- La economía brasileña creció el año pasado un 0,1 %, tras expandirse un 2,7 % en 2013, solo un 1,8 % en 2012 y un 3,9 % en 2011. Para este año las previsiones son peores y el mercado financiero espera una contracción del 1 %.
- Rousseff se enfrenta también a escenario político enrarecido por la investigación sobre las corruptelas en Petrobras, que mantienen casi paralizada a la que es la mayor empresa del país y que, por sí sola, responde por casi un 15 % del Producto Interno Bruto (PIB).
Brasil, “locomotora” de América Latina en los últimos años, llega a la Cumbre de las Américas lastrado por una economía casi en recesión y la crisis política generada por los escándalos de corrupción que afectan al Gobierno de Dilma Rousseff.
La mandataria fue reelegida en octubre pasado en unos muy reñidos comicios, en los que se impuso por apenas tres puntos porcentuales al senador opositorAécio Neves, y la de Panamá será su segunda Cumbre de las Américas, tras la celebrada en Cartagena de Indias (Colombia) en 2012.
Rousseff, quien llegó al poder en 2011, cuando sucedió a su mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, comenzó su segundo mandato el 1 de enero y desde entonces sus índices de popularidad se han desmoronado, abatidos por serias dificultades económicas y un colosal escándalo de corrupción en la estatal Petrobras.
Según datos oficiales, la economía brasileña creció el año pasado un 0,1 %, tras expandirse un 2,7 % en 2013, solo un 1,8 % en 2012 y un 3,9 % en 2011.
Para este año las previsiones son peores y el mercado financiero espera una contracción del 1 %, según una encuesta realizada por el Banco Central y publicada el pasado lunes.
En opinión de los analistas del sector privado, la situación económica es producto de gruesos errores en la gestión de Rousseff, como un excesivo proteccionismo y numerosos subsidios que ahora, en su segundo mandato, la mandataria intenta desmontar.
Rousseff también ha empezado a aplicar un duro ajuste fiscal, que implica una fuerte reducción del gasto público y alzas de la carga tributaria, con las que apunta a equilibrar las deficitarias cuentas públicas, que en 2014 cerraron en rojo por primera vez desde 2001.
Sin embargo, el propio Gobierno admite que el impacto del ajuste fiscal se sentirá en el medio plazo y que, en los primeros meses, la consecuencia será una contracción económica mayor.
Eso ocurre en un escenario en el que casi todos los indicadores económicos son negativos y la desconfianza de los inversores crece y se refleja en la bolsa de Sao Paulo y el mercado cambiario, en el que el real se ha devaluado hasta llegar a los niveles que tenía hace más de una década.
En 2014, la producción industrial cayó un 1,2 %; las inversiones mermaron un 4,4 % y el consumo familiar, el gran motor del mercado interno, aumentó sólo un 0,9 %, que supuso su peor desempeño desde 2003.
También el año pasado, la producción fabril, sobre todo en el estratégico sector automotor, cayó un 3,8 % y la construcción civil se contrajo un 2,6 %, todo lo cual encierra una seria amenaza para la tasa de desempleo, que llegó en febrero pasado a casi el 6 %, con un aumento de 1,6 puntos porcentuales en solamente dos meses.
Si el panorama económico es más que turbio, Rousseff se enfrenta también a escenario político enrarecido por la investigación sobre las corruptelas en Petrobras, que mantienen casi paralizada a la que es la mayor empresa del país y que, por sí sola, responde por casi un 15 % del Producto Interno Bruto (PIB).
El impacto económico de la corrupción en Petrobras, de la cual se sospecha que fueron desviados varios miles de millones de dólares, aún no ha sido dimensionado, pero puede agravarse aún más por la implicación en el caso de 18 de las grandes empresas privadas del país, en su mayoría de la estratégica área de la construcción.
Si el impacto económico aún se desconoce, el efecto político ya es devastador. Por ese escándalo, la policía abrió investigaciones contra 50 políticos, entre los que están los presidentes de las dos cámaras legislativas y otros 32 parlamentarios, en su gran mayoría de la base de apoyo a Rousseff.
Por ese caso, la justicia también ya ha imputado por los delitos de corrupción, lavado de dinero y asociación ilícita al tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Joao Vaccari, con lo cual ha llevado el escándalo a las puertas del palacio presidencial.
El pasado 15 de marzo, cerca de dos millones de personas tomaron las calles del país para protestar contra la corrupción y la gestión económica, y algunos grupos minoritarios y más radicales llegaron a exigir la destitución de Rousseff.
Para el domingo 12 de abril, cuando está previsto el regreso de Rousseff al país tras la Cumbre de las Américas en Panamá, han sido convocadas nuevas y masivas manifestaciones contra un Gobierno que, en sus primeros tres meses, está acorralado por una economía atascada y un escenario político enlodado por la corrupción.