Por Rodolfo Varela
En Chile, una vez más, los parlamentarios dan muestras de su desconexión con la realidad de millones de trabajadores y familias.
Esta semana, la Comisión de Trabajo aprobó la propuesta para otorgar un día de permiso laboral en caso de fallecimiento de una mascota o animal de compañía. La medida, que avanza ahora hacia la Sala de Sesiones, pretende reconocer el duelo de los dueños, pero obliga al trabajador a devolver esa jornada dentro de los 90 días siguientes.
Que quede claro: no se trata de atacar a los animales ni al amor que cada familia siente por sus mascotas. En un país donde millones consideran a su perro o gato como un miembro más del hogar, el sentimiento de pérdida es legítimo y respetable. El problema radica en el uso que se hace de los recursos y de la agenda legislativa, cuando hay temas infinitamente más urgentes que resolver.
Mientras los parlamentarios discuten permisos por duelo animal, Chile sigue esperando soluciones reales en materia de salud colapsada, educación de baja calidad, corrupción en todos los niveles del Estado, AFP que condenan a los jubilados a pensiones de hambre y una deuda histórica con las víctimas de la dictadura militar que nunca se ha saldado.
Costo económico de un día legislativo por duelo de mascotas
Un solo día de trabajo de todos los diputados chilenos cuesta aproximadamente 42 millones de pesos, pagados con los impuestos de los chilenos. Esto sin considerar el costo adicional de asesores, funcionarios y logística.
Concepto | Cantidada aproximada |
---|---|
Diputados | 155 |
Sueldo bruto promedio mensual | $6.000.000 CLP |
Días laborables al mes | 22 |
Costo por diputado por día | $272.727 CLP |
Costo total por un día legislativo | $42.272.685 CLP |
¿Es este realmente el debate que necesita el país, mientras millones de familias sufren con problemas mucho más graves?
La desconexión de la clase política con la realidad de la ciudadanía ya raya en la burla. No se discute el derecho al duelo, sino la falta de respeto hacia un país que exige respuestas concretas a sus problemas estructurales.
Chile no necesita gestos simbólicos que solo buscan titulares fáciles. Lo que exige es seriedad, responsabilidad y eficiencia en el uso de los recursos públicos. De lo contrario, seguiremos atrapados en una política de apariencias, donde la clase dirigente legisla para las redes sociales mientras la nación se desangra en deudas, desigualdad y frustración.