Unos 80.000 estudiantes, según los organizadores, y 25.000, según la policía, volvieron a exigir hoy en Santiago de Chile una educación pública y gratuita que termine con el sistema neoliberal de Augusto Pinochet, en vísperas del 40 aniversario del golpe de Estado.
Al grito de "Y va a caer la educación de Pinochet" y con pancartas con lemas como "A 40 años del golpe, el golpe lo damos nosotros", los jóvenes partieron de la céntrica Plaza Italia y concluyeron la marcha en las cercanías de la Estación Mapocho, donde, como es ya habitual, se registraron disturbios.
También se celebraron marchas en otras ciudades de Chile, como Valparaíso y Concepción.
Convocada por las principales agrupaciones de estudiantes universitarios y de secundaria y por el Colegio de Profesores, esta jornada de protesta se enmarca en el 40 aniversario, el próximo miércoles, del golpe de Estado contra Salvador Allende.
"Hace 40 años nuestra educación se convirtió en mercancía. Y hasta hoy lo sigue siendo", dijo a los periodistas el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), Andrés Fielbaum.
Fue el régimen militar el que en 1981 abrió la educación al sector privado, al tiempo que redujo las aportaciones del Estado a la enseñanza pública y transfirió su gestión del Ministerio a los municipios, cuestionados por cómo usan los recursos que reciben.
En estos tres años de protestas, el Gobierno de Sebastián Piñera ha aumentado las becas y reducido el importe de los créditos que los estudiantes suscriben para poder pagar sus estudios, pero no se ha planteado una reforma integral como estos exigen.
"Yo pago 300 dólares (230 euros) mensuales y, como estoy dentro del sistema de los créditos universitarios, aparte de eso tengo que pagar intereses", explicó hoy a la prensa Carolina Araya, que estudia Periodismo en una universidad privada.
"Voy a terminar pagando a 20 años el resto de mi carrera. Es una deuda que nos esclaviza", denunció.
Aunque están lejos de lograr su objetivo principal, los estudiantes han conseguido lo que no se hizo durante tres décadas: poner en cuestión el sistema educativo y concitar el apoyo de alrededor del 85 % de los chilenos, que, según las encuestas, respalda sus demandas.
"Estamos dando a conocer a la opinión pública una plataforma común de todos los actores, de los universitarios, secundarios, profesores y padres, y todos estamos concordando en un mismo planteamiento", dijo a la prensa el presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo.
Según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), la educación (44 %) figura como el tercer problema al que el Gobierno chileno debería dedicar mayor esfuerzo, solo superado por la delincuencia (47 %) y la salud (47 %).
Además, solo un 14 % cree que el Ejecutivo lo ha hecho bien en educación, aunque esta mala evaluación es constante desde que en 2011 estalló el movimiento estudiantil y ha afectado también a los cuatro ministros que han pasado por esa cartera.
Las propuestas sobre educación han ocupado también un papel relevante en la precampaña de las elecciones presidenciales de noviembre próximo.
Michelle Bachelet, favorita en los sondeos, ha prometido gratuidad en la enseñanza superior en un plazo de seis años, pero muchos desconfían de ella porque durante su mandato (2006-2010) no impulsó cambios cuando en 2006 los estudiantes de secundaria alertaron de su descontento durante la llamada "revolución pingüina".
Ahora, la crítica social va más allá y se extiende también al resto del armazón económico de Pinochet, que incluye el sistema privado de pensiones y el predominio de las empresas en el área de salud.
Por ello, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), que agrupa a los universitarios, presentó el miércoles un programa de once propuestas que incluye la renacionalización del cobre -principal riqueza del país- y una profunda reforma tributaria.
"Estamos protestando porque tenemos la herencia del sistema neoliberal, con pensiones bajas, un sistema educativo y de salud privado que se come al sistema público y salarios muy bajos", dijo hoy a la prensa Javier Sandoval, estudiante de secundaria de 18 años en la marcha.
Poco después, como suele ocurrir en estas manifestaciones, algunos jóvenes comenzaron a causar desórdenes, destruyeron señales, quemaron paradas de autobús, colocaron barricadas e incluso un grupo atacó con piedras la sede central del Servicio Electoral.
Al menos cinco carabineros y dos asistentes resultaron lesionados y varias personas fueron detenidas, aunque Carabineros no dispone aún de una cifra oficial.