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2025/07/08

La misión olvidada de la radio chilena:

Comunicar con respeto, educar con claridad y defender nuestra identidad.

Por Rodolfo Varela

Como hombre de radio y profesional del micrófono, con décadas de experiencia y vocación, no puedo quedarme en silencio frente al deterioro que vive hoy la radio en Chile. 


Sergio Silva fue un destacado comunicador

No se trata solo de cambios tecnológicos: el verdadero problema está en el contenido, en el mal uso del idioma, en la falta de formación de muchos locutores, en el abandono de la música chilena, y en el olvido del rol educativo y cultural que siempre debió cumplir este medio.

Durante décadas, la radio fue escuela, compañía y espejo del país. Era un espacio que informaba con seriedad, educaba sin imponer y entretenía con respeto. Hoy, muchas emisoras —particularmente del dial FM— han reemplazado ese legado por modelos vacíos, superficiales y repetitivos, donde se habla mal, se improvisa sin contenido, y se ignora por completo el alma de lo chileno.


El idioma, reflejo de una crisis


En los años 60, Chile era reconocido como uno de los países donde mejor se hablaba el español en América Latina. Hoy, lamentablemente, es todo lo contrario. El lenguaje cotidiano está lleno de muletillas, anglicismos mal usados y modismos inentendibles. Muchos locutores refuerzan esta tendencia, transmitiendo un español empobrecido y carente de claridad. Hablar bien no es elitismo: es respeto por el oyente, por el idioma y por la profesión.


La música chilena: ausente en su propia casa


La música que suena en nuestras radios responde más a intereses comerciales extranjeros que a una real conexión con el pueblo. Predominan los ritmos importados —colombianos, centroamericanos, estadounidenses— mientras los artistas chilenos quedan fuera del dial. La radio no cumple su rol de difusora de identidad nacional. ¿Qué joven puede enamorarse de su cultura si no la escucha?



            Ricardo Garcia                                                            Edmundo Soto


El Festival de Viña del Mar, alguna vez orgullo de la canción chilena, hoy es una vitrina para la industria foránea. Y la radio, lejos de corregir el rumbo, lo sigue ciegamente.


Radios comunitarias: esperanza y lucha


En este panorama, las radios comunitarias son un faro de resistencia. Los chilenos las valoran por su cercanía, participación ciudadana y contenido local. Son espacios donde los barrios hablan, donde las comunidades se reconocen. Sin embargo, enfrentan enormes desafíos: falta de profesionalización, precariedad económica y escasa visibilidad. Aun así, cumplen una función que los grandes medios han olvidado.



                   Sergio Campos                                            Enrique Maluenda

El desafío: reconstruir con dignidad


Chile necesita una radio que hable bien, que piense y que conecte con su gente. Que eduque sin aburrir, que entretenga sin insultar la inteligencia, y que informe con responsabilidad. Como locutor profesional, formado en el respeto por el micrófono y la palabra, hago un llamado urgente a recuperar el espíritu de servicio público de la radio chilena.


                                               Miguel Angel San Martin

 

Un homenaje necesario a quienes dignificaron el micrófono


No puedo cerrar estas palabras sin rendir homenaje a quienes fueron verdaderos pilares de la radio chilena. Sergio Silva, Ricardo García, Edmundo Soto, Sergio Campos, Miguel Ángel San Martín, Enrique Maluenda, y tantos otros locutores que marcaron generaciones con su estilo, claridad, presencia y compromiso con la palabra bien dicha.

Ellos no solo informaban o entretenían: educaban, transmitían valores, cuidaban el idioma y respetaban a su audiencia. Nos enseñaron que ser locutor no es simplemente “hablar por hablar”, sino dar sentido, contexto, emoción y contenido a cada palabra que llega al oyente.


Voces actuales que mantienen viva la esencia radial


Y aunque mucho se ha perdido, también es justo reconocer a quienes hoy siguen sosteniendo con dignidad la verdadera misión de la radio. Quiero destacar a Mauricio Gómez y Alejandro Bustamante, dos locutores de la Radio Comunitaria Caracola 106.9 FM, quienes cada mañana informan, entretienen y, sobre todo, dan voz a su público, conectando con las comunidades y rescatando ese espíritu participativo que tanto necesitamos. Ellos representan la esperanza de que la buena radio no ha muerto: solo necesita más espacios, más apoyo y más respeto.


        Alejandro Bustamante                                                     Mauricio Gomez M.

comunicar con respeto, educar con claridad y defender nuestra identidad


Esa escuela no puede desaparecer. Es nuestra responsabilidad, como profesionales y como oyentes, exigir una radio que vuelva a dignificar el lenguaje, que valore a sus artistas, que escuche a sus comunidades y que honre a quienes abrieron camino con excelencia y ética.

Mientras haya un micrófono encendido, aún tenemos la posibilidad de hacerlo mejor.

Chile ante su espejo: el Estado expropiará parte de la Colonia Dignidad para construir un memorial de la memoria

 

Por Rodolfo Varela


El pasado lunes 7 de julio, el gobierno del presidente Gabriel Boric oficializó un anuncio tan histórico como necesario: la expropiación de 117 hectáreas del terreno donde funcionó por décadas la tristemente célebre Colonia Dignidad, con el objetivo de construir un sitio de memoria por los crímenes cometidos allí durante la dictadura de Pinochet. 


Colonia Dignidade: una secta nazi en Chile


El acto, encabezado por los ministros Jaime Gajardo (Justicia) y Carlos Montes (Vivienda), marca un paso decisivo en la deuda histórica que el Estado chileno mantiene con las víctimas de este enclave de horror.

Pero esta decisión, que debería unirnos como país en torno al nunca más, ha generado resistencias. ¿Por qué? Porque la Villa Baviera —nombre que hoy adopta el lugar— sigue habitada por descendientes y colonos vinculados, directa o indirectamente, con un pasado de esclavitud, represión y tortura. Y porque, lamentablemente, en Chile aún hay sectores que prefieren el olvido, la impunidad y la indiferencia.

Colonia Dignidad: una herida que no cierra

Fundada en 1961 por el exenfermero nazi Paul Schäfer, la Colonia Dignidad fue durante décadas una secta hermética donde reinaban el abuso sexual, el trabajo forzado y el adoctrinamiento. Con la llegada del golpe de Estado de 1973, el lugar se convirtió en centro clandestino de detención y tortura de opositores al régimen militar. Según cifras oficiales, al menos 26 personas desaparecieron en sus terrenos y muchas más fueron brutalmente torturadas allí, en complicidad con la DINA y el alto mando militar.

Pese a su historia criminal, la Colonia sobrevivió. Cambió de nombre, se maquilló como centro turístico y gastronómico alemán, e incluso recibió visitas de autoridades y turistas curiosos. En pocas palabras: la Villa Baviera logró reinsertarse en el tejido social del sur de Chile, mientras muchas de sus víctimas aún buscaban justicia, verdad y reparación.

El valor simbólico de la expropiación

Lo que hoy hace el Estado de Chile no es sólo adquirir tierras. Es recuperar un espacio de memoria para que no vuelva a ser un enclave de silencio, ni un rincón de olvido. Es una señal concreta de que no puede haber turismo ni normalidad donde hubo horror y muerte. La expropiación no borra el pasado, pero puede ser un gesto de justicia simbólica hacia el futuro.


Chile expropiará enclave de Colonia Dignidad usado por la dictadura


No obstante, el hecho de que algunos colonos resistan la medida —incluso cuestionando que el Estado les compre sus casas— pone en evidencia la fragilidad de nuestra conciencia histórica. ¿Cómo es posible que, en pleno 2025, aún haya quienes se opongan a resignificar un espacio donde se cometieron crímenes de lesa humanidad?

No hay democracia sólida sin memoria activa

Lo más grave sería que esta expropiación quede como un acto aislado, como una política de gobierno y no de Estado. Chile necesita construir una memoria institucional duradera, que no dependa del signo político del presidente de turno. Necesitamos más sitios de memoria, más educación sobre derechos humanos, más compromiso con la verdad, la justicia y la reparación integral.

El proceso no será sencillo. Implicará peritajes, avalúos, negociaciones, tensiones legales y sociales. Pero es indispensable. No sólo por respeto a las víctimas de la dictadura, sino porque un país que no enfrenta su historia está condenado a repetirla.

Que esta expropiación no sea sólo una noticia de julio. Que sea un punto de inflexión. Un acto de justicia. Un llamado a despertar la memoria dormida de un país que aún no ha terminado de mirar su propio espejo.

Chile Confronts Its Past: Government to Expropriate Part of Colonia Dignidad for Memorial Site

 

By Rodolfo Varela

On Monday, July 7, the government of President Gabriel Boric made an announcement as historic as it is necessary: the expropriation of 117 hectares of land once occupied by the infamous Colonia Dignidad, with the goal of building a memorial to honor the victims of crimes committed there during Pinochet’s dictatorship. 


Colonia Dignidade: una secta nazi en Chile

The act, led by Justice Minister Jaime Gajardo and Housing Minister Carlos Montes, represents a decisive step in addressing the historical debt the Chilean state owes to the victims of this enclave of terror.

But this decision—which should unite the country around the principle of "never again"—has sparked resistance. Why? Because Villa Baviera—today's name for the site—continues to be inhabited by descendants and former settlers connected, directly or indirectly, to a past of slavery, repression, and torture. And, sadly, because there are still sectors in Chile that prefer silence, impunity, and indifference over truth and justice.

Colonia Dignidad: A Wound That Has Not Healed

Founded in 1961 by former Nazi army medic Paul Schäfer, Colonia Dignidad functioned for decades as a closed, authoritarian sect where sexual abuse, forced labor, and indoctrination were rampant. After the 1973 military coup, the compound became a clandestine detention and torture center for political opponents of the regime. According to official records, at least 26 people disappeared within its borders, and many others were brutally tortured, with the full collaboration of the DINA and the military leadership.

Despite its criminal history, the colony survived. It changed its name, rebranded itself as a picturesque German-style tourist attraction, and even welcomed visitors and public officials. In other words: Villa Baviera managed to reintegrate into the social and economic fabric of southern Chile, while many of its victims still searched for truth, justice, and reparations.

The Symbolic Power of Expropriation

What the Chilean state is doing now is not just acquiring land. It is reclaiming a space of memory so that it never again becomes a sanctuary of silence. It is a tangible signal that there can be no tourism, no normalization, where horror and death once reigned. The expropriation won’t erase the past, but it can serve as a powerful gesture of symbolic justice for the future.


Chile expropiará enclave de Colonia Dignidad usado por la dictadura 



Still, the fact that some settlers oppose the measure—even questioning the state’s right to purchase their homes—reveals the fragility of our historical awareness. How is it possible that, in 2025, there are still those who resist turning a former torture site into a memorial?

No Strong Democracy Without Active Memory

The greatest danger would be for this expropriation to remain an isolated act, a government initiative rather than a national policy. Chile must build a lasting institutional memory that does not depend on which president holds office. We need more memorials, more education on human rights, and greater commitment to truth, justice, and full reparation.

The process won’t be easy. It will involve assessments, legal battles, negotiations, and social tensions. But it is absolutely necessary—not just out of respect for the victims of the dictatorship, but because a country that refuses to confront its past is doomed to repeat it.

Let this expropriation be more than a headline. Let it be a turning point. A gesture of justice. A wake-up call for a nation that still struggles to look itself in the mirror.