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2025/10/21

La Gran Farsa Política: Cuando la Izquierda y la Derecha se Parecen Demasiado

 Por Rodolfo Varela

En América Latina, la política se ha convertido en un espectáculo de mentiras, corrupción y manipulación. Los pueblos, cansados de décadas de promesas vacías, siguen atrapados entre dos extremos que en realidad se parecen más de lo que admiten: una derecha que defiende privilegios históricos y una izquierda que traiciona los ideales que dice representar. En Chile, esto se refleja con crudeza.


La Gran Farsa Política: Cuando la Izquierda y la Derecha se Parecen Demasiado

Muchos políticos, tanto de izquierda como de derecha, han utilizado la democracia para enriquecerse, mientras los barrios más humildes continúan sin viviendas dignas, sin salud ni educación de calidad. Hablan de derechos humanos en sus discursos, pero ignoran a los miles de compatriotas que viven sin dignidad. La expresidenta Michelle Bachelet es un claro ejemplo: se presenta como defensora internacional de los derechos humanos, pero en Chile nunca se preocupó realmente por los chilenos.


Incluso cuando intentó criticar las políticas del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, recibió una respuesta contundente. Bukele le recordó que ella jamás visitó El Salvador en tiempos de crisis, cuando el narcotráfico y la delincuencia dominaban las calles, asesinaban niños, violentaban niñas y destruían familias enteras, sin que la entonces Alta Comisionada hiciera nada. Fue un verdadero “tapaboca” que evidenció la incoherencia de quienes se arrogan la bandera de los derechos humanos, pero callan ante la tragedia de sus propios pueblos.


Bukele responde a opinión de Bachelet sobre derechos humanos en El Salvador.


Los chilenos no necesitan discursos vacíos, sino justicia real, viviendas, trabajo y respeto. Los políticos corruptos, disfrazados de demócratas, hablan de igualdad mientras se benefician del mismo sistema que dicen combatir. ¿Cómo pueden hablar de derechos humanos quienes han permitido que miles vivan en la miseria?


La crisis no es solo chilena: en toda América Latina vemos el mismo patrón. Gobiernos que manipulan el discurso de la justicia social para perpetuarse en el poder. Líderes populistas que se autoproclaman salvadores del pueblo mientras concentran poder, controlan medios de comunicación y destruyen las instituciones democráticas. Prometen participación ciudadana, pero terminan imponiendo decisiones desde la élite. Hablan de transparencia, pero encubren corrupción e impunidad.


La izquierda traiciona sus ideales.


Muchos de estos gobiernos, que se dicen progresistas, practican la dictadura judicial —el llamado lawfare (guerra legal)— usando la justicia como arma para silenciar a opositores y críticos honestos. Mientras tanto, las verdaderas causas populares se transforman en herramientas de propaganda.


Pero hay que dejarlo claro: esta facción de la llamada izquierda no representa a la verdadera izquierda ni a las personas honestas que luchan por justicia social, libertad y dignidad. Representan apenas un poder corrompido que se escuda en la historia y la ideología para seguir engañando a los pueblos.


La unidad mentirosa de la izquierda y la integración latinoamericana


Las políticas económicas de estos gobiernos, basadas en gasto público desmedido y mala administración, son insostenibles. Han frenado el desarrollo, espantado la inversión y mantenido a los países en la dependencia de materias primas. Lo prometido como justicia social se ha convertido en miseria administrada.


Los pueblos latinoamericanos merecen una izquierda y una derecha honestas, con principios éticos y compromiso real con la democracia y los derechos humanos. Pero para eso debemos abrir los ojos: no votar por los mismos, no votar por corruptos. Es hora de romper con el engaño de las élites políticas y construir una nueva generación de líderes comprometidos con la verdad, la justicia y la dignidad de nuestros pueblos.


Porque ya no bastan los discursos vacíos: lo que Chile y toda América Latina necesitan es coherencia, ética y acción.