La postura de Chile sobre el acuerdo climático cambió luego de que Gabriel Boric asumiera la presidencia.
El acuerdo fue aprobado en Costa Rica por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2018, luego de seis años de negociaciones, y entró en vigencia en 2021. Un grupo de 12 países firmaron y ratificaron el acuerdo, mientras que otros 11 no completaron el proceso, incluidos Brasil, Chile, Perú y Colombia.
La cumbre tendrá un alcance técnico, centrándose en tres artículos del acuerdo: las reglas para su implementación, incluida la participación pública; el financiamiento necesario para su operación e implementación; y la creación de un comité de apoyo para su implementación y cumplimiento.
“El corazón de Escazú es el comité. Garantiza que los países no solo suscriban el acuerdo para ser bien recibido por la opinión pública, sino que las obligaciones asumidas a nivel internacional sean efectivamente aplicadas y ejecutadas a nivel nacional”, dijo.
Participación activa
Uno de los aspectos destacados de la COP1 en Escazú es la oportunidad de participación ciudadana, a diferencia de otros encuentros internacionales sobre medio ambiente y clima, en los que solo los representantes oficiales de los países influyen en las decisiones. En general, la sociedad civil ocupa espacios alternativos fuera del ámbito oficial.
Los seis representantes de la sociedad civil fueron elegidos mediante votación abierta organizada por la CEPAL. Los elegidos son activistas socioambientales e integrantes de organizaciones que trabajan por la transparencia y la justicia ambiental.
La chilena Andrea Sanhueza, directora del think tank Espaço Público, ha participado activamente del proceso a través de su organización.
“Nos reunimos en 2012 como parte de una red global para hablar sobre cuál era nuestro objetivo, qué queríamos lograr”, dijo Sanhueza. “A partir de ahí, tuvimos la idea de desarrollar acuerdos en diferentes regiones, basados en el principio 10 de la Declaración de Río, que habla sobre el acceso a la información y la justicia ambiental”.
La participación pública directa juega un papel importante en los procesos de discusión, según Gómez: “Los representantes de la sociedad civil sirven de puente entre la sociedad y los países que se sientan en la mesa de negociaciones. Solicitudes y comentarios”.
Comité es clave para el éxito de Escazú
La creación de un Comité de Apoyo a la Implementación y Cumplimiento es uno de los principales temas a tratar en el evento y debe generar debates, dice Gómez.
“Escazú se completó en 2018, y ahora los Estados negociarán las reglas para implementar algunos de los artículos, principalmente la COP y cómo funcionará la conferencia. Lo que me parece más importante es el Comité de Apoyo a la Implementación y Cumplimiento, que es el artículo 18", dijo el abogado ambientalista.
Brasil, Chile y Colombia pendientes de ratificación
Los países signatarios del Acuerdo de Escazú se dividen en tres categorías, dependiendo de la etapa del proceso de ratificación del acuerdo en el que se encuentren. Hay Estados Participantes, Signatarios y Observadores.
Aunque el plazo para la firma del acuerdo expiró hace dos años, cualquier Estado de la región aún puede convertirse en Estado Participante siempre que ratifique el acuerdo. Sin embargo, si antes los países solo firmaban y ratificaban el documento, ahora será necesario enviar un proyecto de ley de adhesión al Congreso de cada país, exactamente lo que hizo Chile recientemente tras la toma de posesión de su nuevo presidente, Gabriel Boric.
Al igual que Chile, Colombia envió un proyecto de ley al Congreso sobre el acuerdo por la presión social. Se organizaron diálogos nacionales para que los ciudadanos pudieran expresar sus opiniones. Gómez dijo que los diálogos dieron como resultado la solicitud expresa de firmar el texto, a lo que se ha comprometido el gobierno.
Colombia fue invitada a participar en la COP1 de Escazú como signatario, pero aún no se ha confirmado la participación del país, que se prepara para las elecciones presidenciales de primera vuelta, el próximo 29 de mayo.
En Brasil, el Acuerdo de Escazú fue firmado por el expresidente Michel Temer en 2018, pero está estancado desde que Jair Bolsonaro asumió el poder. Con las elecciones presidenciales previstas para octubre, hay expectativas de que el país asuma compromisos más ambiciosos en su agenda ambiental.
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