En América Latina, gran parte de los medios de comunicación han dejado de ser guardianes de la verdad para convertirse en voceros de gobiernos corruptos y de las élites que los financian. Lo que debería ser un servicio público esencial –informar con veracidad, objetividad y responsabilidad– se ha transformado en una maquinaria de manipulación y propaganda.
La palabra mágica: “Democracia”
Resulta repugnante ver cómo periodistas, locutores, locutoras y comentaristas utilizan la palabra “Democracia” como un escudo, una especie de palabra mágica para encubrir su militancia política y su sumisión a intereses económicos. Hablan de libertad de prensa, pero callan o distorsionan la realidad cuando esta incomoda a quienes les pagan.
Periodismo militante y lucrativo
Muchos profesionales del medio han traicionado la esencia de su oficio. Ya no buscan la verdad, sino proteger a partidos, gobiernos, asociaciones, ONG, reparticiones públicas y empresas que les garantizan privilegios. Su compromiso no es con la ciudadanía, sino con el poder y el dinero. No informan: manipulan. No entretienen: distraen. No investigan: encubren.
Mi denuncia como hombre de medios
Después de más de 50 años de trayectoria en radio y comunicación, y como exdirector de importantes emisoras en Chile, puedo decirlo con autoridad: gran parte del periodismo actual ha perdido su rumbo ético. La objetividad se ha vuelto una excepción y la verdad, una moneda de cambio.
Una traición a la sociedad
Cuando los medios se vuelven cómplices de la corrupción, dejan de cumplir su función democrática. En lugar de empoderar a la ciudadanía, la mantienen desinformada, alimentando el cinismo y debilitando las bases de cualquier sociedad libre.
Conclusión
La denuncia es clara: estamos frente a un sistema mediático que ha vendido su independencia y se refugia en la “Democracia” para justificar su servilismo. Mientras esto no se enfrente con valentía, el pueblo seguirá siendo víctima de la gran farsa informativa.