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2016/01/02

Latinoamérica:la crisis del populismo




La manera en que los sectores de oposición releven el poder será clave para evitar recrudecer la polarización.






Las recientes victorias de la oposición venezolana y argentina en el Parlamento y la Presidencia, respectivamente, evidencian la profunda crisis que los gobiernos populistas tienen en la región. La forma en que se administre el relevo de poder será clave para aminorar la confrontación, más, cuando ha sido caldo de cultivo para retener el poder.


Para diversos sectores, la transición de un modelo a otro en América Latina acaba de comenzar, pero sin duda será la economía el factor que determine la permanencia o equilibrio de los gobiernos, tomando en cuenta que las previsiones de crecimiento para la región no son muy alentadoras para el próximo año, estima el Fondo Monetario Internacional (FMI).


En 2016 se producirán procesos interesantes en América Latina. En Perú, el gobierno de izquierda de Ollanta Humala tratará de impulsar a su sucesor ideológico, enfrentándose a un amplio abanico de candidatos de derecha en las elecciones presidenciales.


En Bolivia, Evo Morales someterá a referéndum su propuesta de reforma constitucional con la que busca una nueva reelección. Y en Brasil, la presión contra el Gobierno de Dilma Rousseff la mantiene acorralada siendo la economía una bomba de tiempo. 


La crisis financiera que atraviesa el Gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, con la corrupción desatada, una inflación de 200% estimada para 2016, y la baja de los precios del crudo, cierra el grifo de petrodólares con el que Venezuela financió a los gobiernos “bolivarianos” de la región bajo el manto de la ALBA. Esta realidad, sumada a millonarias deudas por importaciones, impactará a países como Nicaragua, Bolivia y Cuba, los más urgidos por el subsidio de Caracas.


El chavismo, así, ha dejado de ser una franquicia de referencia muy distinto a hace cinco años atrás, cuando los líderes de izquierda competían por la simpatía y comparaciones ideológicas del fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez. Hoy lo que existe son izquierdas que defienden su historial de democracia, socialistas que hablan del libre mercado.


Lo ocurrido el 6 de diciembre en Venezuela terminó por romper el cliché del “socialismo eterno” latinoamericano. Fue en definitiva una pedrada al modelo populista encallado hace casi dos décadas en la región. Para el catedrático español Carlos Malamud, lo que acaba de comenzar “es una difícil transición del populismo a la democracia”.


Los casos venezolanos y argentino, pero además la constante en Nicaragua, donde el gobierno sandinista de Daniel Ortega mantiene un férreo control de las instituciones, algo que se respira en Ecuador y Bolivia, termina por reflejar que lo existe es un quiebre de la institucionalidad que quien releve el poder en las próximas elecciones tendrá la tarea de recomponer.


“La institucionalidad en los países implicados –el caso de Venezuela o Argentina en concreto--, sufrió una constante degradación que exige su urgente recomposición si lo que se busca es la plena vigencia de la Constitución y la legalidad. Y ése es precisamente el camino de la transición del populismo a la democracia” que se verá en 2016, escribía Malamud.


Lo ocurrido en Venezuela y Argentina escapa a la realidad de otros países de América Latina cuyos gobiernos controlan las alianzas de izquierda y socialistas, producto, primero, de un equilibrio de poderes, una economía saneada, y la madurez con que sus políticos han sabido torear las envestidas populistas, sugieren los expertos.


En el crisol de los gobiernos regionales bajo control de la izquierda “no se ve a grandes rasgos una ruptura o transición de esa corriente en el corto o mediano plazo”, estima Arturo López Levy, investigador y experto en la Escuela Josef Korbel de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver.


“La crisis en Brasil tiene origines distintos, es más producto de la economía y tensiones clásicas entre partidos; en Ecuador, aunque pierde popularidad el gobierno de Rafael Correa, éste sigue teniendo altos niveles de aceptación, y creo que seguirá en el poder sin muchas complicaciones. La economía sigue estando en buen record”, explicaba el experto.


En Uruguay hay una alianza de izquierda liderada por el presidente Tabaré Vásquez que no tiene mayores problemas. Chile, con Michelle Bachelet en la presidencia, la alternancia entre la derecha y la izquierda sigue dándose como el país se acostumbró tras el fin de la dictadura.


“En el caso boliviano, Evo Morales tiene una economía dinámica que ha sabido redistribuir riqueza y la gente lo valora. Pero su propuesta de segunda reelección para 2016, como dice la teoría política, puede terminar en un enclave autoritario. Es un mal camino, son más probable las desviaciones”, advierte López Levy.



Contra el maximalismo



La dinámica de alternancia política a la que asiste América Latina con el evidenciado quiebre del socialismo chavista, advierte también sobre la forma en las que una nueva mayoría asumirá el poder, ya que ese equilibrio, estiman especialistas, será determinante para evitar mayor tensión social y concentrarse en los verdaderos problemas de sus países.


“Hay que tener cuidado con las declaraciones maximalistas que pueden afectar todo el proceso de cambio. En la medida en que una oposición se adapte a la dinámica institucionalidad las transiciones serán llevaderas. No se puede llegar buscando un quiebre”, refiere López Levy, para quien las declaraciones desde sectores de oposición venezolanos y argentinos deben moderarse.





Mientras Maduro o Cristina Fernández en Argentina hablaban de “traición a la patria” o “la victoria del enemigo” lo que está por verse es cómo cada bando administrará sus propias derrotas de aquí en adelante, porque la economía tendrá un peso determinante en este 2016 a lo que gobernabilidad se refiere.


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronostica que en 2016 la economía de toda la región tendrá una expansión de apenas 0,2%, impactadas sobre todo por la caída de los precios de materias primas y petróleo, que golpeará a Venezuela, Colombia, México, Perú y Chile, los más dependientes de este negocio. La ralentización de la economía china, de quien depende mucho Brasil y Venezuela, tendrá responsabilidad.


En una región donde las crisis políticas retroalimentan a las de las economías, América Latina será testigo en los próximos meses de sucesos que de alguna forma u otra permearán en el subconsciente de la sociedad. Colombia se aproxima a la firma de un acuerdo de paz con la guerrilla comunista de las FARC; Cuba y Estados Unidos darán, de seguro, mayores pasos en su política de acercamiento, y los estadounidenses deberán votar por el sucesor de Barack Obama en la Casa Blanca. Un 2016 demasiado acontecido.


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