Por Rodolfo Varela
Soy un hombre de izquierda y me avergüenza ver cómo muchos partidos que alguna vez representaron la esperanza de justicia social se han corrompido, priorizando sus propios intereses por encima del bienestar de la gente. Lo mismo ocurre con sectores de derecha, que repiten el mismo patrón de manipulación y populismo barato.

Ambos extremos usan palabras como "democracia", "estado de derecho" y "soberanía" para despertar emociones patrióticas, ocultando crisis internas, corrupción y falta de propuestas concretas.
La hipocresía del discurso antiestadounidense
Algunos gobiernos movilizan al pueblo en contra de Estados Unidos, culpándolo de todos los males internos, mientras dependen de su tecnología, inversiones y comercio para sobrevivir. Si Washington cierra la llave, muchas economías latinoamericanas se paralizarían, demostrando que la retórica nacionalista es solo un recurso para perpetuar el poder y desviar la atención de la incompetencia local.
La responsabilidad del poder judicial supremo
El poder judicial supremo tiene el deber de velar por la correcta aplicación de la justicia y por el cumplimiento de la Constitución, no de actuar como un poder político paralelo. No es un poder emanado del voto popular, por lo que debe limitarse estrictamente a sus funciones constitucionales. Cuando asume un rol que supera esos límites, corre el riesgo de convertirse en un golpe de Estado judicial, alterando el equilibrio democrático.
Cómo desenmascarar el engaño
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Comparar palabras y hechos – ¿Las acciones de estos líderes y jueces corresponden a sus discursos?
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Cuestionar la vaguedad – Si no hay propuestas claras, probablemente haya manipulación detrás.
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Exigir transparencia – Sin debate público ni rendición de cuentas, no hay democracia real.
La verdadera izquierda —como la verdadera derecha democrática— debería trabajar por el pueblo, no contra él. Y el poder judicial debe garantizar justicia y Constitución, no gobernar desde las sombras. Hasta que la honestidad y la responsabilidad vuelvan a toda la estructura política y judicial de América Latina, seguiremos atrapados en un ciclo de pobreza, dependencia, ignoranacia y engaño.
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