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2025/11/03

Hasta cuándo siguen hablando de democracia y justicia

Por Rodolfo Varela

Han pasado más de cinco décadas desde el golpe militar, y Chile continúa cargando con una deuda histórica vergonzosa: la falta de verdad, justicia y reparación real para las víctimas de la dictadura.


Patricio Aylwin Azócar  



Pero lo más indignante es que esa deuda no es solo responsabilidad de la derecha.
Los gobiernos que llegaron después —de izquierda y de centroizquierda— también fallaron, una y otra vez, en cumplir sus promesas con quienes más sufrieron.


Se olvidan de que fueron precisamente esos sectores los que gobernaron el país durante la mayor parte del período democrático. Sin embargo, los desaparecidos continúan desaparecidos, los torturados siguen siendo torturados por la indiferencia del Estado, y los exonerados políticos siguen siendo exonerados, marginados y olvidados por los mismos gobiernos que prometieron defenderlos.


Eduardo Frei Ruiz–Tagle 


Esa izquierda que hoy se arroga la bandera de los derechos humanos no me representa.

Los niños y niñas secuestrados, abusados y vendidos como mercancía a familias extranjeras aún esperan justicia.
Los restos humanos acumulados en el Instituto Médico Legal siguen sin ser identificados porque la orden para hacerlo no llega.
El robo de las AFP continúa impune.
Y mientras tanto, los mismos políticos se llenan la boca hablando de democracia, justicia, derechos humanos y Estado de Derecho.
¿Hasta cuándo seguirán prometiendo lo que no cumplen?


En plena campaña presidencial, ningún candidato ha hablado con claridad sobre esta deuda pendiente.
Nadie ha mencionado a las víctimas de la dictadura, ni a las del gobierno de derecha de Sebastián Piñera, que también dejó su estela de represión y dolor.
El silencio es cómplice, y la impunidad —que durante décadas benefició a los civiles responsables del terrorismo de Estado— sigue viva y activa.


Verónica Michelle Bachelet Jeria 


Y lo más decepcionante es que los candidatos de izquierda tampoco han presentado nada nuevo.

Repiten las mismas narrativas vacías de siempre, las mismas promesas que jamás se cumplen.
No hay un programa de gobierno claro, ni una propuesta concreta que beneficie realmente a los sectores más humildes, a los trabajadores sacrificados por este sistema desigual e injusto.
Solo discursos, promesas y marketing político disfrazado de compromiso social.



Ricardo Froilán Lagos Escobar


Y en medio de ese panorama, Evelyn Matthei aparece como candidata presidencial, la misma que alguna vez justificó los crímenes como “los muertos necesarios”.
No olvidemos: es hija del general Fernando Matthei, miembro de la Junta Militar y cómplice directo de los crímenes cometidos en los años ochenta, entre ellos el asesinato del dirigente Jecar Neghme.

Su discurso no es casual; representa la continuidad del legado de impunidad y desprecio por los derechos humanos.


Recientemente, Matthei afirmó que el Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia no es un esfuerzo legítimo, sino un “acto de venganza”.
Sus palabras revelan un profundo desprecio por la vida humana, por los tratados internacionales y por el compromiso ético que toda sociedad democrática debería tener con la memoria y la justicia.
Una vez más, la candidata muestra su verdadera identidad, ligada al mundo civil que promovió y justificó el golpe militar.


Gabriel Boric Font


La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) ha sido clara:
La verdad y la justicia no son venganza.
El Plan Nacional de Búsqueda es una política de Estado, nacida del clamor de los familiares de las víctimas que por décadas han exigido saber dónde están sus seres queridos.


Desconocer ese derecho es revictimizar a quienes han sostenido con dignidad la lucha por la verdad.
La justicia y la memoria son un deber moral y jurídico para cualquier sociedad civilizada, y su negación es una afrenta al derecho internacional y a la humanidad misma.


Los ex presidentes, en pesos ¿Cuál es su costo fiscal?


Finalmente, debemos decirlo con total claridad:
Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser representan un proyecto político sin principios ni respeto por la vida humana.
Un proyecto guiado por intereses económicos y por la ambición de imponer un régimen de ultraderecha que amenaza con borrar décadas de avances democráticos y sociales.


Por la verdad, la justicia y la memoria.
Porque sin ellas, no hay democracia posible.