El Barça se impone a un Rayo descarado al principio en partido adelantado de la jornada 17 de Liga (4-0), con goles de Alexis (2), Villa y Messi
Alexis Sánchez
Hasta entonces, el Barça parecía un equipo confuso, deprimido, atormentado por la presión individual por todo el campo de un Rayo atrevido que, durante media hora, desactivó todas las líneas de pase del grupo azulgrana.
José Ramón Sandoval, un entrenador tan innovador cuanto poco mediático, sorprendió a un Barça que tuvo que reinventarse constantemente en la primera parte. Comenzó con cuatro defensas el cuadro azulgrana y terminó con tres, jugando Alves de lateral, interior y extremo. También permutaron Villa y Alexis en punta, y la mejor versión de Messi llegó cuando el astro argentino actuó de mediapunta.
El partido empezó con mala pinta para el Barça y Villa monopolizó el malestar de parte de la afición. A los 10 minutos, el delantero internacional ya había sido silbado en dos ocasiones, aunque una hora y media después acabó siendo ovacionado en el Camp Nou. La línea que separa el odio y el amor fue demasiado delgada.
Ajedrez
Enredado como estaba el Barça, con Guardiola moviendo sus piezas como si de una partida de ajedrez se tratara, apareció Alexis, convertido en el mejor ansiolítico del campeón de Liga.
Al filo de la media hora, una rosca muy sutil del chileno desactivó al Rayo. Toda la estrategia de Sandoval saltó por los aires y su equipo, ordenado y consistente hasta entonces, se desmoronó en los últimos cinco minutos del primer acto.
Los goles de Alexis y Villa finiquitaron el duelo. Sandoval, entonces, supo que su equipo no saldría por la puerta grande y temía hacerlo por la enfermería. Un temor que se acrecentó con el estratosférico gol de Messi en los inicios de la segunda parte.
Quedaba todavía una eternidad y Guardiola retiró a Xavi e Iniesta, que acumulan mucha tralla. También hubiera dado descanso a Messi, pero ya se sabe que el argentino quiere jugarlo todo, y el Barça empezó a gustarse pero evitando sobreesfuerzos innecesarios, con Piqué forzando su quinta amarilla para que no peligre el clásico. El Levante, el sábado, y sobre todo el Madrid, el 10 de diciembre, examinarán el auténtico estado de salud del equipo.