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2025/10/16

La falsa izquierda que traicionó a los pueblos de América Latina

Por Rodolfo Varela

Durante décadas, la palabra izquierda evocó esperanza. Fue sinónimo de justicia social, igualdad, educación pública y derechos para todos. Representaba la lucha de los pueblos humildes contra la opresión, la concentración de la riqueza y las dictaduras militares. 




Pero hoy, gran parte de esa izquierda se ha convertido en una facción de poder, que ha traicionado los ideales de libertad y justicia que alguna vez la inspiraron.


La izquierda que olvidó al pueblo


En toda América Latina, los partidos que se autoproclaman progresistas prometen redistribuir la riqueza, fortalecer la educación, la salud y la democracia. Sin embargo, una vez en el poder, muchos de sus dirigentes reproducen los mismos vicios de la derecha: corrupción, clientelismo, privilegios y enriquecimiento personal.
Mientras los pueblos continúan sumidos en la pobreza, los nuevos “revolucionarios” viajan en autos de lujo, gastan dinero público en viajes innecesarios y se aferran a cargos creados solo para mantener su estructura de poder.


Promesas rotas y desigualdad


América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. La brecha entre ricos y pobres no se ha reducido: por el contrario, crece a medida que los gobiernos se vuelven más corruptos e ineficientes. La delincuencia, el narcotráfico y el desempleo aumentan, mientras los servicios públicos colapsan.
Las promesas de bienestar social quedaron reducidas a discursos vacíos. Los verdaderos beneficiarios de estas políticas no son los trabajadores ni las familias humildes, sino las élites políticas que viven del Estado.




La manipulación del pueblo


Esta falsa izquierda se mantiene en el poder fomentando la dependencia económica y la ignorancia. Promueve subsidios temporales en lugar de empleos dignos, impone impuestos que ahogan a los emprendedores y utiliza los medios públicos como herramientas de propaganda.
Así, millones de latinoamericanos permanecen sometidos a un sistema que dice protegerlos, pero en realidad los utiliza como base electoral para perpetuarse.


El secuestro de la cultura


Hasta el mundo cultural ha sido cooptado. Con dinero público se financian artistas y colectivos que funcionan como instrumentos de propaganda de los gobiernos. Muchos de ellos realizan largas giras de tres o cuatro meses pagadas con fondos del Estado y, aun así, cobran entrada al público, cuando esos espectáculos deberían ser gratuitos.



El pueblo paga dos veces: con sus impuestos y con el precio de la entrada. Esta es otra muestra de que la izquierda actual no da nada gratis, ni siquiera la cultura, porque la ha transformado en un negocio político disfrazado de arte.


La deuda con las víctimas de las dictaduras


No podemos olvidar la deuda histórica que varios países latinoamericanos tienen con las víctimas de las dictaduras militares. En Chile, los gobiernos de izquierda no han hecho justicia: las pensiones de los exonerados políticos y de las víctimas siguen siendo miserables; los desaparecidos continúan en el olvido; y las madres que perdieron a sus hijos no encuentran sensibilidad ni respuestas del Estado.


Mientras tanto, cientos de cajas con restos humanos permanecen sin identificar en el Servicio Médico Legal, acumulando décadas de indiferencia. Cada cierto tiempo, los gobiernos prometen soluciones, usan el dolor de las familias como recurso electoral y luego vuelven al silencio.
Es el engaño más cruel: convertir la memoria en propaganda y la justicia en promesa vacía.


¿Dónde quedó la verdadera izquierda?


La auténtica izquierda latinoamericana —la que defendía la educación, la cultura, la libertad y la fraternidad— fue desplazada por una burocracia ciega y oportunista.
La verdadera izquierda no busca privilegios: busca justicia. No impone silencio: promueve pensamiento crítico. No manipula al pueblo: lo educa, lo libera y lo dignifica.


Salvador Allende,ex-Presidente de Chile



Estas facciones políticas que hoy se autoproclaman de izquierda viven mencionando a Salvador Allende o a José “Pepe” Mujica, verdaderos representantes del ideal humanista y popular de la izquierda latinoamericana.
Pero no se pueden comparar: Allende y Mujica fueron líderes honestos, coherentes, que sirvieron a su pueblo con humildad y sacrificio.


José “Pepe” Mujica, ex-presidente do Uruguai

Los actuales usurpadores de la izquierda solo usan sus nombres para justificarse, mientras se alejan cada día más de esos valores.

Porque la verdadera izquierda no traiciona al pueblo: vive y lucha por él.