no como ocurre hoy, donde prestan asesoría previsional, generando la concentración de una industria que maneja 200 mil millones de dólares, cerca del 70 por ciento del PIB de Chile", explicó Larraín.

“Los ahorros que están actualmente en las AFP se quedan ahí, y si quieres quedarte ahí van a seguir siendo manejados por una AFP. Diferente es lo que va a pasar con los nuevos aportes de los trabajadores. En el debate que yo participé, ahí hubo dos puntos de vista: los que dicen que los nuevos aportes deben ir al nuevo sistema y los que piensan que se debe dejar la puerta abierta para que la gente decida a dónde quiere que vaya el dinero", dijo el economista.


Desde hace varios años existe un movimiento llamado NO+AFP contra el sistema de pensiones en Chile


Eco En America Latina

El sistema de capitalización individual está extendido por todo el mundo, tanto como sistema único como mixto. En el caso de América Latina, Perú, Colombia, República Dominicana y México son algunos de los países que adoptaron las AFP en la década de los noventa para la gestión de las pensiones, y en todos ellos se han implementado o están en proceso de análisis reformas destinadas a mejorar las pensiones.


Cuando José Piñera, hermano del actual presidente chileno, Sebastián Piñera, introdujo las AFP en Chile, garantizó que los chilenos tendrían una pensión equivalente al 100% de sus salarios, pero ya está claro que su proyección era errónea.


La reforma que se llevará a cabo en Chile despertará sin duda el interés de al menos los países de la región, considera el representante de la Fundación Heinrich Böll.

"Un cambio en el sistema de pensiones en Chile generará interés, pero la realidad de cada país es diferente. Hay que evaluar bien la situación actual de cada país antes de poder comparar los sistemas de pensiones. Con el modelo ultraliberal chileno, la idea de lograr un sistema de pensiones justo a través de mecanismos de mercado ha fracasado", dijo Cullmann.


Larraín adopta una línea similar. "Los países vecinos deberían al menos mirar lo que se hace en Chile, porque llevamos al menos diez años discutiendo esto y hasta ahora no se ha tomado ninguna medida. Creo que muchos de los países que han copiado acríticamente la reforma chilena tienen que mirar la solución que se está llevando a cabo con una mirada más crítica y tratar de sacar conclusiones que sean apropiadas para ellos", dijo el economista. "En todo caso, espero que sea una fuente de inspiración, porque la verdad es que las pensiones en toda América Latina son un problema latente".



2022/02/02

La emblemática imagen del presidente electo de Chile recorrió el mundo, marcando nuevos tiempos para el pueblo chileno.

La emblemática imagen del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, y su equipo de gobierno -compuesto por 14 mujeres y 10 hombres- recorrió el mundo, señalando nuevos tiempos para los chilenos y renovando esperanza de que la paridad entre hombres y mujeres en la política se vuelva una realidad en Chile.




La mayoría femenina en el recién formado gabinete es el resultado de una serie de grandes protestas iniciadas en 2011, en las que participó Boric como dirigente estudiantil, y culminaron en 2019. y las bases para la instalación de una nueva Asamblea Constituyente, la primera en el mundo con paridad de género.


Son 77 mujeres y 78 hombres quienes asumieron el cargo en julio del año pasado, luego de ganar una elección que contó con la participación de 699 candidatas y 674 candidatas. Los constituyentes tendrán la tarea de redactar la nueva Carta Magna del país de 19,5 millones de habitantes y trasladar esa representatividad igualitaria a un texto constitucional que ofrezca garantías de igualdad efectiva entre hombres y mujeres.

Para que se den una idea de lo que está pasando en Chile, el despacho del actual presidente, Sebastián Piñera, tiene 7 ministras y 17 ministros. Y es que Piñera cedió a la presión popular en 2019 y promovió cambios en su equipo de gobierno. En 1989, el 1er escalón presentado por el entonces presidente Patricio Aylwin, el primero tras la dictadura del traidor Augusto Pinochet, no contaba con una sola mujer.


Es un hecho que Chile vive un momento de transformación social que emana de las calles. Y Boric, de 35 años, fue elegido para liderar ese proceso de cambio. La elección de un equipo diverso, con personas de diferentes procedencias, resume su apuesta por la representación real del pueblo chileno en el Palacio de La Moneda.



Salvador Allende siempre presente: el sueño de una sociedad chilena igualitaria

Hace casi 49 años, Chile sufrió un golpe militar, dando inicio a una de las dictaduras militares más sangrientas; Asesinan cobardemente al presidente Salvador Allende en el Palacio de la Moneda.


Salvador Allende. Foto: Creative Commons


El sueño de una sociedad igualitaria se hizo realidad en Chile cuando, en 1970, Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales del país. Su victoria significó la implementación del régimen político más democrático de América Latina hasta entonces. Un gobierno efectivamente popular que tuvo como objetivo promover profundas transformaciones sociales en el país y ofrecer a sus ciudadanos condiciones dignas de vida.


El sueño de una sociedad igualitaria se hizo realidad en Chile cuando, en 1970, Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales del país. Su victoria significó la implementación del régimen político más democrático de América Latina hasta entonces. Un gobierno efectivamente popular que tuvo como objetivo promover profundas transformaciones sociales en el país y ofrecer a sus ciudadanos condiciones dignas de vida. Para ello, las primeras medidas abarcaron rubros como la seguridad social para todos, la atención médica, la independencia del Fondo Monetario Internacional, la nacionalización de las industrias y una Reforma Agraria efectiva.

Todas estas medidas, a favor del pueblo chileno, no agradaron a la élite reaccionaria de Chile, ni de Estados Unidos. El 11 de septiembre de 1973, el país sufrió un golpe militar, con  Augusto Pinochet, Comandante en Jefe del Ejército, como uno de los principales líderes. Comenzó una de las dictaduras militares más sangrientas que se haya presenciado en toda Sudamérica, que se saldó con la muerte de más de 3.000 personas. Asesinan cobardemente al presidente Salvador Allende en el Palacio de la Moneda.

Una vida política en nombre de las transformaciones sociales


Médico de formación, Allende nació el 26 de junio de 1908 en la ciudad de Valparaíso. En 1926 ingresó a la universidad, donde llegó a ser presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y organizó, junto con otros colegas, un grupo de estudio sobre marxismo. En 1930 participó activamente en la lucha contra la dictadura de Carlos Ibañes, como vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Chile.


Uno de los fundadores del Partido Socialista, se exilia en 1935 por oponerse duramente al gobierno conservador de Ibañes. De regreso a Valparaíso, en 1936, participa en la creación del Frente Popular, siendo elegido para su primer cargo público: diputado por Valparaíso y Aconcagua, en el Congreso Nacional de Chile.En 1940 conoce a Hortênsia Bussi, con quien se casa y tiene tres hijas: Laura, María Isabel y Beatriz.

En 1959, Allende comenzó a acercarse a los países socialistas. Visita La Habana, con el fin de conocer el proceso revolucionario cubano y se reúne con Fidel Castro y el Che Guevara. En 1964 visitó Corea, Vietnam y la Unión Soviética, en el 50 aniversario de la Revolución Rusa.

Pero es en 1969 que Allende participa en la formación de la Unidad Popular, que reúne a comunistas, socialistas, el Movimiento de Acción Popular Unitaria y Acción Popular Independiente. El poeta y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, candidato presidencial por el Partido Comunista, abandona su candidatura para unirse a Allende y asegurar su victoria.

El imperialismo no acepta la victoria de Allende

La elección de Salvador Allende provocó la ira de los sectores reaccionarios en Chile, que contaban con el apoyo irrestricto de Estados Unidos, a través de la CIA, de esta forma desarrollaron formas de boicot al gobierno, como huelgas en sectores vitales, como el transporte. De esta forma, artículos de primera necesidad como los alimentos no llegaban a las ciudades. La clase media burguesa, que se oponía al régimen popular de Allende, comenzó a abastecerse de productos para crear un falso clima de desabastecimiento en el país.


Estados Unidos vio perjudicados sus intereses con la elección de Allende a la presidencia de Chile, pues significó una enorme barrera a la Operación Cóndor, planeada para contener los movimientos de resistencia a las dictaduras militares que se extendieron por los países latinoamericanos en las décadas de los 60 y 70. Argentina y Brasil fueron ejemplos de estas dictaduras.

Día gris para Chile y el mundo

El 11 de septiembre de 1973, tanquetas y efectivos militares circulan por las calles de Santiago. Los aviones vuelan bajo en el cielo. En la radio, himnos militares. El golpe militar estaba en marcha, lo que resultaría en una dictadura de 17 años para el pueblo chileno. En la mañana de este día, directamente desde el Palacio de la Moneda, Salvador Allende pronuncia un emotivo discurso a los ciudadanos chilenos. Era la última vez que lo escucharían: “Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre han tenido, la confianza que han depositado en un hombre que fue sólo el intérprete de los grandes deseos de justicia. Me dirijo, sobre todo, a la mujer modesta de nuestra tierra, a la mujer campesina que creyó en nosotros. Me dirijo al chileno, al trabajador, a los que cantaron, a los que dieron su alegría y su espíritu de lucha”, dijo Allende. Los generales presionaron para que el presidente renunciara a su cargo, pero él se negó: “Pagaré con mi vida por defender los principios que son queridos para esta patria”. Armado con un fusil soviético y un casco de obrero minero, Allende no sucumbió, permaneció en combate hasta la destrucción total del Palacio de La Moneda. Allí, defendiendo sus ideales, fue asesinado por las tropas de Pinochet.

El sueño de Salvador Allende no ha muerto. Vive en cada persona que lucha por una sociedad justa para todos. Sus ideales quedan en la mente de los activistas sociales que salen a la calle a reclamar sus derechos. Allende es un hito en la historia de América Latina porque demostró que es posible tener un gobierno popular y democratico que satisfaga las necesidades de sus ciudadanos.

Texto publicado originalmente en 2009 en el sitio web del MST.

¡Ni Olvido Ni Perdón! La verdadera historia del rescate del último discurso de Salvador Allende



26.06.2008

Por: José Miguel Varas

TEMAS: Allende, Derechos Humanos, Prensa


Al cumplirse cien años del nacimiento de Salvador Allende, el último mensaje que pronunció a pocos minutos del bombardeo de La Moneda y de su propia muerte, ha vuelto a emerger en distintos rincones del mundo. De allí que el rescate de la cinta que lo contenía desde los estudios de Radio Magallanes, la única emisora que lo transmitió, sea un episodio histórico. Su protagonista hasta ahora era el periodista Hernán Barahona, recientemente fallecido. Pero esa historia es refutada por los testimonios que nos presenta el Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas: “Guillermo Ravest fue quien se dedicó junto con el radio controlador Amado Felipe a hacer numerosas copias del histórico discurso en pequeñas cintas magnéticas y fue él también quien las sacó del local de la radio, con evidente riesgo para su vida”. La controversia llegó al Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas, el que dictó su fallo el pasado 7 de abril.

Al cumplirse cien años del nacimiento de Salvador Allende, el último mensaje que pronunció a pocos minutos del bombardeo de La Moneda y de su propia muerte, ha vuelto a emerger en distintos rincones del mundo. De allí que el rescate de la cinta que lo contenía desde los estudios de Radio Magallanes, la única emisora que lo transmitió, sea un episodio histórico. Su protagonista hasta ahora era el periodista Hernán Barahona, recientemente fallecido. Pero esa historia es refutada por los testimonios que nos presenta el Premio Nacional de Literatura, José Miguel Varas: “Guillermo Ravest fue quien se dedicó junto con el radio controlador Amado Felipe a hacer numerosas copias del histórico discurso en pequeñas cintas magnéticas y fue él también quien las sacó del local de la radio, con evidente riesgo para su vida”. La controversia llegó al Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas, el que dictó su fallo el pasado 7 de abril.

Vuelvo a leer con emoción la crónica de Guillermo Ravest Santis, con su estilo terso y vibrante, modelo de gran estilo de periodismo, sobre el último discurso del Presidente Salvador Allende, transmitido por Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973, minutos antes del comienzo del bombardeo a la Moneda. Ravest, director de la emisora, fue quien se dedicó junto con el radio controlador Amado Felipe a hacer numerosas copias del histórico discurso en pequeñas cintas magnéticas y fue él también quien las sacó del local de la radio –con evidente riesgo para su vida, del que en ese momento no tuvo conciencia- y las hizo llegar a la dirección clandestina del Partido Comunista para su distribución entre los corresponsales extranjeros.

La crónica fue solicitada a Guillermo Ravest por Faride Zerán, directora de la revista Rocinante, en la que yo me desempeñaba como editor. Apareció en la edición Nº 58, de agosto de 2003, junto con un notable testimonio del periodista Leonardo Cáceres, responsable de los servicios noticiosos de Radio Magallanes. Ambos materiales constituyen un documento periodístico e histórico sobre un momento trascendental de la vida de Chile. Y por eso, me parece muy conveniente que se reproduzcan ahora en las páginas de CIPER. Conveniente y necesario, porque en torno a estos hechos y sus protagonistas se tejieron versiones erróneas.


Medio siglo de periodismo


Nacido en Llay Llay, importante nudo ferroviario de la V Región, el 3 de julio de 1927, Guillermo Ravest Santis proviene de una familia estrechamente vinculada a los ferrocarriles: su abuelo, su padre, sus tíos y otros parientes fueron todos ferroviarios. También él pudo haber seguido el recto camino de los rieles pero se enamoró tempranamente del periodismo. Con este oficio ha mantenido un romance de medio siglo, que dura todavía.

En 1950 trabajó en la agencia COPER (Cooperativa de Periodistas), creada por el veterano Albino Pezoa para dar trabajo a profesionales de la prensa “cesanteados” por motivos políticos por el régimen de Gabriel González Videla. Después, entre 1952 y 1972 trabajó en los diarios El Siglo, El Espectador, Ultima Hora y La Nación, en el Departamento de Prensa de Radio Balmaceda, en la revista Qué Pasa de Buenos Aires, en el diario Puro Chile, en Televisión Nacional y, por último, en Radio Magallanes. Junto con su esposa Ligeia Balladares, también periodista, debió partir al exilio después del golpe militar.

Ambos llegaron a Moscú en 1974 y organizaron el equipo de periodistas chilenos que produjo, bajo dirección de Ravest, los diarios programas “Radio Magallanes”, que se emitían por las ondas de la emisora estatal soviética, al mismo tiempo que los de “Escucha Chile”.

Viajaron en 1980 a México y regresaron a Chile en 1983, en cuanto sus nombres dejaron de aparecer en las listas de proscritos. Trabajaron en el diario ”Fortín Mapocho”, fuerte opositor a la dictadura. Entre 1983 y 1989, Guillermo trabajó en las ediciones clandestinas de “El Siglo”.

La pareja Ravest-Balladares reside desde hace más de 20 años en San Miguel Tlaixpán, pequeña localidad cercana a la Capital Federal de México. Ambos han seguido cultivando al periodismo y también la literatura en calidad de cuentistas y narradores casi clandestinos. Guillermo Ravest es autor de un libro de memorias titulado “Pretérito Imperfecto”, que ofrece, sin duda, enorme interés porque ha sido testigo privilegiado de un período histórico turbulento, cuyas consecuencias siguen proyectándose en el presente y en el futuro. Se espera que sea publicado pronto en Chile.


Testimonio:
«Necesito que me saquen al aire inmediatamente, compañero»

Por Guillermo Ravest Santis, ex director de Radio Magallanes


El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 me encontró en Radio Magallanes, de la cual era director, y cuyos estudios entonces ubicados en el sexto piso de Estado 235, tenían acceso por la entrada del Pasaje Imperio. A eso de las seis de la mañana, me despertó un telefonazo de Lucho Oliva, ingeniero a cargo de los equipos de nuestra radioemisora. “Chino –me dijo- ahora sí que empezó el golpe. Para que lleguemos juntos al centro te paso a buscar en mi auto, altiro”.

Aquel “altiro” demoró mucho más de una hora, razón por la cual, luego de traspasar varias barreras de militares, llegamos a
 Estado con la Plaza de Armas alrededor de las siete y media. Allí me despedí de mi mujer y mi hijo, quienes se dirigieron a la Comisión de Propaganda del Partido Comunista en Teatinos 416 y al Conservatorio Nacional de Música, sus lugares de trabajo y estudio, respectivamente.

Radio Magallanes ya vivía una nerviosa actividad. El periodista Ramiro Sepúlveda me informó de las novedades y de la ubicación de los reporteros en sus respectivos frentes de trabajo. Anotamos una sola baja: el redactor de los noticieros de la mañana, seguramente presa del pánico, abandonó la radio. Nunca más supe de él, en los 30 años transcurridos. En cambio, periodistas de los turnos vespertinos decidieron reforzar el equipo matinal porque pensaron, atinadamente, que allí eran más necesarios. Otros, como Hernán Barahona, reportero político en el Congreso, cumplido con su comentario de aquella mañana -como él mismo lo ha recordado-, se retiró de la radio. Desde que yo llegué a la Radio Magallanes alrededor de las 8:00 y hasta que se levantó el toque de queda, no lo vi más.

A ratos nos atropellábamos, pues en algunos momentos tuvimos hasta tres radiocontroles metidos en el estudio. En esos instantes nos acoplamos a la Radio Corporación para difundir las primeras alocuciones que hizo el Presidente Allende. Esta era una forma de coordinación que usábamos en tiempos de la Unidad Popular, bajo el nombre de La Voz de la Patria, para tratar de contrarrestar, en mínima medida, el potencial con que entonces contaba –en número y en kilowatios- el sistema radial de la derecha golpista. En tres oportunidades difundimos esa mañana, como La Voz de la Patria, las palabras de Allende alertando al pueblo sobre la sedición ya en marcha.

La madrugada anterior, fuerzas del Ejército habían dado inicio a la “Operación Silencio”. Allanaron e inutilizaron las plantas transmisoras de las radios de las universidades de Chile y Técnica del Estado y la Luis Emilio Recabarren, de la CUT. Entretanto, encabezadas por la emisora de la SNA, la red nacional de las Fuerzas Armadas de Chile atronaba con sus bandos y oficializaba radialmente el golpe militar. Por sus sostenida connivencia con la sedición sólo el Canal 13 dominaba las pantallas. En ese clima nos dimos cuenta que habíamos quedado solos en el aire. Recién habían sido acalladas la Radio Corporación, dirigida entonces por el Partido Socialista; la Portales, que venía navegando entonces la tortuosa ambigüedad de Raúl Tarud y la Sargento Candelaria, partidaria de la Unidad Popular.


Poco antes, en una breve reunión habíamos resuelto con Leonardo Cáceres, nuestro jefe de prensa, y Amado Felipe, jefe de radiooperadores, dar cumplimiento a decisiones operativas previamente acordadas para circunstancias como las que estábamos viviendo. Estábamos conscientes de que, ubicados a apenas cinco cuadras de La Moneda, podíamos ser allanados. Con todas sus consecuencias. Desde hacía casi dos horas un bando de la Junta Militar amenazaba a las emisoras que no se plegaran a la red golpista, de un ataque por “fuerzas de aire y tierra”.

Me correspondió proponer a los integrantes del pequeño equipo que debería apostarse en la planta transmisora de la Magallanes, ubicada en Renca, para tratar de seguir emitiendo en cualquier emergencia. Todos aceptaron inmediatamente. Ellos fueron: los periodistas Ramiro Sepúlveda, Jesús Díaz, Carmen Flores –reportera recién egresada de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile- y el locutor Agustín Cucho Fernández.

Ya estaba en su apogeo aquel desigual combate que la propaganda pinochetista, por tres décadas, ha querido presentar como la “batalla de La Moneda”. Esa de la media docena de regimientos apoyados por un comando operativo de tres de los jefes golpistas –el Mendocita recién empezaba merecer su apelativo como arrenquín-, más el Estado Mayor de las FF.AA., tanques, cañones y helicópteros, contra un puñado de una cincuentena de patriotas. El testimonio documental de ese asalto fue investigado para la historia y la dignidad nacional por la doctora Paz Rojas, Iris Largo y otros igualmente dignos, en el libro Páginas en Blanco.

Había ido a buscar un cigarrillo a mi oficina cuando, inesperadamente, sonó la Plancha. Éste era el nombre que dábamos al teléfono a magneto, accionado a manivela, que nos comunicaba directamente con el despacho presidencial de La Moneda. Los golpistas ya habían amenazado bombardear el histórico palacio de gobierno. Contesté el llamado telefónico. Era la inconfundible voz del Presidente Allende.


– ¿Quién habla?
– Ravest, compañero…
– Necesito que me saquen al aire, inmediatamente, compañero…
– Deme un minuto, para ordenar la grabación…
– No, compañero. Preciso que me saquen al aire inmediatamente, no hay tiempo que perder…

Sin sacarme la bocina de la oreja, grité a Amado Felipe –quien se encontraba al frente de las perillas del control en el estudio- que instalara una cinta para grabarle y a Leonardo Cáceres, que corriera al micrófono a fin de anunciar al Presidente. Allende debe haber escuchado esos gritos. Le pedí: “Cuente tres, por favor, compañero, y parta…”.

Pese al nerviosismo de esos instantes, Amado Felipe –un gordo hiperkinético siempre jovial, hijo de refugiados españoles- tuvo la sangre fría o la clarividencia histórica de empezar a difundir al aire los primeros acordes de la Canción Nacional, a los que se mezcló la voz de Leonardo Cáceres, anunciando las que serían las últimas palabras del Presidente constitucional.

La tensión del momento explica por qué en esa grabación no sólo aparece la voz de Allende. A Felipe se le quedó abierto el micrófono de ambiente, hecho que aclara por qué en su original ella registrara mi voz pidiendo a gritos a alguien: “¡Cierren esa puerta, huevones!”. Los asaltantes de La Moneda, por su parte, le pusieron o añadieron su música de fondo: balazos, disparos de artillería y hasta ruidos de aviones. No eran momentos protocolares. Tras su última frase y, sin colgar, Allende me añadió un escueto: “No hay más, compañero, eso es todo”. Y como siempre ocurre en ciertas circunstancias solemnes o dramáticas, no faltó el añadido de una nota ridícula. Soy su autor. A modo de despedida le dije: “Cuídese, compañero”.

Tras haber presentado a Allende ante el micrófono. Leonardo se acercó a mi lado, junto a la Plancha. Ambos habíamos escuchado aquellas últimas palabras. Le comenté escuetamente: “Este es su testamento político. Flaco, estamos sonados…”. Con un locutor y otro periodista proseguimos la transmisión de la Magallanes. Estuvimos de acuerdo en difundir por segunda vez el discurso de Allende. Alrededor de las 10.20 de esa mañana, imprevistamente, nos sacaron del aire. Tratamos de establecer comunicación telefónica con la planta. Nadie respondió. Dedujimos que ya estaba en poder de los golpistas y nuestros compañeros muertos o detenidos.

En una breve reunión decidimos que lo único cuerdo en ese momento era desalojar los estudios. Amado Felipe, quien era el secretario político de nuestra célula del PC, y yo, decidimos quedarnos para revisar si en los estudios había papeles con nombres o menciones partidarias. Todo indicaba que un estilo de fascismo mapochino actuaba ahora desembozadamente.

Tras una despedida que no dejó de ser emocional, porque no era seguro que volviéramos a vernos vivos, varios compañeros reiteraron su fervor irrenunciable hacia la causa que encabezara el Presidente Allende. Cada uno partió a su hogar, porque ya se había hecho público que a las 14 horas comenzaba el toque de queda. Los dos compañeros de “seguridad” que nos había asignado el Comité Regional Capital del PC, prefirieron quedarse con nosotros.

Los dos días siguientes fueron agobiadoramente largos y tensos. Nos dividimos la tarea de la vigilancia de la radio, ahora convertida en ratonera, pues contaba con un solo acceso por la escalera y los ascensores. Nos esforzábamos por no ser sorprendidos si ocurría el allanamiento. Dormíamos por turnos. Volvimos a hacer una acuciosa revisión de todos los estudios. Lo más provechoso que hicimos con Amado Felipe fue dedicar muchas horas a reproducir las últimas palabras de Allende en unos pequeños carretes de cinta magnética. Así llegó el mediodía del jueves 13. Levantado el toque de queda, cerramos los estudios con llave. Nos despedimos antes de abandonar el pasaje Imperio. A Amado Felipe nunca más lo volví a ver.


Tres meses más tarde yo me asilaba en dependencias de la embajada de la entonces República Federal de Alemania, en un piso alto frente al Municipal, mediante los oficios solidarios del Agregado de Prensa Raban von Metzinger. Tuve que hacerlo porque a los generales de la Junta no les agradó que Allende los hubiese tratado en su discurso como lo que eran: traidores. Se ordenó mi detención; la evadí al costo de permanecer con mi mujer y mi hija chica, tres meses en una oficina de esa embajada y diez años en el exilio.

Aquel jueves me encontré con Ligeia, mi mujer, en Huérfanos frente al cine Central. Toda la gran manzana estaba atestada de militares armados. A ella le habían asegurado que ya era viuda, pues “a todos los de la Magallanes los mataron”. Pero algún militar que se distrajo de las interferencias telefónicas a la radio posibilitó que nos pudiéramos contactar por esa vía el día anterior. Y aunque no sabía qué podría ocurrir después, me avisó que pasaría a buscarme apenas levantaran el toque de queda. Junto con abrazarnos, emocionados hasta la pepa del alma, ella me preguntó: “¿Traes algo comprometedor?”. Cándida y honestamente respondí que no. Al menos así lo consideraba. Pero en el abrazo me delataron las cintas grabadas. Me miró como sólo ella sabe hacerlo.
-Bah, de veras –respondí- son copias del discurso de Allende.

También me sacó, entre nuevos abrazos, mi carnet del PC. Los metió sigilosamente en su bolsa del infaltable tejido. Y como dos viejos amorosos caminamos despacio hacia la casa de nuestra hija en el centro. Allí permanecimos un día. Y partimos hacia nuestra casa en Macul.

Así creí que terminaba esta historia. Pero siguió. Por medio de un “correo” envié diez de esas cintas grabadas a don Américo Zorrilla, quien participaba entonces en la dirección clandestina del PC, pues ya había recibido el encargo de repartir el resto entre el enjambre de corresponsales extranjeros que entonces pululaba en Santiago.

Nunca volví a ver a Amado Felipe, nuestro jefe de radiooperadores: incluido “democráticamente” en lista negra por los empresarios radiales y absolutamente cesante, se suicidó tiempo más tarde.


Testimonio
«El control bajó el volumen de la música y yo anuncié al Presidente»

Por Leonardo Cáceres


El 11 de septiembre de 1973 era martes y estaba nublado. Me desperté muy temprano, cuando el teléfono me transmitió la nerviosa información de un amigo que trabajaba en Investigaciones: estaba confirmado que había un levantamiento militar en curso, y en Valparaíso, la escuadra que participaba en la Operación Unitas había vuelto al puerto. Yo nunca había estado en un golpe de Estado. No sabía ni remotamente qué hacer ni de qué preocuparme.

Miraba pensativo por una ventana de mi casa, en la calle Tomás Moro, cuando vi que se abrían las puertas de la cercana residencia presidencial y tres o cuatro autos Fiat, escoltados por varias “tanquetas” de carabineros, salían a toda velocidad y se dirigieron hacia la avenida Colón. Ya no me cupo duda, algo grave estaba pasando: en uno de esos autos iba el Presidente Allende.

En mi citroneta me fui al centro, donde trabajaba como jefe de prensa de Radio Magallanes. En camino por Apoquindo y Providencia fui escuchando radio. Pasaba de la Agricultura, que emitía la marcial voz de Gabito Hernández alternada con la lectura de los primeros bandos militares y discos de Los Cuatro Cuartos, Los Quincheros y similares; a la Corporación y la Portales. De pronto escuché la voz del Presidente. Fue su primer mensaje. Él se había comunicado con Radio Corporación, como supe después.

Las emisoras de izquierda (Portales, Corporación, Magallanes, Candelaria, Recabarren y alguna más) integraban una cadena voluntaria y militante, La Voz de la Patria, que se enganchaba cada vez que era necesario para respaldar al Gobierno Popular, como réplica a la poderosa cadena de la oposición que tenía como cabeza a la Agricultura.


Llegué a la radio, en calle Estado con Agustinas, poco después de las 8. Ya estaban todos. Guillermo Ravest, el director, Eulogio Suárez, el gerente; los periodistas, los locutores. Se vivía un clima de máxima tensión, con la adrenalina a tope. Se intercambiaban las noticias con los rumores en medio de una sensación de caos. Sonaban todos los teléfonos al mismo tiempo. El Presidente volvió a dirigir al país un breve mensaje.

Hicimos la “pauta” del día sobre la marcha, envié periodistas a las sedes de los partidos y de la Central Única de Trabajadores, a la Asistencia Pública y, en especial, despachamos un móvil con tres periodistas a la planta transmisora de la Radio. ¿Quién podría asegurarnos que los golpistas no intentaran silenciar las radios, y para ello ocuparan los estudios de la calle Estado? En ese caso, la radio podría seguir transmitiendo desde la misma planta.

Muy temprano, ese día, los militares habían silenciado la radio de la Universidad Técnica del Estado. Poco después la Corporación. Así, la Magallanes quedó sola en el aire.

Redactábamos noticias a toda velocidad y las pasábamos al estudio para que los locutores las leyeran entre un disco y otro del Quilapayún o el Inti Illimani. En cierto momento entré al estudio y me quedé ayudando a leer unos comunicados de los cordones industriales y de la CUT. De pronto Ravest aparece agitando los brazos y tocando el cristal que separaba al estudio de la sala de control. En esta última había un teléfono a magneto conectado en directo con la oficina del Presidente en La Moneda. Había teléfonos similares a éste en las radios Portales y Corporación. Ravest nos dijo por comunicación interna que Allende estaba en línea y que teníamos anunciarlo de inmediato, sin esperar el final del disco que tocábamos. De inmediato. El control bajó el volumen de la música y yo anuncié al Presidente.

Ninguno de nosotros sabía que ésta iba a ser la última vez que el Presidente Allende hablara al país. No lo sabíamos, pero yo creo que sí. Era clarísimo, estaba hablando con la vista fija en los chilenos del futuro, en los que iban a sobrevivir al golpe, en los que iban a oír su voz diez, veinte o treinta años después. Allende habló para la historia.


El trabajo seguía, nervioso, en los estudios. Escuchábamos la voz del Presidente y al mismo tiempo ordenábamos los textos que se iban a leer a continuación y discutíamos con los periodistas. El radioperador había dejado abiertos los micrófonos del estudio mientras se emitía la voz del Presidente y por eso, en las grabaciones de ese histórico discurso, se oyen de fondo voces y órdenes.

Terminó el discurso presidencial y siguió la transmisión especial… hasta que alguien nos avisó que la planta transmisora había sido asaltada por un comando militar, el personal que allí estaba había sido detenido, y nosotros ya no estábamos en el aire. Nadie se fue a su casa, todos nos quedamos en la radio esperando lo que iba a venir.

Un par de horas después vimos por las ventanas de la calle Estado, que daban al poniente, a los aviones Hawker Hunter que lanzaban cohetes sobre La Moneda. Segundos más tarde, las llamas de un gigantesco incendio. Se quemaba la historia, nuestra historia, se incendiaban los símbolos de estabilidad y confianza en nuestra patria, en la democracia, en el avance hacia un país mejor y más justo. La feroz hoguera duró 17 años.


Escuche aquí el último discurso del Presidente Salvador Allende

2022/01/28

Allende sigue siendo un icono de la izquierda chilena

Salvador Allende Gossens entró en contacto con el pensamiento socialista desde su primera juventud, cuando militaba en política estudantil. Una vez concluido el servicio militar, cursó la carrera de medicina en la Universidad de Chile (UC). Allí participó del movimiento de izquierda Avance, del cual sería expulsado por apoyar prácticas consideradas democráticas. 


Valparaíso, 1908 – Santiago (Chile), 1973


En 1933 fundó con otros compañeros el Partido Socialista, en el que militaría durante toda su vida. Cuatro años después participó de la campaña parlamentaria y apoyó la campaña presidencial de Pedro Aguirre Cerda. Tras la doble victoria fue nombrado ministro de Salud y optó por renunciar a su banca en el Poder Legislativo de Valparaíso. Escribió el libro La realidad médico-social chilena y en 1941 viajó a Perú, donde se reunió con militantes de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Al año siguiente asumió la Secretaría del Partido Socialista.


Tras su experiencia en el Poder Ejecutivo, fue electo como miembro del Senado en 1945, 1953, 1961 y 1969 por diferentes regiones. Su desempeño en el Poder Legislativo se caracterizó por la defensa del socialismo moderado y la soberanía nacional, y también por el combate contra la desigualdad, el imperialismo y los oligopolios. Otra postura que lo acompañó toda la vida fue su internacionalismo, del que dan testimonio sus viajes a la Unión Soviética y otros países del bloque socialista. En 1959 viajó a Cuba, donde reconoció los méritos de la Revolución Cubana, y posteriormente denunció el bloqueo de los Estados Unidos. Tuvo amistad con Fidel Castro y diálogo con Ernesto Che Guevara. Fue a recibir a los guerrilleros sobrevivientes del grupo del Che en la frontera con Bolivia para garantizar su integridad física, y en 1968 encabezó la delegación chilena en el encuentro de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).

Adversarios

Mientras la carrera política de Allende ascendía sin pausa, sus enemigos se fortalecían. El más visible de sus adversarios era la prensa conservadora, liderada por el diario El Mercurio, medio que, según una entrevista al líder socialista, representaba a los bancos y monopolios. Allende tuvo un intenso enfrentamiento con Agustín Edwards, dueño del Banco Edwards y mayor accionista de ese diario. Los sectores vinculados al capital extranjero también eran conscientes de que defendía posiciones contrarias a sus intereses.


Allende recibe la banda presidencial (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile)


Allende fue derrotado tres veces antes de ser electo presidente. La primera en 1952, contra el general Carlos Ibáñez, oportunidad en que los comunistas se aliaron con facciones socialistas. La segunda, en 1958, tras la reunificación de los partidos socialistas –hecho que fortaleció las alianzas con el Partido Comunista y otros movimientos como la Acción Popular Independiente (API) en el marco de la coalición Frente de Acción Popular (FRAP)–. Allende conquistó el segundo lugar, con apenas 35.000 votos de diferencia con Jorge Alessandri Rodríguez. La tercera vez, en 1964, Allende fue derrotado como candidato del FRAP contra Eduardo Frei Montalva, quien proponía un proyecto reformista-conservador apoyado por los Estados Unidos y parcialmente financiado por la CIA.


En 1970, Allende volvió a presentarse como candidato a la presidencia de la República por la coalición Unidad Popular. Entre los factores que lo favorecieron en esta instancia cabe mencionar el apoyo de las clases populares, la creciente radicalización del campo y los sectores urbanos marginados, y la crisis económica que desgastó al gobierno democratacristiano de Frei. Entre los factores negativos se destacan la embestida contra la política exterior norteamericana –que intensificó su intolerancia a los gobiernos izquierdistas en la región y la condujo a orquestar golpes de Estado por medio de la CIA–, la fuerza de la dictadura militar brasileña, el desgaste del candidato entre sus compañeros por haber perdido tres elecciones presidenciales, la fe de Allende en la vía pacífica del socialismo –que no era una posición consensuada–, la polarización de la sociedad chilena y los ataques de la prensa conservadora.


Los tres últimos años


En medio de ese escenario turbulento, Allende ganó las elecciones el 4 de septiembre de 1970 por un pequeño margen, lo que dejó en claro las futuras dificultades que enfrentaría para gobernar. Nacionalizó el cobre y fortaleció el planeamiento estatal de la economía, pero tuvo dificultades para extender la nacionalización a otras empresas, según preveía su programa de gobierno, debido a la oposición del Congreso y la Justicia. Después de un año en el poder, su gobierno enfrentó intensos boicots –tanto por parte de las empresas como del Congreso– y recrudecieron los ataques de la prensa y los actos terroristas del grupo de extrema derecha Patria y Libertad.

Al ver que las condiciones empeoraban, Allende buscó aliarse con aquellos sectores políticos de centro y del Ejército que consideraba legalistas y constituyó un gabinete cívico-militar. Ese hecho provocó críticas acerbas de la izquierda, principalmente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y de la izquierda del Partido Socialista. Pero la divisoria de aguas fue el conato de golpe del día 29 de junio de 1973, que, si bien no alcanzó su objetivo, puso en evidencia la fragilidad de la izquierda chilena.


Marcha para apoyar a Allende durante la campaña presidencial, en 1964 (US Library of Congress)


A raíz de la intensificación de las protestas, Allende consultó al militar Augusto Pinochet –quien formaba parte del gabinete– sobre la convocatoria a un plebiscito que se realizaría el 11 de septiembre de 1973 para asegurar la transición democrática de gobierno. Las Fuerzas Armadas se adelantaron y orquestaron un golpe de Estado para ese mismo día.

El día del golpe, Allende durmió en su casa y luego concurrió al Palacio La Moneda ya prevenido, porque le habían informado que el Palacio estaba cercado por tanques. Habló por radio al país esa misma mañana, llamando a la resistencia, pero esta vez el golpe tenía mucha más fuerza que el intento anterior. Recibió numerosas llamadas telefónicas de apoyo, incluso una del dirigente del MIR, Miguel Enríquez Espinosa, quien le ofreció un plan de rescate. Pero el presidente estaba decidido a resistir hasta el fin en el Palacio. También rechazó la propuesta de unos oficiales, que le ofrecieron un avión para dejar el país en compañía de su familia. Combatió ferozmente a las tropas que cercaban el Palacio, con casco de minero y un fusil soviético AK-47, regalo de Fidel Castro. En su último discurso, pronunciado en el Palacio La Moneda el 11 de septiembre de 1973 y emitido por la radio de la Central Única de los Trabajadores, Allende se despidió de su pueblo reafirmando la certeza de una sociedad chilena más justa:
                              
Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino. Otros hombres superarán este momento gris y amargo, en el que pretende imponerse la traición. Sepan que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Allende sigue siendo un icono de la izquierda chilena, así como Luis Emilio Recabarren, Pablo Neruda, Gladys Marín Millie y Miguel Enríquez, entre muchos otros.
Fuente: Rodrigo Nobile

2022/01/27

¿Vale recordar, cuántos Allendes deben morir para que el pueblo latino pierda la vergüenza de defenderse?

 

En 1973, el ambiente de agitación en las calles de Chile indicaba que algo estaba por suceder. Enormes manifestaciones de apoyo al gobierno popular de Allende contrastaron con las grandes marchas organizadas por sus opositores de derecha.





El escenario, que culminaría con un golpe militar que llevaría al poder al dictador Pinochet, está magistralmente retratado en el premiado documental “La Batalla de Chile”, del entonces joven Patricio Guzmán. Y, viendo las escenas, es imposible no hacer una conexión con los hechos que ocurren hoy en Venezuela.

                
Las grabaciones comienzan el día de las elecciones parlamentarias chilenas, en 1973, bajo el gobierno de Allende, elegido en 1970 por la Unidad Popular (UP), una coalición de izquierda.


El país atravesaba una grave crisis económica que resultó en escasez y fue ampliamente explotada por la prensa y por los opositores de derecha del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Nacional (PN).


Manifestantes de la oposición salieron a las calles coreando contra el “marxismo que estaba destruyendo el país”. Por otro lado, los trabajadores organizados corearon en defensa de la UP, que en el gobierno proponía reformas de base y una verdadera revolución popular.

La PN y el PDC no ocultaron su objetivo. Ese día querían ganar 2/3 de los escaños en el Parlamento, lo que les daría el poder de destituir a Allende. E incluso antes de que se publicaran los resultados, la prensa ya informaba de la victoria de la derecha, que pronto salió a las calles a celebrar.


Pero el resultado final está por debajo de las expectativas, la Unidad Popular de izquierda obtiene más del 43% de los votos y socava el plan de la oposición. El mismo día, aún con la mayoría simple ganada, el PN y el PDC comenzaron a alegar fraude electoral, inflando las protestas opositoras en las calles, que se tornaron violentas.

A partir de entonces, la oposición adoptó una nueva postura: no dejaría gobernar a Allende. E intensifica el terrorismo comercial,creando una escasez artificial cada vez mayor. En respuesta, el gobierno fortalece las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP), encargadas de fiscalizar la distribución de productos básicos y denunciar a los especuladores. 






Tales organismos descubren enormes cantidades de stock de estos insumos escondidos en establecimientos comerciales, al servicio de la especulación y el mercado negro, y los redistribuyen entre la población, que forma inmensas filas para adquirirlos.

En el ámbito político, parlamentarios electos del PN y del PDC adelantaron su promesa de no dejar gobernar a la UP. Utilizando su mayoría simple, comenzaron a perseguir a Ministros y otras autoridades gubernamentales, como el Ministro de Economía, encargado de administrar la JAP, que distribuía alimentos a la población. En esta cacería de brujas, sin mayores pruebas, logran destituir a 2 autoridades y 7 Ministros en tan solo 3 meses. La oposición sólo se calmaría cuando, al proponer la destitución de todos los ministros del gobierno, tuvo que enfrentarse a una gran manifestación popular convocada por la CUT chilena.





Pero el boicot al gobierno no quedó ahí. Para acabar con la crisis de escasez creada artificialmente por la oposición y los dueños de los medios de producción, Allende expropió 49 industrias que boicotearon su propia producción. El Congreso reacciona rápidamente, aprobando una reforma que invalida las expropiaciones y elimina el derecho de veto del presidente. Apoyado por los trabajadores que se quejaron de las prácticas de los patrones y apoyaron la medida, Allende apeló a la Corte Constitucional sin éxito.


Durante los 6 meses que precedieron al golpe, la oposición parlamentaria aún bloqueó varios otros proyectos de la UP. Sin presentar ningún otro plan alternativo de gobierno, el PN y el PDC prohibirían la ley que castigaría los delitos económicos que provocaron el desabastecimiento del país, la ley que garantizaría la participación de los trabajadores en las fábricas y autogestionaría las empresas, la creación de dos Ministerios y el ajuste salarial.


Al mismo tiempo, en las calles apareció el grupo fascista “Patria y Libertad” que, portando escudos y cascos y contando con la participación de estudiantes de la Universidad Católica (los “hijos de la burguesía”), actuaría para causar disturbios. y crear inestabilidad a través de la violencia. Fueron patrocinados por empresarios como la Sociedade Nacional da Agricultura y la Sociedade de Fomento Fabril. Contaron con el apoyo de ex agentes de la CIA y del Departamento de Estado de Estados Unidos. De hecho, el propio gobierno estadounidense ya ha difundido documentos que confiesan la participación estadounidense en el golpe chileno.



En este escenario, los ánimos suben. Estudiantes opuestos a la reforma educativa, muchos de ellos de la Universidad Católica, se unen a la oposición. Por otro lado, los trabajadores salen a las calles en defensa de Allende. 


El 27 de abril, en un acto convocado por la CUT, al pasar frente a la sede del PDC, la multitud fue atacada con armas de fuego en la que murió un trabajador. En este período de organización de los trabajadores en torno a los sindicatos y en defensa del gobierno, las organizaciones patronales reaccionan. 


Los propietarios de autobuses declaran una huelga indefinida, mientras que los trabajadores responden utilizando camiones de sus fábricas para trabajar. Al mismo tiempo, las Fuerzas Armadas envían una carta pública al presidente para advertirle que actuarán de forma autónoma si no respeta la Constitución.

El movimiento de oposición se intensificaría entonces con la huelga de los trabajadores de la mina de cobre El Teniente. Fue la primera gran participación de un sector proletario en la oposición, en una mina que respondía por el 20% de las divisas de Chile. Vale recordar que, hasta el día de hoy, la extracción de cobre es la principal actividad de las finanzas chilenas y que, dos años antes, en 1971, el cobre había sido nacionalizado por el gobierno de Allende. 


A la huelga, sin embargo, se unió una minoría, con al menos el 60% de los mineros continuando trabajando durante la misma. A pesar de esto, la prensa infló el movimiento huelguístico e ignoró que la mayoría de los mineros apoyaban al gobierno. El paro no se extendió a otras minas importantes del país y, pese a contar con el apoyo y adhesión de comerciantes y transportistas, perdió fuerza y ​​finalizó en junio. 


En las ciudades aumentaron los conflictos, pero se sumaron los trabajadores organizados en torno a la UP y en defensa del gobierno popular de Allende. De la misma forma, las manifestaciones de oposición provenientes del PDC tuvieron buena adhesión.

Después de agotar todas las vías para evitar que Allende gobernara, con paros patronales, boicots parlamentarios, uso de medios tradicionales para desinformar y desabastecimiento artificial, la oposición finalmente recurriría a su último recurso.


A finales de junio daría un fallido intento de golpe de estado al intentar atacar el Palacio de La Moneda. En ese momento, las Fuerzas Armadas aún no habían establecido una posición golpista y el intento fracasó. Siguieron más de dos meses de guerra civil inminente, mientras los trabajadores discutían seriamente la posibilidad de tomar las armas para defender al gobierno, hasta que la derecha jugó su última carta.


Con amplio apoyo de las Fuerzas Armadas, el 11 de septiembre de 1973, la derecha chilena bombardeó el Palacio de La Moneda, provocó la muerte de Allende y finalmente llevó a cabo el golpe militar que, en pocos meses, llevaría al poder al dictador Pinochet.


                                           


Todos conocemos las consecuencias de este golpe, no muy distintas a las que ocurrieron en Brasil al mismo tiempo. Entrega, endeudamiento, inflación y un colapso económico al final del régimen. Hoy también es posible mirar hacia atrás y darse cuenta de que confiar en las instituciones de la democracia liberal fue un gran error táctico de la Unidad Popular.


Cuando se produjo el primer intento de golpe militar, demostrando que tales instituciones no cejaban en socavar el poder popular, Allende debió seguir el consejo del pueblo de disolver el Parlamento y armar los cordones y las comunas populares. No lo hizo por miedo a que el radicalismo legitimara la intervención, pero el golpe se dio de todos modos. A pesar de algunas peculiaridades, sorprenden las similitudes que trae este escenario pregolpista chileno con el caso actual de Venezuela.

Al igual que Chile, que nacionalizó el cobre en 1971, Venezuela también pasó por un proceso de nacionalización del petróleo. Ambos países cuentan, respectivamente, con grandes cantidades de estos productos, y sus economías están centradas en sus exploraciones. En Venezuela, esta nacionalización impulsó incluso a la derecha a un violento y frustrado intento de golpe de Estado en 2002.

En ambos casos, la medida llamó la atención del gobierno estadounidense, que ya admitió, a través de la divulgación de documentos, la injerencia de la CIA en el golpe chileno y, hoy, financia abiertamente a grupos de derecha venezolanos.


En Venezuela en 2015 los partidos de derecha obtuvieron la mayoría en el Parlamento y, al igual que en Chile en 1973, esta oposición ha jurado públicamente desde las elecciones que tiene como único objetivo derrocar al presidente. Al igual que en Chile, los venezolanos también están experimentando una grave crisis económica y escasez, para muchos, provocada artificialmente por la comunidad empresarial opositora.


Quizás inspirado por las JAP de Allende, Maduro creó los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) para combatir el problema. Algunos de estos Comités incluso han sufrido ataques de la derecha donde se quemaron toneladas de alimentos.

La situación venezolana también es similar a la chilena cuando analizamos la organización popular en las manifestaciones. En los últimos años, en Venezuela se han formado grupos de derecha, que en ocasiones incluso utilizan armas de fuego para dar un tono más violento a las protestas contra el gobierno, como lo hizo “Patria y Libertad” en Chile. Por otra parte, siguiendo el ejemplo chileno, existe una inmensa cantidad de organizaciones comunales y obreras dispuestas a defender el bolivarianismo venezolano. Tanto en el Chile de 1973 como en la Venezuela de hoy, la situación no es tan simple como pretenden demostrar los medios tradicionales.


Un país está formado por una serie de correlaciones de fuerzas y, como ya lo demostró el ejemplo chileno, un Presidente no siempre representa el lado más fuerte. En Venezuela, la oposición posee los medios de producción, el capital financiero y el apoyo estadounidense, y ha rechazado todos los llamados gubernamentales al diálogo.


Al igual que en el Chile anterior al golpe, los políticos venezolanos de derecha son dueños de los principales medios de comunicación del país y, desde la victoria de Chávez, los han utilizado para difundir información falsa y denunciar un fraude electoral que nunca existió. Todo indica que el interés popular, sin embargo, continúa del lado bolivariano, que concentra principalmente a las clases más pobres y trabajadoras del país.


En Brasil, es muy triste ver que parte de nuestra izquierda no ha aprendido de los viejos errores y parece tener miedo de escuchar las primeras críticas de un gran periódico.


Como dijo Gilberto Maringoni, en Venezuela no hay matices, ni un muro en el que puedas pararte cómodamente. Existe, en efecto, la inminencia de una guerra civil y una intervención exterior imperialista que la oposición venezolana ha querido desde que se vio incapaz de volver al poder.


Artículo basado en el documental “A Batalha do Chile”, de Patrício Guzman, y en el video producido por QuatroV.


La izquierda brasileña debe organizarse en torno a proyectos populares, no a espantapájaros que no construyen nada. También deben reconocer que ver terceras vías donde no existen significa sólo darse el privilegio del conformismo y el desapego. Su fragmentación y su obediencia a las reglas creadas por el capital siempre condujeron a su derrota.







Que el asesinato y muerte de Allende no esté condenada a repetirse eternamente en la historia de chile y America latina.

Promesas de Gabriel Boric, presidente electo de Chile, podrían no avanzar

Incluso victorioso, el exdirigente estudiantil deberá esforzarse por mantener la responsabilidad fiscal y evitar la fuga de capitales, además de controlar la inflación.


Gabriel Boric Presidente Electo de Chile

Nadie esperaba que el nuevo presidente de Chile, el exlíder estudiantil Gabriel Boric, ganara por un margen tan alto. Las encuestas apuntaban a una disputa equilibrada entre él y el candidato ultra derechista, Antônio Kast. Pero, cuando se abrieron las urnas, el izquierdista obtuvo casi el 56% de los votos, mientras que el opositor obtuvo poco más del 44%. 

La reacción del mercado financiero chileno fue reflejo del resultado. La bolsa de valores de Santiago cayó un 8%, mientras que el índice MSCI Chile, que rastrea las acciones chilenas, cerró la jornada con una caída del 10,7%. Un resultado ajustado dejaría menos margen de maniobra al presidente electo para nacionalizar la seguridad social en el país, su gran promesa de campaña. 

Con el voto más grande jamás recibido por un candidato presidencial, la percepción del mercado fue que ganó impulso para aumentar la presencia del estado en la economía. Es claro que en este momento los inversionistas dejan de lado las promesas de responsabilidad fiscal ante un escenario incierto. Pero el margen de maniobra del futuro presidente tampoco es grande. Este año se espera que la economía del país, recuperándose de los efectos de la pandemia, crezca un 11% frente a una caída del 5,7% en 2020.


PIB Chile
2021 +11%
2022 +2,5%


Sin embargo, el próximo año, el incremento del Producto Interno Bruto de Chile debería estar entre 2% y 3%, según el gobierno. Además, la pobreza creció en el país, alcanzando al 12% de la población. 


El Congreso chileno se dividirá entre izquierda y derecha, sin que ningún lado controle la Cámara de Diputados y el Senado. Y se espera que la inflación, que preocupa a los chilenos como a otros países, finalice el año en 6%. Tres veces más de lo que era antes de la pandemia. 


Es decir, aunque gane, el presidente deberá hacer un esfuerzo para mantener la responsabilidad fiscal y evitar la fuga de capitales, además de controlar la inflación. Los cambios en las pensiones parecen inevitables, ya que el modelo actual, que crea fondos individuales para los trabajadores en lugar de una pensión pública que pague las pensiones, como ocurre aquí en Brasil, parece agotado. Pero, como dijo la revista británica The Economist, la promesa del candidato Boric de enterrar el liberalismo económico en el país debe quedar en eso, una promesa no es lo que esperan los chilenos.






Banco Central de Chile sube tasa de interés básica de 4% a 5,5% anual



El Banco Central de Chile elevó su tasa de interés básica en 1,5 puntos porcentuales, de 4% a 5,5% anual, informó la institución este miércoles (26). La decisión fue unánime entre los miembros del Consejo y representó un incremento mayor al firmado el mes anterior.


En un comunicado emitido tras la reunión monetaria, los mandatarios dicen que la economía mundial ha perdido algo de su dinamismo, pero que las perspectivas para este año muestran mayores cambios.





Señalan que el repunte de casos de covid-19, significativo en varios países, provoca una menor movilidad y que se tuvieron en cuenta sus efectos sobre la actividad.



El banco central de Chile apuntó a presiones inflacionarias en todo el mundo y mayores riesgos geopolíticos, especialmente en Europa, con tensiones entre Rusia y Ucrania.


Con respecto a la economía chilena, los líderes señalan que los niveles de incertidumbre “siguen altos” en la comparación histórica y las tasas de interés de largo plazo mantienen un diferencial relevante en relación a sus pares externos.


Tanto el peso chileno como el mercado bursátil subieron alrededor de un 5%, mientras que las tasas de interés de corto plazo aumentaron en respuesta a una mayor inflación y expectativas de mayores tasas de política monetaria, se lee en el comunicado.

CEPAL dará a conocer las últimas estadísticas sobre pobreza y desigualdad en el contexto de una prolongada crisis sanitaria y social provocada por la pandemia

El Informe Panorama Social de América Latina 2021 será presentado este jueves 27 de enero en conferencia de prensa virtual por la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Regional de Naciones Unidas, Alicia Bárcena.




La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dará a conocer este jueves 27 de enero de 2022 su informe anual Panorama Social de América Latina 2021, en el que analiza el impacto social de la crisis provocada por la pandemia y presenta las estadísticas más recientes sobre pobreza, desigualdad y gasto social en la región.


El documento será presentado por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en una conferencia de prensa virtual en Santiago de Chile.

El estudio también analiza los profundos efectos de la prolongada crisis sanitaria en los sistemas de salud y protección social, así como los impactos en el mercado laboral generados por la pandemia, e incluye un capítulo que aborda la importancia de transitar hacia una sociedad del cuidado como horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género.

La conferencia de prensa se transmitirá en vivo vía Zoom a través del siguiente enlace: https://cepal-org.zoom.us/webinar/register/WN_b5v6Z33XS-y8oE2KR9IfWQ


Los periodistas interesados ​​en participar en la conferencia de prensa deben registrarse con anticipación. Recibirá un correo electrónico automático con instrucciones sobre cómo conectarse.


También se transmitirá en línea a través de la página web de la Institución: https://live.cepal.org/ y a través de redes sociales como: Twitter https://twitter.com/cepal_onu) y Facebook (https://www.facebook. com/cepal.un). Los periodistas podrán enviar sus preguntas con anticipación a la dirección de correo electrónico: conferenciaprensa@cepal.org, las cuales serán respondidas en vivo por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, una vez presentado el documento. Solo se recibirán consultas hasta las 11:30 am en Chile.