Por Rodolfo Varela
No hubo sorpresas. Chile eligió este domingo al ultraderechista José Antonio Kast como su próximo presidente, un resultado que marca un giro importante en la política del país, con implicaciones profundas para su futuro.
Desde 2010, Chile había mantenido una alternancia constante entre la izquierda y la derecha, con presidentes de centroizquierda y centro-derecha que consolidaron la estabilidad política y económica del país. Sin embargo, esa estabilidad se quebró en octubre de 2019, con el estallido social que desnudó una serie de frustraciones acumuladas, entre ellas la deuda histórica con las víctimas de la dictadura de Pinochet, la corrupción, la inseguridad y la pobreza generalizada.
El triunfo de Kast, quien obtuvo un 58,16% de los votos frente al 41,84% de la candidata de izquierda, Jeannette Jara, revela varios factores claves que explican su victoria, pero también plantea preguntas sobre los desafíos que se avecinan.
1. El miedo como motor del voto
Kast supo capitalizar este temor con un discurso de "mano dura" contra el crimen organizado y la migración irregular, cuestiones que se convirtieron en prioridades para muchos chilenos. La vinculación entre crimen organizado y migración irregular, especialmente con la presencia de grupos como el Tren de Aragua, le permitió conectar con un electorado que percibe estos temas como problemas urgentes a resolver.
2. Un giro hacia la moderación (¿o solo una estrategia electoral?)
Esta táctica le permitió a Kast arrastrar votos que en otra coyuntura habrían ido a parar a otros candidatos de la derecha, incluyendo el 20% de los votos obtenidos por el populista Franco Parisi. A diferencia de su postura anterior, esta estrategia más pragmática fue clave para su victoria histórica.
3. La derrota de la izquierda y la falta de renovación
Jara, además, representaba la continuidad de ese gobierno, lo que jugó en su contra. Su militancia comunista fue otro lastre importante, un factor que muchos consideran fundamental en su derrota. Aunque Jara intentó distanciarse de su origen, el estigma del comunismo, especialmente en ciertos sectores de la población, le pasó factura. En las comunas más acomodadas y en el mundo rural, Kast se impuso con contundencia.
4. ¿Qué le espera a Kast?
Además, las expectativas que él mismo ha generado sobre el control de la delincuencia y la migración son altas. En su primer discurso, fue claro al moderar esas expectativas, advirtiendo que los resultados no llegarán de la noche a la mañana. Pero, a medida que el tiempo pase, se verá si podrá cumplir con las promesas que lo llevaron al poder, o si el desgaste de su gestión terminará afectando su popularidad.
El futuro de Chile bajo su liderazgo no es aún claro, pero su victoria marca un cambio significativo en la política del país. Con un discurso alineado con tendencias autoritarias en algunos aspectos, y guiños hacia figuras como Javier Milei y Nayib Bukele, la pregunta es si Kast será capaz de mantenerse dentro de los márgenes democráticos o si optará por una agenda más radical.
Al final, su éxito se debe en gran medida a la disconformidad con la izquierda y el deseo de un cambio profundo. La pregunta ahora es si ese cambio será efectivo y si la coalición que lo apoya será capaz de mantener su cohesión a largo plazo.


