Páginas

2023/09/14

11 de septiembre: 50 años del golpe de EUA en el gobierno popular de Salvador Allende

 

Chile, a principios de los años 1970, pasó de la chispa a la agonía. El país con mayor tradición democrática de América Latina sufrió un duro golpe militar patrocinado y modelado por Estados Unidos en 1973. 





Allende en las calles de Chile (Crédito: Naul Ojeda/Archivos de Seguridad Nacional)


Trazados en el proyecto político encabezado por el Compañero Allende y abrazado por la mayoría del pueblo chileno, los inéditos contornos antiimperialistas de la historia chilena tomaron aspectos trágicos el 11 de septiembre de ese año basados ​​en la inhumanidad de una sangrienta dictadura militar y una doctrina económica neoliberal. 


En ese contexto, la sociedad chilena trajo chispas de un movimiento antiimperialista que cristalizó en las elecciones presidenciales de 1970. Estas elecciones presidenciales trajeron en su aire la posibilidad de una revolución socialista democrática. Toda la izquierda, con énfasis en el Partido Comunista, Partido Socialista, Partido Radical, Partido Socialdemócrata, Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y Acción Popular Independiente, se unificó en la Unidad Popular y lanzó la candidatura del Compañero Salvador Allende con un proyecto político basado, sobre todo , sobre las críticas al imperialismo estadounidense, los monopolios latinoamericanos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la clase dominante capitular, que guían la construcción de un Estado libre de la alienación política y la explotación del hombre por el hombre.



En plena Guerra Fría, la posibilidad de consolidar un gobierno socialista dentro del marco institucional en América Latina definitivamente hizo saltar las alarmas en Washington. Desde la década anterior, el gobierno estadounidense había estado, entre bastidores, monitoreando y actuando indirectamente en los procesos electorales chilenos. Mediante la financiación y el apoyo a los opositores a la candidatura de la Unidad Popular, la alianza Kissinger-Nixon-Friedman logró retrasar la construcción del socialismo popular y democrático en el país.


Sin embargo, en el proceso electoral de 1970 los esfuerzos de Estados Unidos fracasaron. Y, a pesar del voluminoso financiamiento de las candidaturas de la oposición y de la intensa propaganda anticomunista y antiAllende llevada a cabo por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Unidad Popular llegó al poder mediante el voto popular.



Allende Wins” | National Security Archive          Salvador Allende, en su desfile inaugural, el 3 de noviembre. 1970



Como era de esperar, la victoria del Compañero Allende en Chile no fue bien aceptada por el establishment político de la potencia hegemónica estadounidense. Con ello, EE.UU. intensifica la implementación de las directrices de un “manual de cambio de régimen”, iniciado en la década anterior. Directamente, Vijay Prashad, en el libro Balas de Washington, publicado en Brasil en 2020, nos demuestra las líneas de este manual, intensamente utilizado en otras intervenciones estadounidenses en la región y que consistió básicamente en: 1) Lobby en la opinión pública; 2) Elegir al “hombre adecuado” en el campo; 3) Asegurar que los generales estén listos; 4) Hacer gritar a la economía; 5) Implementar el aislamiento diplomático; 6) Organizar protestas masivas; 7) Esperar la luz verde; 8) Estudio sobre el asesinato y, finalmente; 9) Negación.



Desde 1958, año de la primera candidatura del Compañero Allende a la presidencia, agentes de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) implementaron operaciones basadas en el financiamiento de propaganda secreta, buscando socavar la popularidad del 
 Compañero Allende.



Henry Kissinger, asesor de seguridad nacional del entonces presidente Richard Nixon (1969-1974), aprobó, dentro de la Operación Destrucción, el envío de miles de dólares para una misión política de guerra, en la que él mismo expresó: “No veo por qué Tenemos que permanecer impasibles mientras un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su gente”. En Chile, la CIA trabajó intensamente difundiendo propaganda con reconocidos reporteros e importantes medios de comunicación nacionales e internacionales. Destaca el periódico de derecha El Mercúrio, financiado para promover mensajes, carteles y panfletos contra el Compañero Allende.


Además de movilizar a la opinión pública, los competidores de Allende en las elecciones presidenciales de 1964 y 1970, Eduardo Frei y Jorge Alessandri, respectivamente, contaron con el apoyo financiero de la CIA en su proceso de campaña electoral. James Petras y Morris Morley estiman que la CIA habría enviado alrededor de 20 millones de dólares para financiar y apoyar a los candidatos de la oposición. Sin embargo, los esfuerzos no se dieron sólo en el terreno político. El gobierno de Estados Unidos, nuevamente a través de su agencia de Inteligencia, también sumó a su estrategia el envío de recursos a organizaciones de la iglesia católica que ya se habían declarado en contra del entonces candidato socialista.



La noche del 3 de septiembre de 1970, en vísperas de que el pueblo chileno acudiera a las urnas, el entonces embajador de Estados Unidos, Edward Korry, se reunió con el entonces presidente de Chile, Eduardo Frei. La reunión tenía un objetivo declarado: discutir las próximas elecciones. Entre conversaciones, los dos actores llegaron a la conclusión de que el trabajo de propaganda ya se había hecho, y con éxito, lo que llevó al embajador Korry a vaticinar que Allende perdería las elecciones. La perspectiva era que ganara Jorge Alessandri, del Partido Nacional. Una victoria que también fue para Estados Unidos.



El 4 de septiembre de 1970, los esfuerzos de Estados Unidos resultaron un fracaso. Todos los medios nacionales anunciaron la victoria de Unidad Popular y Allende. Tras el anuncio de los resultados electorales, el embajador Edward Korry expresó, en un telegrama enviado a Washington, titulado “Allende gana”, que “Chile votó con calma para tener un Estado marxista-leninista, la primera nación del mundo en hacer esta elección libremente”. y conscientemente. [Hemos] sufrido una dolorosa derrota; las consecuencias serán nacionales e internacionales; "las repercusiones tendrán un impacto inmediato en algunos países y un efecto retardado en otros".




Edward M. Korry (derecha) con el entonces presidente John F. Kennedy, en 1963 (Fuente: Abbie Rowe/Biblioteca JKF)


La elección que convirtió al Compañero Allende, candidato con un programa socialista, en presidente de Chile fue un hecho sin precedentes en la historia del continente. A pesar de las innumerables injerencias externas operadas por Estados Unidos, el 36% de la población –1.075.616 ciudadanos– depositó en las urnas su confianza en el proyecto de la Unidad Popular. Con el fin de deslegitimar la voluntad popular del pueblo chileno, Edward Korry elaboró ​​una serie de informes que expresaban su indignación por el resultado electoral, los cuales se hacen evidentes al analizar los siguientes extractos:



Hace tiempo que convivimos con un cadáver entre nosotros, y se llama Chile […] La descomposición no huele menos mal por el civismo que la acompaña. Los chilenos podían, como siempre, hablar sin cesar por televisión y radio y, en las primeras horas de hoy, como si nada hubiera cambiado y la pantalla pasó de programas de variedades a mesas redondas de políticos pontificando tan tontamente como siempre. A los chilenos les gusta morir en paz y con la boca abierta (Archivo de Seguridad Nacional, 2023).



La victoria del Compañero Allende fue tratada por Estados Unidos como una cuestión de seguridad nacional. Como dejó claro Kissinger, Estados Unidos no podía aceptar un segundo Estado comunista en el hemisferio occidental. En sus palabras, “estábamos convencidos de que pronto estaría incitando políticas antiamericanas, atacando la solidaridad hemisférica, haciendo causa común con Cuba, tarde o temprano, estableciendo estrechas relaciones con la Unión Soviética” (Kissinger apud Ayerbe, 2002, p. 188).



De esta manera, los agentes políticos de Estados Unidos continuaron los lineamientos del manual de cambio de régimen, financiando, a través de volúmenes de capital sin precedentes, a las Fuerzas Armadas de Chile, y enumerando, en ellas, a los “favoritos de la CIA” –en otras palabras, agentes Chilenos leales a Estados Unidos. A modo de ilustración, se estima que, durante los dos primeros años del gobierno del  Allende, Estados Unidos asignó al menos 45 millones de dólares a las Fuerzas Armadas de Chile, en forma de ayuda militar.



Al mismo tiempo, Estados Unidos inició un plan de desestabilización económica con el objetivo de, como afirmó Nixon, “hacer gritar a la economía chilena”. En este sentido, el gobierno estadounidense, así como organismos internacionales vinculados a Bretton Woods, participaron de la estrategia que implicó estrictos bloqueos comerciales, recorte de recursos, inversiones y líneas de crédito con destino a Chile. Asociado al aislamiento económico, Estados Unidos también produjo un importante aislamiento político del país, a través de un profundo esfuerzo por excluir a Chile de la Organización de Estados Americanos (OEA).



Internamente, EE.UU. todavía promovía protestas masivas basadas, sobre todo, en la cooptación de líderes y líderes populares. Como afirma Prashad, el “bloqueo invisible de Nixon” asociado a condiciones internacionales adversas relacionadas con la caída del precio del cobre y el aumento de los precios de los alimentos, además de la cooptación de estos líderes populares, permitieron el estallido de intensas huelgas y protestas a lo largo del país. Chile que contribuyó aún más a la desestabilización económica y política del gobierno del Compañero Allende.



La combinación de todos estos procesos y dinámicas fue el detonante necesario para el estallido del sangriento golpe militar que puso al traidor  Augusto Pinochet en el poder, desvió al país de la construcción de una sociedad socialista y dejó un rastro de austeridad, corrupción y muerte visible hasta el día de hoy.