Páginas

2025/11/27

La Amazonia real que muchos periodistas no quieren ver

Por Rodolfo Varela

En los últimos días se ha vuelto a repetir un fenómeno que ya conocemos muy bien en América Latina: periodistas extranjeros hablando de la Amazonia como si fuera un laboratorio experimental, un destino exótico o una vitrina climática… pero sin mencionar a la gente que vive allísu abandono histórico, su pobreza, su lucha diaria por sobrevivir.








El artículo de Fiona Harvey, publicado desde Belém, es un ejemplo perfecto de esta desconexión.


Fiona Harvey  Belém


Harvey describe lluvias, conferencias, debates legales y negociaciones interminables, pero no dice una palabra sobre la realidad brutal de millones de brasileños que habitan la región amazónica: familias enteras sin alcantarillado, sin agua potable, sin salud básica, sin empleo y sin la más mínima oportunidad de desarrollo. Gente que vive a la orilla de los ríos porque el Estado los empujó ahí, y que hoy es criminalizada por intentar sobrevivir.


Quien conoce la Amazonia de verdad —no los salones climatizados de la COP— sabe que esta región está marcada por décadas de abandono político.
Y lo más grave: ni siquiera los líderes originarios de la región defendieron a su pueblo. La ministra Marina Silva, nacida en el corazón amazónico, ha sido incapaz de ofrecer soluciones reales. Basta recordar cuando habitantes de su propia tierra le dijeron en su cara que ellos necesitaban defecar en los ríos porque no tenían alcantarillado, mientras ella utiliza baños de lujo en conferencias internacionales. Esa escena lo resume todo: dos mundos completamente distintos, el real y el que los políticos y ambientalistas profesionales quieren mostrar.


Atrapadas entre dos mundos, las poblaciones aisladas de la Amazonia luchan por mantener sus tradiciones.


Por eso afirmo, sin rodeos: la COP30 fue un fracaso.


No porque falten discursos bonitos, sino porque no se habló del ser humano amazónico, de ese brasileño olvidado que vive rodeado de riqueza ambiental y condenado a la miseria por decisiones tomadas lejos de su vida y de su realidad.


Se habló de “planes”, de “hojas de ruta”, de “transiciones energéticas”, de “documentos no vinculantes”… pero no se habló del niño que crece sin escuela, de la madre que cruza un río para llegar a un médico, del trabajador que muere de malaria porque el Estado nunca llegó.
Se habla del clima como si fuera una teoría abstracta, cuando en la Amazonia el clima es parte del cuerpo, del trabajo, de la rutina, del sufrimiento y de la comida de cada día.


La periodista Harvey mira la lluvia amazónica desde una sala sin ventanas y concluye que “en el mundo real el cambio está sucediendo”.


Yo le respondería:


El verdadero mundo real está a pocos kilómetros de donde usted escribió: vaya a verlo.
Vea a la gente. Escúchela. Entienda por qué están cansados de ser usados como telón de fondo en conferencias millonarias que no cambian nada.


Amazonas es el segundo estado con mayor porcentaje de personas en situación de pobreza.

La Amazonia no necesita discursos.
Necesita dignidad, infraestructura, empleo y respeto.

Y mientras los periodistas sigan escribiendo sobre la selva sin hablar de sus habitantes, seguirán participando en la misma desconexión que ha mantenido a la región en la miseria durante décadas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario