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2025/09/30

Chile. ¿Por qué avanza la derecha y por qué la izquierda pierde terreno?


Por Rodolfo Varela

Hablar de democracia en Chile se ha convertido en una rutina vacía de contenido. Los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, se llenan la boca con discursos sobre la defensa de las instituciones, pero siguen sin responder a la deuda histórica con miles de víctimas de la dictadura militar. 



Lista de presidentes de Chile que nunca hiciero nada!


Esa es la gran contradicción: quienes sufrieron prisión, tortura, exilio o la pérdida de sus seres queridos continúan siendo invisibilizados y maltratados por el mismo Estado que asegura gobernar “en nombre de la democracia”.


La izquierda que gobernó la mayor parte del Chile postdictadura no ha estado a la altura de sus promesas. Prefiere debates estériles sobre la extrema derecha o caídas en la autoflagelación, en lugar de enfrentar con coraje sus propias incoherencias y utopías incumplidas. 


Promesas vacías, liderazgos improvisados y dirigentes mal preparados han abierto el terreno para que la derecha, con su maquinaria propagandística y populista, gane espacio entre una ciudadanía cansada de esperar soluciones que nunca llegan.La reciente cumbre progresista en Santiago reunió a una decena de países con el objetivo de “recomponer la confianza en la democracia”. Entre las medidas anunciadas se incluyó la lucha contra el crimen internacional y la desinformación. 


El problema es que en países como Chile o Brasil la delincuencia se multiplica sin control: la policía detiene y la justicia libera a los criminales, muchas veces antes de que el funcionario termine de redactar el informe. Estos delincuentes son presentados como “víctimas de la sociedad”, mientras la ciudadanía sigue viviendo con miedo, inseguridad y rabia.


Chile recibe a presidentes progresistas de Iberoamérica


El otro gran tema es la desinformación. ¿De qué sirve hablar de combatirla cuando los principales medios de comunicación se encuentran al servicio de los gobiernos, maquillando cifras, omitiendo realidades y mintiendo sin pudor a la población? Se repite el mismo patrón: propaganda disfrazada de periodismo, que solo beneficia a quienes están en el poder.


El presidente Gabriel Boric afirmó en la cumbre que los gobiernos progresistas deben unirse para defender la democracia. Pero, ¿de qué democracia habla? ¿La que oprime a los ciudadanos en Cuba, Venezuela o Nicaragua, donde la gente teme incluso opinar? ¿La que en Chile se proclama mientras miles viven en campamentos en condiciones miserables, con jóvenes atrapados en la drogadicción sin ningún programa serio de rehabilitación? Esa no es democracia, es una farsa.


La izquierda chilena, que ha administrado el país la mayor parte del tiempo desde el fin de la dictadura, tampoco ha sabido cuidar la salud, la educación ni la igualdad social. En cambio, ha inventado cargos innecesarios, llenado ministerios de incompetentes y desperdiciado las riquezas naturales del país. Con ello ha dejado una herencia de pobreza estructural e ignorancia, mientras sigue utilizando a los medios de comunicación como brazo político para alcanzar objetivos de poder.


La derecha, por su parte, no se queda atrás en su abuso. Ambos bloques comparten la misma ambición: llegar pobres al poder y salir millonarios. Hablan de pobreza, pero viven como ricos. Hablan de democracia, pero gobiernan para sus intereses. Hablan de igualdad, pero mantienen a la mayoría en la marginación. 


Esa es la verdad de Chile y de gran parte de Latinoamérica: una clase política que juega con la inteligencia de las personas y un pueblo que, cansado de mentiras, empieza a buscar alternativas, incluso en la derecha más dura.

2025/09/26

El discurso vacío de Gabriel Boric en la ONU: Demagogia, burocracia y falta de memoria

Por Rodolfo Varela

El Presidente Gabriel Boric se presentó en la Asamblea General de la ONU con un discurso lleno de frases burocráticas y grandilocuentes sobre derechos humanos. 


Boric y su discurso demagogo

Habló del rapto de niños en Rusia durante la guerra, mencionó la tragedia palestina, y se mostró preocupado por la falta de reglas y justicia en el mundo. Palabras correctas, políticamente aceptables, con la apariencia de humanidad. Pero detrás de este espectáculo diplomático se esconde la mayor contradicción de su gobierno: la falta de memoria, coherencia y coraje para mirar hacia su propia casa, hacia Chile.


Cuando Boric se indigna por los niños ucranianos raptados, ¿dónde queda su indignación por los miles de niños y niñas chilenos raptados, violentados y vendidos durante la dictadura militar, con la complicidad de poderes judiciales, políticos y religiosos? Esa deuda histórica, esa herida abierta, sigue sin respuesta. Es fácil condenar a otros países desde Nueva York, pero ¿qué pasa con la dignidad de las familias chilenas que aún esperan verdad, justicia y reparación?


Fui arrancada dos braços de minha mãe': os bebês roubados na ditadura de Pinochet no Chile


El Presidente dice que las reglas internacionales no se respetan. ¿Y en Chile? ¿Se respetan acaso las reglas cuando a las víctimas de la dictadura se les entrega pensiones miserables, que muchas veces no alcanzan ni al 50% de un salario mínimo, y aun así se les descuentan aportes de salud a través de Fonasa? ¿Se respetan las reglas cuando se discute liberar a asesinos y torturadores, mientras las víctimas sobreviven en la pobreza?


Senadores y Senadoras que acompañan al Presidente Gabriel Borioc en la ONU


Habla de un “mundo más justo”, pero en Chile la desigualdad es brutal y creciente. ¿Dónde está el programa real del gobierno para ayudar a las familias que se hunden en la drogadicción y la desesperanza de sus hijos? Boric mira hacia el costado. Habla de autoridades que mienten, pero ¿qué hacen los políticos chilenos en época de elecciones? Lo mismo de siempre: mentir, prometer, manipular y sacar ventajas electorales y económicas.


Menciona a Gabriela Mistral y su esperanza en los derechos humanos universales, pero se olvida que en Chile ese triunfo nunca se alcanzó. El olvido sigue siendo la norma, la reparación sigue siendo insuficiente y la justicia, una deuda pendiente.


Vivienda y segregación social, la otras desigualdades


Y para rematar, en uno de los momentos más demagógicos de su discurso, Boric anunció la nominación de la expresidenta Michelle Bachelet a la Secretaría General de la ONU. Como si Bachelet hubiera hecho algo concreto en favor de las víctimas de la dictadura. Durante sus gobiernos, la deuda con las víctimas se mantuvo intacta, y basta recordar que las familias golpeadas por el terremoto del 2010 todavía siguen olvidadas.


¿Con qué autoridad moral Gabriel Boric habla en nombre de los derechos humanos en la ONU si en su propio país las víctimas de la dictadura aún no reciben justicia ni condiciones dignas de vida? La coherencia no se mide en discursos, sino en acciones. Y en Chile, las acciones de su gobierno no corresponden a sus palabras.


Los derechos humanos no se defienden con frases solemnes en foros internacionales, sino con hechos en casa. Y en Chile, esa deuda sigue abierta y sin saldarse.

2025/09/25

Chile: ¿Un país que sigue negando justicia a las víctimas de la dictadura?

Por Rodolfo Varela
25 de septiembre de 2025

La noticia de que la Corte Suprema de Chile realizará una audiencia inédita para discutir el cumplimiento de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos podría parecer, a primera vista, un paso histórico. 


Corte Interamericana de Derechos Humanos


Se trata del caso “Vega González vs. Chile”, en el cual el país fue condenado por aplicar la vergonzosa figura de la “media prescripción” a delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar.


Sin embargo, ¿podemos hablar de avances reales cuando las víctimas y sus familias han tenido que esperar medio siglo para que el Estado chileno cumpla con lo mínimo? ¿Qué significa esta audiencia cuando la historia demuestra que las autoridades, sin importar su color político, han sido cómplices del abandono y la indiferencia hacia quienes sufrieron desapariciones, ejecuciones, torturas y empobrecimiento forzado?


La sentencia Vega González vs. Chile de la Corte IDH: Prescripción e impunidad de los crímenes de la dictadura chilena


Chile es un país que se ahoga en la burocracia. Las víctimas deben atravesar procesos interminables para obtener reparaciones, como si pedir justicia fuera un favor personal y no un derecho. Las autoridades, tanto de gobiernos de derecha como de izquierda, nunca estuvieron a favor de nada que beneficiara a estas personas. Prefirieron preocuparse de su propio poder, de sus negociados, de sus beneficios financieros. Nunca mostraron compasión real por los miles de chilenos y chilenas a quienes la dictadura destrozó la vida.


La condena de la Corte Interamericana es clara: Chile debe anular las reducciones de penas a criminales de lesa humanidad, modificar su legislación para impedir que la media prescripción vuelva a aplicarse en estos casos, brindar apoyo psicológico a las víctimas y, sobre todo, reconocer públicamente su responsabilidad internacional. Pero este reconocimiento llega tarde, demasiado tarde. Porque mientras los tribunales se toman décadas en “debatir” lo que ya está resuelto en el derecho internacional, las víctimas envejecen, mueren en el olvido o sobreviven en la pobreza.


Ministro Manuel Antonio Valderrama


La “histórica audiencia” del 26 de septiembre no debe hacernos olvidar la verdad incómoda: Chile como Estado ha sido indolente, ciego y cómplice. La memoria y la justicia han sido postergadas una y otra vez, como si se tratara de un trámite más en medio de la maraña burocrática.


¿Será este el inicio de una reparación real? O, como tantas veces en la historia reciente, ¿será otra cortina de humo para mostrar una imagen de justicia mientras las víctimas siguen esperando lo que les corresponde?

Lo cierto es que mientras los victimarios aún discuten beneficios y reducciones de penas, las víctimas siguen pagando la factura más alta: la del dolor, el despojo y el abandono.


2025/09/24

Chile sin memoria: el silencio cómplice frente a los niños robados en dictadura

El Estado de Chile debiera pedir perdón por la falta de protección que permitió que niños y niñas fueran víctimas de robo, abusos y adopciones ilegales durante la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet.


Víctimas de adopciones ilegales en dictadura chilena


Pero más grave aún es la indiferencia de gran parte de la población chilena, que parece no conmoverse frente a este drama humano. Porque cuando el problema no les toca directamente, los chilenos prefieren mirar hacia otro lado.


El 5 de junio de 2025, víctimas de las adopciones ilegales se manifestaron exigiendo al gobierno de Gabriel Boric la creación inmediata de un banco público de ADN que permita a miles de familias reencontrarse con sus hijos, hijas y hermanos arrebatados por un sistema de horror. No piden caridad ni discursos: exigen justicia y memoria.


Al grito de “¡No más silencio!” y “¡Nos mintieron, nos sedaron, nuestros hijos nos robaron!”, miembros de la Fundación Hijos y Madres del Silencio recordaron frente a La Moneda que esta promesa debe cumplirse antes del fin del mandato de Boric, o quedará —como tantas otras— sepultada en el olvido.


La creación de un banco público de ADN es una medida urgente y necesaria, similar a lo que han hecho las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina. Sin embargo, en Chile, las promesas se acumulan mientras las madres mueren sin saber dónde están sus hijos.


La verdad es brutal: se calcula que unos 20.000 niños chilenos fueron robados y entregados en adopciones irregulares a familias extranjeras, principalmente en Estados Unidos, Suecia, Alemania, Francia, Italia, España y Países Bajos. Apenas 1.000 han logrado reencontrarse con sus familias.


Víctimas de adopciones en la dictadura de Pinochet piden banco de ADN


Estos crímenes no fueron accidentales ni aislados: hubo médicos, matronas, jueces, notarios, políticos, autoridades migratorias y religiosos involucrados en la maquinaria de sustracción de menores. Fue un negocio sucio, avalado por el silencio cómplice de instituciones y de una sociedad que prefirió callar.


Hoy, casi medio siglo después, muchos siguen callando. Muchos prefieren decir que “hay que mirar hacia adelante”, como si el pasado fuera un estorbo. Pero ese “mirar hacia adelante” solo significa una cosa: indiferencia y cobardía frente al dolor ajeno.


Chile necesita memoria, y no solo en los discursos oficiales del 11 de septiembre. Necesita memoria viva, activa, incómoda, que se enfrente a la verdad: miles de niños fueron robados, miles de madres fueron engañadas, y el país entero permitió que esto ocurriera.


Mientras no exista justicia plena, mientras el banco público de ADN no sea una realidad efectiva, y mientras la población chilena siga mirando para el lado, Chile seguirá siendo un país sin memoria, un país que traiciona a sus propios hijos.

2025/09/23

La deuda pendiente con los chilenos: drogas, pobreza y el silencio de la política

Por Rodolfo Varela

Chile se hunde en la pobreza, en la droga y en la violencia mientras los poderes políticos, judiciales y religiosos eligen mirar hacia otro lado. La triste realidad es que enfrentar esta crisis implica costos que los políticos de turno no están dispuestos a asumir. 



Resulta más cómodo ignorar la tragedia, hacer discursos vacíos y prometer cárceles, en lugar de atacar las causas reales del problema.

La violencia y la adicción no surgen de la nada: son el resultado directo de la desigualdad social, de la ausencia de programas serios de rehabilitación y de un Estado que ha abandonado a los más vulnerables. Esta desconexión entre sectores sociales destruye la empatía, borra la esperanza y condena a generaciones enteras a un futuro sin salida.

Con sueldos miserables, sin educación de calidad ni oportunidades reales, miles de chilenos terminan empujados hacia caminos violentos, ilegales y controlados por el narcotráfico. No es solo en la periferia de Santiago: es en todo Chile donde las familias viven en condiciones indignas, en rucas improvisadas o casas de cartón, rodeadas de violencia y sin la más mínima ayuda estatal. Allí, el único “Estado” presente es el del miedo impuesto por los traficantes.


EN QUÉ CASA NOS QUEDAMOS CUANDO NO TENEMOS CASA?


Lo más doloroso es que no existe una política nacional seria para recuperar a quienes cayeron en la droga. Las víctimas y sus familias son invisibles para los gobiernos de turno, que solo ofrecen como solución más cárceles y más represión. Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, los candidatos prefieren hablar de mano dura y construir prisiones, pero ninguno toca el tema de la rehabilitación y reinserción de estas personas.

El ex candidato comunista Daniel Jadue llegó a proponer la legalización de drogas duras como la cocaína o la pasta base, una medida irresponsable y peligrosa disfrazada de “lucha contra el narcotráfico”. Por el otro lado, José Antonio Kast promete un “Plan Implacable” para devolver la seguridad, basado únicamente en encarcelar. Dos extremos que, en esencia, comparten la misma omisión: nadie habla de recuperar vidas, de ofrecer esperanza, de reparar la deuda social que el país arrastra con sus ciudadanos.

Y no olvidemos que esta no es la única deuda que Chile tiene. Persiste una aún más dolorosa: la deuda con las víctimas de la dictadura. Miles de chilenos fueron asesinados, torturados, encarcelados y exiliados, y hasta hoy sus familias siguen esperando justicia y reparación. La indiferencia política frente a estas heridas demuestra que la impunidad se ha instalado como norma. Un pueblo que no enfrenta su pasado jamás podrá construir un futuro digno. Como bien se dice: “un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”.


Viven con montañas de basura a metros de casas en Conchalí


Chile necesita con urgencia reducir la brecha entre ricos y pobres, elevar los salarios, entregar educación real y digna, y generar oportunidades laborales que recompensen el esfuerzo humano. Esa es la verdadera solución, pero es la única que los políticos nunca aplican, porque en ella son ellos los que pierden privilegios.

La droga, la delincuencia y la violencia son síntomas de una sociedad profundamente injusta. Seguir ignorándolos solo profundiza la herida. Un país que abandona a su pueblo está condenado a vivir entre el miedo, la frustración y la desesperanza.

Hoy Chile tiene una deuda inmensa con su gente, y lo verdaderamente lamentable es que los poderosos —en el Congreso, en los tribunales, en los púlpitos y en La Moneda— siguen fingiendo que esa deuda no existe.

2025/09/22

Marketing, Publicidad y Propaganda: ¿Por Qué No Son Sinónimos?

 Por Rodolfo Varela

En el sentido común, todavía persiste una confusión: muchas personas creen que marketing y publicidad son lo mismo. Esta percepción, aunque comprensible, es incorrecta. 




La raíz del error está en que la publicidad es la cara más visible e interactiva del marketing, es decir, es lo que el público ve de forma inmediata. Sin embargo, el marketing es algo mucho más amplio y estratégico, funcionando como un “paraguas” bajo el cual se agrupan diversas actividades, entre ellas, la publicidad y la propaganda.


La Relación de Inclusión: Marketing es el Todo


El marketing no se limita a hacer anuncios. Implica la construcción de una estrategia global que guía todo el negocio. Esto incluye:

  • Producto: lo que se ofrecerá al mercado.

  • Precio: cuánto está dispuesto a pagar el cliente y cómo se define ese valor.

  • Plaza (distribución): dónde y cómo se pondrá el producto a disposición del público.

  • Promoción: las acciones de comunicación para generar interés y deseo.

Estos cuatro pilares —conocidos como los 4 P del Marketing— muestran que publicidad y propaganda son solo una parte del proceso, y no el todo.


Marketing y publicidad: comprenda las diferencias entre ambas áreas


Publicidad: La Voz Pagada de la Marca


La publicidad es una herramienta dentro de la etapa de promoción. Se caracteriza por la difusión pagada de productos, servicios o marcas a través de diferentes canales de comunicación, como televisión, radio, revistas, vallas publicitarias y, hoy en día, sobre todo, las redes sociales.


Su papel es claro: generar interés y captar la atención del consumidor, creando recordación y despertando el deseo de compra.

Es por ser tan tangible y directamente percibida que la publicidad a menudo se confunde con el propio marketing. Después de todo, el cliente ve el anuncio, pero no necesariamente percibe toda la estrategia que lo originó.


Propaganda: La Diferencia Sutil


Mientras que la publicidad está más ligada al consumo y al mercado, la propaganda se enfoca en la difusión de ideas, causas, principios e ideologías. Ejemplos comunes son las campañas políticas, religiosas o sociales.
Es evidente que propaganda y publicidad comparten técnicas y herramientas, pero su objetivo final es distinto: una vende productos, la otra transmite ideas.


Interdependencia: Sincronización Necesaria


A pesar de las diferencias, marketing, publicidad y propaganda trabajan de manera interconectada.

  • Sin marketing, no existe una dirección clara para las acciones de publicidad y propaganda.

  • Sin publicidad y propaganda, el marketing no logra comunicar sus mensajes con fuerza y alcance.

Esta interdependencia garantiza que un negocio no solo exista, sino que también pueda posicionarse, crecer y crear vínculos sólidos con el consumidor.

Mi Conclusión

El marketing es la mente estratégica que planifica el camino de una marca, mientras que la publicidad y la propaganda son las voces que transforman ese plan en comunicación.

  • Marketing piensa, investiga, define, organiza.

  • Publicidad anuncia, convence, despierta deseo.

  • Propaganda inspira, difunde ideas, moviliza personas.

Por lo tanto, no son sinónimos, sino piezas complementarias de un mismo rompecabezas. Entender esta diferencia es fundamental para empresarios, profesionales de la comunicación y cualquier persona que quiera comprender cómo las marcas y las causas se posicionan en el mundo.

Marketing, Publicidade e Propaganda: Por que Não São Sinônimos?

 Por  Rodolfo Varela


No senso comum, ainda persiste uma confusão: muitas pessoas acreditam que marketing e publicidade são a mesma coisa. Essa percepção, embora compreensível, é equivocada. A raiz do equívoco está no fato de que a publicidade é a face mais visível e interativa do marketing, ou seja, é o que o público enxerga de forma imediata. No entanto, marketing é algo muito mais amplo e estratégico, funcionando como um “guarda-chuva” sob o qual se abrigam diversas atividades — entre elas, a publicidade e a propaganda.



A Relação de Inclusão: Marketing é o Todo


Marketing não se limita a fazer anúncios. Ele envolve a construção de uma estratégia global que guia todo o negócio. Isso inclui:

  • Produto: o que será oferecido ao mercado.

  • Preço: quanto o cliente está disposto a pagar e como esse valor é definido.

  • Praça (distribuição): onde e como o produto será disponibilizado.

  • Promoção: as ações de comunicação para gerar interesse e desejo.

Esses quatro pilares — conhecidos como 4 Ps do Marketingjá mostram que publicidade e propaganda são apenas uma parte do processo, e não o todo.


Marketing e Publicidade: Entenda as Deferenças Entre as Duas Áreas


Publicidade: A Voz Paga da Marca


A publicidade é uma ferramenta dentro da etapa de promoção. Ela se caracteriza pela divulgação paga de produtos, serviços ou marcas por meio de diferentes canais de comunicação, como televisão, rádio, revistas, outdoors e, hoje, sobretudo, as redes sociais.
Seu papel é claro: criar interesse e atrair a atenção do consumidor, gerando lembrança e despertando o desejo de compra.

É por ser tão tangível e diretamente percebida que a publicidade muitas vezes é confundida com o próprio marketing. Afinal, o cliente vê o anúncio, mas não necessariamente percebe toda a estratégia que o originou.


Propaganda: A Diferença Sutil


Enquanto a publicidade está mais ligada ao consumo e ao mercado, a propaganda se volta à difusão de ideias, causas, princípios e ideologias. Exemplos comuns são as campanhas políticas, religiosas ou sociais.
É claro que propaganda e publicidade compartilham técnicas e ferramentas, mas seu objetivo final é distinto: um vende produtos, a outra transmite ideias.


Interdependência: Sincronização Necessária


Apesar das diferenças, marketing, publicidade e propaganda trabalham de forma interligada.

  • Sem marketing, não existe uma direção clara para as ações de publicidade e propaganda.

  • Sem publicidade e propaganda, o marketing não consegue comunicar suas mensagens com força e alcance.

Essa interdependência garante que o negócio não apenas exista, mas também seja capaz de se posicionar, crescer e criar vínculos sólidos com o consumidor.


Minha Conclusão

O marketing é a mente estratégica que planeja o caminho de uma marca, enquanto publicidade e propaganda são as vozes que transformam esse plano em comunicação.

  • Marketing pensa, pesquisa, define, organiza.

  • Publicidade anuncia, convence, desperta desejo.

  • Propaganda inspira, propaga ideias, mobiliza pessoas.

Portanto, não são sinônimos — mas sim peças complementares de um mesmo quebra-cabeça. Entender essa diferença é fundamental para empresários, profissionais da comunicação e qualquer pessoa que queira compreender como marcas e causas se posicionam no mundo.


2025/09/18

Jeannette Jara y la izquierda que olvida a sus víctimas


Por Rodolfo Varela

El programa y discurso de la candidata oficialista de la izquierda chilena, Jeannette Jara Román, parecen escritos en un mundo paralelo donde nunca existió 1973, nunca hubo golpe militar, nunca hubo víctimas, ni presos, ni exonerados, ni torturados, ni desaparecidos, ni niños y niñas violentados sexualmente y vendidos como mercancía a familias extranjeras.



“No son números, son vidas. Chile sigue en deuda con ellos.”


Para Jara, todo eso simplemente no existe.

Su documento programático está lleno de frases bonitas sobre “esperanza”, “diálogo” y “reencuentro”, pero omite lo esencial: la historica deuda pendiente del Estado con las víctimas del terrorismo de Estado.

  • Según el Informe Rettig y el Informe Valech, Chile reconoce más de 40.000 víctimas de prisión política y tortura, 3.200 asesinados y desaparecidos, pero la gran mayoría sobrevive hoy con pensiones indignas que apenas superan los $200.000 pesos chilenos mensuales (unos 220 dólares).

  • Para colmo, el propio Estado paga más de 10 millones de pesos mensuales a parlamentarios, mientras entrega migajas a quienes lo dieron todo y fueron destruidos por soñar con un Chile más justo.

  • El contraste es ofensivo: mientras las víctimas siguen esperando reparación, los mismos políticos —de izquierda y derecha— se reparten privilegios, viajes, bonos y sobresueldos. Basta recordar casos como el Pacogate (más de $28.000 millones de pesos robados en Carabineros) o el Milicogate (fraudes en el Ejército con el dinero de la Ley Reservada del Cobre).




“Cada rostro es una historia de lucha, dolor y dignidad.”



La gran omisión


La gran ausencia en el programa de Jeannette Jara es precisamente la memoria histórica.
No hay una sola palabra sobre reparación real, sobre justicia pendiente, sobre los niños y niñas robados durante la dictadura.
No hay una sola línea sobre la deuda con quienes lo perdieron todo.

Ese silencio no es casual: es una decisión política. Significa que para esta izquierda la historia se convirtió en un estorbo, un capítulo incómodo que prefieren barrer bajo la alfombra en nombre del “futuro”.



“Las víctimas no necesitan discursos, necesitan justicia.”


Chile no necesita más discursos vacíos


Chile ya conoce de sobra las promesas incumplidas. Lo que hoy la ciudadanía exige no son frases inspiradoras ni programas interminables llenos de tecnicismos, sino justicia, memoria, reparación y dignidad real.

Mientras las víctimas siguen olvidadas, la candidata de la izquierda prefiere hablar de crecimiento económico, inversión extranjera y proyectos mineros. Eso puede sonar muy atractivo para las élites, pero para los que sufrieron la represión es una bofetada, otra demostración de que esta izquierda no representa al pueblo, sino a sí misma.




“Aquí están los olvidados por la política, pero nunca por la memoria.”



Conclusión


El discurso de Jeannette Jara es la radiografía de una izquierda latinoamericana que reniega de su propia historia, se enriquece en el poder y se olvida de los más débiles.
Chile merece más que políticos que hablan de democracia mientras callan ante los crímenes de la dictadura.




“Promesas vacías no borran sus ausencias.”



Chile merece un futuro con verdad, justicia y reparación, no otro catálogo de promesas vacías.


2025/09/16

La hipocresía de los políticos chilenos frente a la deuda histórica de los desaparecidos

Por Rodolfo Varela

Este lunes 15 de septiembre de 2025, el Senado chileno despachó el proyecto que crea la calificación jurídica de “Ausente por Desaparición Forzada”. La iniciativa —que ahora pasará a su tercer trámite en la Cámara de Diputadas y Diputados— busca, después de más de 50 años del nefasto golpe militar, reconocer jurídicamente a las víctimas de desaparición forzada, simplificando trámites para sus familias.


Senado despacha proyecto que crea la calificación jurídica de Ausente por Desaparición Forzada |


En el papel suena noble. En la realidad, es la confirmación de una vergüenza nacional: el Estado chileno, tanto bajo gobiernos de derecha como de izquierda, ha sido incapaz de saldar una deuda que se arrastra desde 1973. ¿Por qué recién ahora? ¿Por qué siempre en tiempos de elecciones aparecen estas “grandes iniciativas”? La respuesta es clara: porque la clase política se mueve al ritmo de la conveniencia personal y no por un compromiso real con la verdad y la justicia.

Durante el debate, los senadores y senadoras llenaron el aire con discursos emotivos sobre la deuda pendiente, sobre la memoria y la dignidad de las víctimas. Pero no olvidemos que muchos de estos mismos parlamentarios, a lo largo de años, bloquearon, retrasaron o minimizaron toda política de reparación efectiva. Basta mirar la realidad: exonerados políticos y ex presos políticos sobreviven con pensiones miserables que no alcanzan ni al 50% de un salario mínimo; niños, niñas y familias enteras fueron secuestrados y vendidos al extranjero; otros fueron torturados bajo el amparo de la dictadura cívico-militar. Y hoy, cuando necesitan votos, estos mismos se disfrazan de defensores de los derechos humanos.


Calificación jurídica de ausente por desaparición forzada es despachada de la Comisión de DD.HH


El proyecto crea un registro público de personas desaparecidas, pero —¡atención!— no genera compensaciones económicas ni se atreve a ir más allá del mero acto simbólico. Una vez más, se legisla a medias: un gesto para la foto, un titular para la prensa, mientras las familias siguen esperando justicia real.

Además, se rechazó la norma que otorgaba facultades administrativas a la Subsecretaría de Derechos Humanos para agilizar el ingreso de casos en el registro. Es decir, se crea un instrumento que desde su origen nace limitado y burocrático, cuando lo que las familias necesitan es rapidez, reconocimiento y reparación integral.

El pueblo chileno debe abrir los ojos: estos políticos no actúan por convicción, actúan por cálculo electoral. No importa si visten corbatas de derecha o banderas de izquierda: su prioridad no es la memoria de nuestros detenidos desaparecidos, sino la conveniencia de sus campañas.

Hoy hablan de justicia, pero todavía en el Servicio Médico Legal existen restos humanos sin identificar, esperando que alguien los reconozca. Familias que llevan medio siglo sin verdad ni reparación siguen golpeando puertas cerradas. Y la clase política —esa misma que aplaude en el Senado— no ha tenido la valentía de dar las facultades necesarias para resolverlo.

El proyecto puede ser un paso, pero es un paso pequeño, tardío y oportunista. La verdadera justicia no se construye en campaña electoral, sino con voluntad política sostenida, reparación efectiva y memoria viva.

Ya basta de discursos vacíos. Ya basta de hipocresía. Chile merece políticos que actúen con la misma fuerza con la que el pueblo ha resistido medio siglo de indiferencia.

2025/09/10

52 Años del Golpe: Las Huellas del Terror y la Deuda con las Víctimas


Por Rodolfo Varela

Este 11 de septiembre se cumplen 52 años del golpe cívico-militar que instauró la dictadura de Augusto Pinochet. Más de medio siglo después, la memoria histórica vuelve a estar bajo ataque: sectores políticos, amparados en redes sociales, intentan reivindicar ese régimen como un supuesto periodo de orden y progreso.


Murderers and torturers: the ten agents of the Pinochet dictatorship

La verdad es otra. Los archivos judiciales, los testimonios de sobrevivientes y las investigaciones periodísticas han demostrado que la DINA y la CNI no fueron organismos creados para enfrentar a grupos armados, sino maquinarias sistemáticas de persecución, secuestro, tortura y asesinato de opositores, incluyendo mujeres embarazadas, niños, adolescentes y ciudadanos sin militancia política.

Cinco décadas después, la deuda con las víctimas sigue intacta. Y no es solo culpa de la dictadura, sino también de la omisión de los gobiernos posteriores, de los poderes judiciales, de los políticos de turno —diputados, senadores, presidentes— que jamás estuvieron a la altura del mandato histórico. Incluso aquellos religiosos que en su momento ayudaron y avalaron a la dictadura, hoy guardan un silencio cómplice frente al dolor de las víctimas.

Se habla de “reparación”, pero en la práctica es una burla. Las miserables pensiones entregadas a los sobrevivientes de la represión en muchos casos no llegan ni al 50% de un salario mínimo, y aun así se les descuenta Fonasa. Para colmo, el robo permanente de las AFP sigue afectando a todos los chilenos, y la clase política completa prefiere callar, mirar para otro lado y no hacer nada para cambiar esta realidad.

Lo más indignante es que, tras la dictadura, los gobiernos democráticos —tanto de derecha como de izquierda— no estuvieron a la altura de las víctimas. Se multiplicaron los discursos y promesas de reparación, pero en los hechos, los exonerados, expresos políticos, torturados, familiares de desaparecidos y hasta los niños arrancados de sus hogares para ser violentados y vendidos al extranjero quedaron abandonados.

A esta omisión se suma el poder judicial, que durante años demoró los procesos y dejó morir a muchos responsables sin ser interrogados; los diputados y senadores, que se llenaron de discursos pero no de leyes efectivas para reparar a los afectados; y también sectores de las iglesias, que en dictadura colaboraron con el régimen y que, en democracia, eligieron el silencio frente al dolor de las víctimas. Esta complicidad por acción u omisión es otra forma de violencia: la indiferencia.

Crímenes sin perdón

Los casos documentados estremecen por su crueldad. Agentes del Estado balearon a personas ya inmovilizadas, quemaron con aceite hirviendo a mujeres embarazadas, utilizaron electricidad en genitales, entrenaron perros para violar prisioneros y experimentaron con armas químicas como el gas sarín y la toxina botulínica. También perpetraron atentados terroristas en Washington, Roma y Buenos Aires.

Algunos de los principales responsables fueron:

  • Miguel Krassnoff, torturador de la DINA, culpable de asesinatos como el de Mónica Pacheco, embarazada de tres meses, quemada con agua y aceite hirviendo. Condenado a más de mil años, hoy cumple condena en Punta Peuco, donde ha recibido homenajes públicos.

  • Miguel Krassnoff en enero de 2018 (Créditos: Alejandro Zoñez / Agencia Uno)

    Marcelo Moren Brito, jefe de Villa Grimaldi, centro de exterminio donde la electricidad y la “parrilla” fueron métodos habituales. Murió en 2015, condenado por crímenes de lesa humanidad.

Marcelo Moren Brito en septiembre de 2013 (Créditos: Javier Salvo / Agencia Uno)


Ingrid Olderöck, conocida como “la mujer del perro”, que entrenó un pastor alemán para violar detenidos en el cuartel Venda Sexy. Murió en 2001, jamás interrogada por la justicia.

Ingrid Olderöck (Créditos: La Nación / U. Diego Portales. Museo de la Memoria)


Álvaro Corbalán, ex CNI, condenado por más de 25 asesinatos, entre ellos los de Tucapel Jiménez y José Carrasco, además de la masacre de Corpus Christi. Recibió incluso una Gaviota de Plata en Viña.



A la izquierda, Álvaro Corbalán
(Créditos: Archivo diario La Nación. Universidad Diego Portales)



Manuel Contreras, jefe máximo de la DINA y cerebro del Plan Cóndor, condenado a más de 500 años de cárcel. Bajo su mando se cometieron los atentados contra Carlos Prats, Orlando Letelier y Bernardo Leighton.



Manuel Contreras en una conferencia de prensa en mayo de 1995.
(Créditos: Carlos Quezada / Agencia Uno)


  • Michael Townley, agente estadounidense de la DINA, involucrado en asesinatos en Chile, Argentina y Estados Unidos. A cambio de colaborar con el FBI, vive bajo protección en EE.UU.

  • Ema Ceballos, “La Flaca Cecilia”, primera mujer condenada por violaciones de DD.HH., partícipe en secuestros y homicidios bajo la DINA y CNI.

  • Bernardo Daza, agente de la Brigada Lautaro, responsable del asesinato de dirigentes comunistas, entre ellos Víctor Díaz.

  • César “Fifo” Palma, ex Patria y Libertad, implicado en crímenes antes y después del golpe, incluido el asesinato del edecán Arturo Araya.

  • Roberto Fuentes Morrison, “El Wally”, jefe operativo del Comando Conjunto, responsable de 39 asesinatos y torturas masivas. Fue ejecutado por el FPMR en 1989.

Memoria contra la impunidad

El detalle de estos casos —registrados en los tribunales, en la plataforma Papeles de la Dictadura y en múltiples investigaciones— desmonta la narrativa de quienes aún pretenden justificar la dictadura. No hubo excesos aislados: hubo un plan sistemático de exterminio y represión.

El desafío pendiente es enorme. Chile no puede seguir relativizando su historia ni permitir que sectores políticos manipulen la memoria para fines electorales. Los crímenes están documentados y las víctimas siguen esperando verdad, justicia y reparación real.

Hoy, más que nunca, corresponde recordar que la democracia no se construye sobre el olvido, sino sobre la memoria activa y la condena categórica a la barbarie. También sobre la exigencia de que gobiernos, jueces, políticos y religiosos dejen de mirar hacia otro lado y enfrenten de una vez la deuda histórica con las víctimas.

Hasta que eso no ocurra, cada 11 de septiembre será una herida abierta, un recordatorio de que Chile no ha saldado su deuda con la historia ni con su gente.

2025/09/08

11 de Septiembre: Chile sigue en deuda con sus víctimas

 Por Rodolfo Varela

En medio del frío y la llovizna, miles de chilenos marcharon este domingo para recordar el 52º aniversario del golpe de Estado que, con apoyo de Estados Unidos, derrocó al legítimo Gobierno de Salvador Allende e inauguró una de las dictaduras más sangrientas de América Latina.


El golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende en Chile cumple 52 años.


La multitud recorrió la Alameda, pasó frente a La Moneda y llegó hasta el Cementerio General, donde se realizaron actos en homenaje a las víctimas de la represión. Jóvenes, adultos y ancianos caminaron juntos, unidos por una misma exigencia: memoria, verdad, justicia y reparación.


La herida que no cierra


Han pasado más de cinco décadas, pero la deuda del Estado con quienes sufrieron la dictadura sigue intacta. Los exonerados, torturados, expresos políticos y familiares de desaparecidos sobreviven hoy con pensiones miserables, equivalentes apenas al 50% de un salario mínimo. Una burla a su sufrimiento, una vergüenza nacional.

A esto se suma la omisión tanto de la derecha como de la izquierda, que en campaña prometen memoria y justicia, pero al llegar al poder olvidan su palabra y se concentran en mejorar su situación económica personal. Mientras tanto, cientos de cajas con restos humanos permanecen almacenadas en el Servicio Médico Legal sin ser identificadas, un insulto a las familias que llevan más de medio siglo esperando verdad.


Voces de la memoria


“Estamos recordando a las víctimas del terrorismo de Estado, de la dictadura cívico–militar. Decimos civil porque fueron ellos los instigadores del golpe y hoy gozan de impunidad total”, declaró Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP).


Seguiremos luchando por la memoria, la verdad y la justicia para las víctimas y por una sociedad más justa e igualitaria.


Lira criticó el negacionismo de candidatos de derecha como Evelyn Matthei, quien justificó el golpe como “necesario” y calificó las muertes como “inevitables”. Condenó además el proyecto de ley que busca liberar a criminales de lesa humanidad encarcelados en Punta Peuco.

“Seguiremos luchando por memoria, verdad y justicia para las víctimas, y por una sociedad más justa e igualitaria”, afirmó.

El presidente de la ANEF, José Pérez Debelli, también acompañó la marcha: “Tenemos la obligación moral de estar con las organizaciones de derechos humanos. Nuestro compromiso es contra las corrientes negacionistas que la derecha intenta imponer”.

Por su parte, el diputado comunista Boris Barrera advirtió que la amenaza del fascismo está nuevamente “a la vuelta de la esquina”, y llamó a redoblar los esfuerzos para que Chile nunca más repita su historia más oscura.


Entre la memoria y la impunidad


La jornada se desarrolló de manera pacífica en su mayoría, aunque grupos aislados protagonizaron disturbios en las inmediaciones del Cementerio General, con 17 detenidos. Dentro del camposanto, en cambio, se realizó un emotivo acto político-cultural en recuerdo de las víctimas.

Lo que no puede seguir siendo un rito vacío es la indiferencia del Estado frente a la reparación. Cada 11 de septiembre los discursos se repiten, pero los sobrevivientes de la represión continúan condenados a vivir con pensiones indignas, sin verdad completa ni justicia plena.


Chile tiene que despertar. 


No se trata solo de memoria histórica: se trata de un presente marcado por la impunidad, el abandono y la desidia de todos los sectores políticos. Porque mientras los criminales mueren en cárceles de lujo y sus cómplices en la política siguen gozando de privilegios, las víctimas del terrorismo de Estado sobreviven con migajas y los restos de cientos de compatriotas siguen apilados en cajas sin nombre, esperando justicia que nunca llega.

September 11: Chile Still Owes Its Victims

Amid the cold and drizzle, thousands of Chileans marched this Sunday to mark the 52nd anniversary of the coup d’état that, with U.S. support, overthrew the legitimate government of Salvador Allende and unleashed one of Latin America’s bloodiest dictatorships.


The military coup that ousted President Salvador Allende in Chile is 52 years old.


The crowd walked along La Alameda, passed La Moneda Palace, and reached the General Cemetery, where acts were held in tribute to the victims of repression. Young people, adults, and the elderly walked side by side, united by the same demand: memory, truth, justice, and reparation.


The wound that won’t heal


More than five decades have passed, yet the State’s debt to the victims of dictatorship remains unpaid. Exonerated workers, torture survivors, former political prisoners, and families of the disappeared are still forced to survive on miserable pensions, barely 50% of the minimum wage. A mockery of their suffering, a national disgrace.

To this injustice we must add the omission of both the right and the left, which in every campaign promise truth and justice, but once in power forget their commitments and focus on improving their own economic status. Meanwhile, hundreds of boxes containing unidentified human remains remain stored at the Medical Examiner’s Office, an insult to families who have been waiting more than half a century for answers.


Voices of memory


“We are remembering the victims of State terrorism, of the civic-military dictatorship. We say ‘civic’ because civilians were the instigators of the coup and today they enjoy total impunity,” declared Alicia Lira, president of the Association of Relatives of Executed Political Prisoners (AFEP).


We will continue to fight for memory, truth and justice for the victims and for a more just and equal society.

Lira denounced the denialism of right-wing candidates such as Evelyn Matthei, who justified the coup as “necessary” and described the deaths as “inevitable.” She also condemned the bill seeking to release perpetrators of crimes against humanity imprisoned in Punta Peuco.

“We will continue fighting for memory, truth, and justice for the victims, and for a more just and equal society,” she affirmed.

The president of ANEF, José Pérez Debelli, also joined the march: “We have a moral obligation to stand with human rights organizations. Our commitment is against the denialist currents the right seeks to impose.”

Meanwhile, Communist Party lawmaker Boris Barrera warned that the fascist threat is once again “just around the corner,” and called to redouble efforts so that Chile never again repeats its darkest history.


Between memory and impunity


The day unfolded mostly peacefully, although small groups carried out violent incidents near the cemetery, leading to 17 arrests. Inside, however, a moving political and cultural act honored the victims.

What must no longer be a hollow ritual is the State’s indifference toward reparation. Every September 11, speeches are repeated, yet the survivors of repression remain condemned to live on shameful pensions, without full truth or justice.

Chile must wake up. This is not just about historical memory: it is about a present marked by impunity, abandonment, and political negligence. Because while criminals die in luxury prisons and their accomplices in politics still enjoy privileges, the victims of State terrorism survive on scraps — and the remains of hundreds of Chileans remain piled up in anonymous boxes, awaiting justice that never arrives.