El presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira, destacó el "alto nivel técnico" de todas las candidatas y resaltó que "no existen vencedores o vencidos", puesto que "todas ciudades sólo tienen que ganar" y las inversiones no solo se harán en las doce elegidas.
Blatter recordó que Brasil "es un continente", por lo que "no todo el mundo puede estar en esa competición", así que se tuvo que descartar cinco ciudades: Florianópolis (sur), Goiania (centro), Campo Grande (centro-oeste) y las ciudades amazónicas de Río Branco y Belém.
"Tuvimos en cuenta sobre todo las cuestiones técnicas. Queremos que el Mundial del 2014 sea un éxito del deporte y eso es lo que importa", agregó el máximo responsable de la FIFA.
No se ha escogido todavía ni la sede de la final ni la de ningún otro partido, aunque el estadio Maracaná de Río de Janeiro es el único candidato para acoger el partido decisivo, al igual que en 1950.
Lo más probable es que el partido de inauguración se juegue en Sao Paulo, mayor ciudad del país y capital de la región mejor representada en la Liga brasileña, con seis de los veinte equipos de primera división.
No obstante, le disputarán ese honor tanto Brasilia como Belo Horizonte, que han manifestado su interés y han presentado proyectos de estadios con capacidad suficiente.
Tras el anuncio, se extendieron las expresiones de alegría en las ciudades elegidas, en donde los comités organizadores ya tenían preparadas fiestas para celebrarlo.
En el Maracaná, los aficionados que esperaban al comienzo del partido de Liga entre el Flamengo y el Atlético Paranaense recibieron la noticia ondeando banderas de Brasil que había repartido la organización.
En el césped del estadio se desplegaron dos enormes pancartas amarillas con forma de camiseta en las que se podía leer "el nuevo Maracaná es nuestro y el Mundial de 2014 también".
El estadio Morumbí asistió a la divulgación de la lista con sus gradas repletas, puesto que el club Sao Paulo regaló a los aficionados las entradas para el partido contra el Cruzeiro y entregó camisetas amarillas, el color de la selección cinco veces campeona del mundo.