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2025/05/31

Carol Martínez: el artista chileno celebrado en el extranjero pero ignorado en casa

Mientras su obra se expone en la Biblioteca Nacional de Cuba como homenaje a Fidel Castro, en Chile el artista visual y allendista convencido sigue siendo un desconocido para muchos.



Pintor chileno Carol Martínez


Por, Rodolfo Varela

Santiago / La Habana – El 11 de agosto de 2023 se inauguró en la Galería El reino de este mundo de la Biblioteca Nacional José Martí de Cuba la exposición “Denuncia cromática desde un legado”, una propuesta visual del artista chileno Carol Martínez, dedicada al líder revolucionario Fidel Castro. La muestra no solo reflejó una dimensión artística comprometida, sino también el reconocimiento que Martínez ha cosechado fuera de Chile, especialmente en espacios donde el arte dialoga con la memoria política y social.


Firmamento, Carol Rodrigo Martinez Jimenez



Nacido en Santiago de Chile, Carol Martínez es un artista plástico, arquitecto de formación, presidente de la ONG Abya Yala Arte y Culturas, y un firme allendista. Su obra, profundamente marcada por el compromiso político y la búsqueda de justicia histórica, ha encontrado eco en países como Cuba, donde su legado es valorado no solo por su estética, sino también por su contenido ético y testimonial.


Sin embargo, en su propio país, su nombre apenas es conocido fuera de ciertos círculos culturales. A diferencia de otros artistas con mayor exposición mediática o institucional, Martínez no ha contado con el respaldo ni la visibilidad que su trayectoria merece. Su trabajo ha sido ignorado por los grandes museos chilenos, excluido de ferias oficiales de arte y raramente citado en catálogos o premios nacionales.



Desde mi ventana Carol Rodrigo Martinez Jimenez



Y eso, a pesar de una sólida carrera expositiva que abarca varios continentes. Las obras de Carol Martínez han sido presentadas en exposiciones individuales y colectivas desde la década de 1990 en Chile, así como en países como Brasil, Europa y Estados Unidos. En territorio brasileño, ha expuesto en ciudades como Río de Janeiro y São Paulo, en reconocidas galerías como Portas Vilaseca y Marilia Razuk, respectivamente. También ha formado parte de muestras internacionales tanto en Europa como en Norteamérica, llevando su arte a públicos diversos y consolidando su perfil global.


Este contraste entre el reconocimiento internacional y el olvido local pone en evidencia un fenómeno recurrente en Chile: la falta de valoración de sus propios creadores, especialmente aquellos con una visión crítica o comprometida con la historia política reciente. “Chile no reconoce a sus ídolos, artistas y pintores”, comenta uno de sus seguidores. “A veces hay que salir del país para que te escuchen”.


Casado con la profesora de arte Gabriela Paz, con quien dirige un taller para niños en Santiago, Carol Martínez sigue apostando por el arte como herramienta de transformación. Su obra ha participado en exposiciones y bienales en América Latina y Europa, pero es en espacios como el Estudio Multimedial CREAR TV del Ministerio de Cultura de Cuba donde se le ha abierto el micrófono y el lente, como ocurrió en 2023 en el programa Enlace Caribe, transmitido por #CubaEsCultura y #streamingcuba.


Carol Martínez / Gabriela Paz


En un momento en que Chile discute su identidad, su memoria y su relación con el arte, el caso de Carol Martínez es una llamada de atención: no basta con proclamar diversidad y democracia cultural si seguimos marginando a quienes han hecho del arte un acto de conciencia.

2025/05/29

La prensa libre bajo asedio "Por qué el periodismo independiente necesita apoyo urgente"


Durante más de dos siglos, la libertad de prensa ha sido uno de los pilares fundamentales de las sociedades democráticas. Desde los panfletos revolucionarios del siglo XVIII hasta las investigaciones periodísticas que han derribado gobiernos corruptos, el periodismo ha jugado un papel esencial en la defensa de los derechos ciudadanos y el acceso a la verdad. 


Serias amenazas contra la libertad de prensa en la región

Sin embargo, hoy enfrentamos una amenaza global sin precedentes: la concentración del poder informativo en manos de grandes tecnológicas, multimillonarios con agendas propias y regímenes autoritarios.

En este nuevo ecosistema mediático, los hechos están siendo desplazados por algoritmos, intereses comerciales y propaganda. Plataformas como Facebook, X (antes Twitter) y YouTube han asumido el rol de mediadores de la información, priorizando contenidos virales, polarizantes o sensacionalistas por sobre reportajes rigurosos o análisis críticos. A la vez, gobiernos con vocación autoritaria utilizan estas mismas herramientas para controlar narrativas, intimidar periodistas y desinformar a la ciudadanía.

Paralelamente, algunos de los medios más influyentes del mundo han sido adquiridos por millonarios que, aunque en algunos casos han declarado su apoyo al periodismo de calidad, también han mostrado una peligrosa propensión a intervenir en la línea editorial cuando sus intereses se ven amenazados. Lo que está en juego no es sólo el futuro de algunos medios: es el derecho mismo de las personas a estar informadas con base en hechos verificables, no en manipulaciones o silencios impuestos.

En contextos de crisis —sean sanitarias, climáticas, políticas o bélicas— el acceso a información confiable puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, entre la democracia y la tiranía. Pero producir periodismo de investigación cuesta tiempo, dinero y, en muchos casos, exige valentía frente a amenazas físicas, judiciales y digitales. No puede competir en igualdad de condiciones con las noticias falsas que circulan gratuitamente y sin responsabilidad alguna.

Por eso, el periodismo independiente necesita más que nunca del apoyo activo de la sociedad. Esto significa suscribirse a medios comprometidos con la verdad, compartir contenidos bien investigados, defender a periodistas perseguidos y exigir leyes que protejan la libertad de prensa en todos los rincones del planeta.

"Cuando la prensa se rinde al poder, la democracia se muere"


Durante generaciones, crecimos creyendo que el periodismo era el último bastión contra los abusos del poder. Hoy, sin embargo, esa esperanza se debilita. En muchos países, y especialmente en América Latina, la prensa libre está siendo desplazada por una maquinaria de propaganda donde algunos periodistas ya no sirven a la verdad, sino al régimen que los financia.

No hablo sólo de dictaduras declaradas. En democracias frágiles, medios y comunicadores se alinean con gobiernos corruptos, repitiendo discursos oficiales, ocultando escándalos y atacando a quienes denuncian. Todo esto a cambio de contratos, favores o cuotas de poder. En esos casos, el periodismo deja de ser un servicio público y se convierte en un arma para desinformar a la población.

A esto se suma el dominio de las grandes tecnológicas, que priorizan la viralidad sobre la verdad, y la concentración de medios en manos de multimillonarios con intereses políticos. Lo que se configura es un ecosistema donde los hechos ya no importan. Importa el clic, el ruido, la fidelidad al patrón de turno.

Frente a esta realidad, quienes aún creemos en el periodismo independiente tenemos una obligación moral: defenderlo. Porque sin prensa libre no hay ciudadanía informada. Y sin ciudadanos informados, no hay democracia que resista.

"La prensa libre está en peligro: y con ella, nuestra democracia"


La libertad de prensa atraviesa uno de sus momentos más oscuros en América Latina. Mientras algunos periodistas y medios luchan por mantener su independencia en contextos de extrema precariedad y violencia, otros han optado por el camino más rentable: servir al poder.

Gobiernos corruptos compran lealtades con contratos de publicidad, cargos públicos o acceso privilegiado a información. Lo que debería ser un contrapeso del Estado, se transforma así en un brazo de propaganda. La ciudadanía, engañada por medios que simulan informar, termina siendo víctima de una narrativa manipulada.


La libertad de prensa bajo asedio



Este fenómeno, lejos de ser aislado, se combina con el avance global de plataformas digitales que priorizan el contenido sensacionalista y la desinformación viral. Al mismo tiempo, magnates y fondos de inversión compran medios para utilizarlos como instrumentos de influencia.

Frente a estas amenazas, urge apoyar al periodismo independiente:
el que investiga sin miedo, el que incomoda, el que no se vende. Porque proteger la prensa libre es proteger el derecho a saber y el futuro de nuestras democracias.


Si estás leyendo esto y crees que los hechos son sagrados, que el periodismo no debe ser rehén del poder económico ni del político, entonces la causa también es tuya. Defender la prensa libre no es un acto pasivo: es un compromiso con la verdad, la justicia y la democracia.

2025/05/27

OTI uno de cada cuatro trabajos está en riesgo de transformación IA-G


Un nuevo estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación de Polonia (NASK) revela que la inteligencia artificial generativa (IA-G) está transformando el panorama laboral global de manera profunda pero matizada. El 25% de los empleos en el mundo pertenecen a categorías profesionales altamente expuestas a los cambios que impone esta tecnología.


La inteligencia artificial redefine el futuro laboral?



Transformación más que reemplazo


Contrario al temor generalizado sobre la desaparición masiva de puestos de trabajo, el informe subraya que la IA-G tenderá más a modificar tareas que a eliminar empleos completos. Se trata de una transición que redefine el "qué" y el "cómo" del trabajo, no necesariamente el "quién".


El informe, titulado “Inteligencia artificial generativa y empleos: un índice global refinado de exposición ocupacional”, se apoya en el análisis de 30.000 tareas laborales reales, combinando inteligencia artificial, microdatos armonizados y validación experta. Este enfoque ofrece a los gobiernos una herramienta concreta para anticipar impactos y diseñar respuestas adaptadas a sus realidades.

Mayor exposición entre las mujeres y en países desarrollados


Uno de los hallazgos más llamativos es el mayor grado de exposición entre las mujeres, especialmente en países de altos ingresos. Allí, casi el 10% del empleo femenino se encuentra en ocupaciones altamente susceptibles a la automatización, frente al 3,5% del empleo masculino. Esta diferencia refleja no solo la segregación laboral por género, sino también una vulnerabilidad estructural en sectores donde predominan tareas administrativas y repetitivas.


En términos geográficos, la exposición más alta se registra en países desarrollados, donde el 34% del empleo puede verse afectado. Esto se explica en parte por una infraestructura digital más robusta y una mayor concentración de empleos en sectores cognitivos y digitalizados.


Los sectores más impactados: medios, finanzas y desarrollo de software



Las tareas administrativas encabezan la lista de funciones susceptibles de transformación. Sin embargo, también se encuentran bajo presión sectores como el desarrollo de software, las finanzas y los medios de comunicación, donde las capacidades de la IA-G —desde la redacción automatizada hasta el análisis de datos complejos— prometen cambiar las reglas del juego.



La OIT advierte que uno de cada cuatro empleos está potencialmente expuesto a la inteligencia artificial generativa



A pesar de la sofisticación de estas herramientas, la automatización total sigue siendo limitada. Muchas tareas aún requieren juicio humano, creatividad, toma de decisiones éticas y adaptabilidad a contextos sociales, competencias difíciles de replicar en máquinas.

Un llamado a políticas inclusivas


Lejos de sembrar alarmismo, el informe plantea un desafío y una oportunidad: cómo gestionar esta transformación de forma justa y equitativa. Para ello, propone el Índice Global OIT-NASK como instrumento orientador para la formulación de políticas públicas.


La transición hacia un trabajo mediado por IA debe ser inclusiva, dialogada y guiada por principios de equidad y protección laboral. Es imperativo que los gobiernos, las organizaciones de empleadores y los sindicatos se sienten a la misma mesa para anticipar escenarios y construir estrategias que promuevan tanto la productividad como la dignidad del trabajo.

No es el fin del empleo, es el inicio de una nueva era.


En tiempos de disrupción tecnológica acelerada, este estudio aporta una mirada equilibrada. 
La inteligencia artificial generativa no será necesariamente el verdugo del empleo, sino su catalizador. Pero para que ese futuro sea sostenible, será necesario que las políticas públicas vayan a la par de la innovación tecnológica, y que ningún trabajador quede atrás en esta nueva era del trabajo.

2025/05/22

Hijos del Silencio: los bebés chilenos adoptados ilegalmente en el extranjero y el rol de la Iglesia

Durante tres décadas, miles de niños chilenos fueron separados de sus familias y dados en adopción a países como Suecia, Estados Unidos, Alemania, Francia y los Países Bajos. Detrás de este fenómeno, que comenzó durante la nefasta dictadura de Pinochet y continuó en democracia, se esconde una compleja red de adopciones marcadas por la irregularidad, el abuso de poder y el silencio. 


Adopciones irregulares de niños chilenos: se abren en Países Bajos los registros de 155 casos


En el centro de esa red, además de agentes del Estado y jueces de menores, figuran hospitales, asistentes sociales, agencias internacionales y también instituciones religiosas.

Un patrón encubierto



A partir de la segunda mitad de los años 70, Chile se transformó en uno de los principales países exportadores de niños hacia el extranjero. Las cifras no oficiales hablan de más de 20.000 adopciones internacionales durante ese período. Muchas de ellas fueron legales, pero una proporción considerable se realizó mediante engaños, falsificación de documentos, presiones indebidas o directamente sin el consentimiento de las madres biológicas.


En los hospitales, especialmente públicos, muchas mujeres dieron a luz sin recibir información clara. Algunas fueron informadas de que su hijo había nacido muerto; otras fueron presionadas, sin recursos ni acompañamiento legal, a firmar papeles de entrega. En muchos casos, no sabían que estaban autorizando una adopción internacional.


El rol de la Iglesia



Diversas instituciones ligadas a la Iglesia Católica jugaron un papel importante en estas adopciones. Hogares de menores administrados por congregaciones religiosas servían como lugares de acogida temporal de bebés, y muchas veces como puntos de contacto con las agencias extranjeras.



La trama de adopciones forzadas de la dictadura chilena –



Religiosas y sacerdotes actuaron como intermediarios en procesos que hoy están bajo investigación. Algunos testimonios señalan que religiosas convencían a madres en situación de pobreza extrema para que entregaran a sus hijos, bajo la idea de que “tendrían una vida mejor en Europa o Estados Unidos”. También hubo casos donde se les ocultó que sus hijos serían adoptados fuera del país.


Aunque no se ha probado que estas prácticas fueran ordenadas directamente por la jerarquía eclesiástica, la participación de miembros individuales y la falta de supervisión institucional es un tema pendiente para la Iglesia en Chile. Hasta la fecha, no ha existido un reconocimiento oficial ni un proceso interno de verdad y reparación por su papel en estos hechos.


Jueces, asistentes sociales y agencias extranjeras



El sistema funcionaba con la colaboración de jueces de menores que autorizaban las adopciones, muchas veces sin investigar el origen real del niño ni verificar el consentimiento de la madre. También hubo asistentes sociales que elaboraban informes falsos y agencias internacionales de adopción que no cuestionaban el proceso, mientras recibían decenas de niños chilenos cada año.


En algunos países, como Suecia y Estados Unidos, los padres adoptivos han descubierto años después que los documentos de adopción contenían información falsa o incompleta. Esto ha motivado movimientos de adopta(dos) que hoy luchan por conocer sus raíces.

La búsqueda de la verdad



Organizaciones como "Nos Buscamos", "Hijos y Madres del Silencio" y la plataforma internacional "Connecting Roots" han permitido a decenas de personas reencontrarse con sus familias biológicas. Muchos de estos reencuentros han sido posibles gracias a pruebas de ADN y a redes sociales, en ausencia de apoyo estatal.


La justicia chilena ha avanzado lentamente. Investigaciones impulsadas por los jueces Mario Carroza y Jorge Zepeda han acumulado miles de casos, pero las condenas son escasas y las responsabilidades institucionales aún no han sido plenamente esclarecidas.


Un trauma intergeneracional



Hoy, muchas madres siguen buscando a sus hijos. Muchas familias han vivido décadas con la ausencia y la culpa. Y muchos de los adoptados —hoy adultos— viven con el dolor de haber crecido en un país extranjero sin conocer su identidad real.


Este es un capítulo oculto de la historia reciente de Chile. Un capítulo donde se cruzan la dictadura, el abandono del Estado, el poder de la Iglesia y una industria global de adopciones que no puso en el centro el interés superior del niño, sino las oportunidades de un mercado internacional sin regulación.


Fuentes consultadas:



Programa Nos Buscamos (www.nosbuscamos.org)

Reportajes de CIPER Chile, BBC Mundo, DW y El País


Documental “Niños del Silencio”


Testimonios recogidos por Connecting Roots y Hijos y Madres del Silencio


Fallos judiciales del ministro Jorge Zepeda (Corte de Apelaciones de Santiago)


2025/05/20

Hijos del Silencio

Una identidad quebrada por la nefasta dictadura: la historia de Alicia Ibáñez Franco y su viaje de vuelta a Chile.






Con apenas cuatro meses de vida, Alicia fue llevada fuera de Chile en medio del caos del sangriento golpe militar de 1973. Pasaron décadas antes de que pudiera comenzar a reconstruir la verdad de su origen. Esta es la historia de una niña exiliada sin saberlo, y de su lucha por recuperar su identidad.

Un vuelo en la oscuridad


El 29 de septiembre de 1973, un avión despegó desde Santiago rumbo a Nueva York. A bordo, una bebé de solo cuatro meses y tres semanas era llevada a un destino que no conocía, en un idioma que no entendía, con una familia que no era la suya. Su nombre era Alicia Ibáñez Franco, y como tantas otras niñas y niños chilenos, se convirtió en una víctima silenciosa del nefasto golpe de Estado que apenas 18 días antes había derribado el gobierno legitimo de Salvador Allende.



                                          


Chile se sumía en la dictadura militar. El miedo, la persecución y el desarraigo se apoderaron del país. En medio del caos, miles de niños fueron sacados al extranjero —muchos con fines supuestamente humanitarios, otros bajo redes de adopción irregulares o presiones institucionales que invisibilizaron a las familias biológicas. La historia de Alicia, marcada por la separación forzada y el exilio involuntario, se convirtió en una de tantas que apenas comienzan a salir a la luz.


Una infancia entre sombras


Alicia creció en Nueva York, criada por la familia Sandor, en un entorno que nunca le ofreció respuestas claras sobre su pasado. “Chile era una palabra lejana, casi exótica, pero siempre presente como un eco”, recuerda. Durante años, la ausencia de certezas la llevó a imaginar lo peor: “Temí que mis padres biológicos hubieran sido asesinados. Vivía con esa pesadilla constante.”



No fue sino hasta 2012 que recuperó su ciudadanía chilena. Ese gesto, aparentemente burocrático, marcó un hito personal: el primer paso para volver a ser quien había sido antes del exilio forzado. Tres años después, en 2015, la organización Nos Buscamos localizó a parte de su familia materna en La Serena, al norte de Chile. Alicia descubrió entonces que su madre, también llamada Alicia, vivía en Buenos Aires junto a otra hija, Pamela, su media hermana.


La conexión fue frágil pero poderosa. “Solo hablamos una vez, con ayuda de un traductor, pero fue suficiente para saber que había amor, aunque no tuviéramos historia compartida.” Poco después, en 2018, su madre biológica falleció. Alicia nunca pudo conocerla en persona. “Con su muerte se fueron muchas respuestas que jamás llegarán.”


La otra mitad



Durante años, Alicia pensó que su búsqueda había terminado. Había encontrado un fragmento esencial de su historia. Sin embargo, algo volvió a activarse en su interior cuando conoció los casos de otros adoptados chilenos que, con la ayuda de organizaciones como Connecting Roots, estaban reconstruyendo sus historias mediante pruebas de ADN y redes de apoyo internacional.




Así, comenzó una nueva etapa: la búsqueda de su padre biológico, a quien sospecha originario de Mendoza, Argentina. “Esa otra mitad de mi identidad sigue siendo un misterio”, dice, con una mezcla de esperanza y resignación. “Pero esta vez estoy lista para descubrir la verdad, sea cual sea.”

Una herida colectiva



Alicia no está sola. Se estima que entre 10.000 y 20.000 niños chilenos fueron adoptados internacionalmente entre 1973 y 1990, muchos en circunstancias poco claras. Investigaciones judiciales recientes han revelado tramas que involucran a hospitales, jueces, servicios sociales y ONGs religiosas, que facilitaron —a veces sin consentimiento real de las madres— la salida de menores hacia países como Suecia, EE.UU., Italia y Francia.


“Estamos ante una forma de violencia estructural que fue sistemática, aunque silenciosa”, señala la historiadora chilena Karen Alfaro, experta en infancia y dictadura. “Estas adopciones fueron presentadas como actos de caridad, pero muchas ocultaban la ruptura forzada de lazos familiares.”


Hoy, organizaciones como Nos Buscamos, Hijos y Madres del Silencio y Connecting Roots colaboran para identificar a personas adoptadas, reconstituir árboles genealógicos y facilitar reencuentros. También exigen al Estado chileno políticas de reparación, acceso a archivos y reconocimiento del daño causado.


Memoria, identidad, justicia



Para Alicia, el 11 de septiembre de 1973 no es solo una fecha histórica. Es una fractura vital. Aunque era apenas una bebé, la dictadura modeló su destino: la alejó de su madre, de su país, de su idioma y de su verdad. Hoy, esa historia personal se entrelaza con la de miles de otros que buscan respuestas a las heridas invisibles de un país que aún debe asumir su deuda con la infancia robada.





“No sé qué encontraré al final de este camino”, dice. “Pero incluso en la incertidumbre, la historia tiene una forma de llamarnos de vuelta a donde pertenecemos.”


Alicia sigue buscando. Sigue reconstruyendo. Su historia, única y compartida, nos recuerda que el pasado no está cerrado y que la identidad no se hereda: se recupera.


2025/05/19

Violência sexual infantojuvenil: o crime silencioso que exige vigilância e ação coletiva

 

Em um país onde os direitos da infância estão garantidos pela Constituição e pelo Estatuto da Criança e do Adolescente (ECA), é alarmante constatar que milhares de meninas e meninos continuam sendo vítimas de uma das formas mais cruéis de violação: o abuso e a exploração sexual. O inimigo, muitas vezes, não está nas ruas — mas entre quatro paredes, dentro do ambiente doméstico, onde o silêncio se impõe e a dor se esconde.




Violência sexual contra crianças e adolescentes no Brasil


De acordo com dados do Disque 100, canal de denúncias do Ministério dos Direitos Humanos e da Cidadania, o Brasil registrou mais de 82 mil denúncias de violência sexual contra crianças e adolescentes em 2024. A maioria envolve meninas entre 10 e 14 anos, e o principal agressor é alguém conhecido da vítima — geralmente um parente, padrasto, tio, irmão ou vizinho.


A psicóloga clínica Ana Paula Mendes, especialista em traumas infantis, explica que “o abuso sexual infantil não é apenas um ato isolado, é uma violação contínua que destrói a autoestima, afeta o desenvolvimento emocional e muitas vezes silencia a vítima por toda a vida”. Ela afirma que o medo, a vergonha e a dependência emocional ou econômica da criança em relação ao agressor são os principais fatores que impedem a denúncia.

A casa como cenário de crime



Ao contrário do que muitos imaginam, os abusos raramente ocorrem em ambientes públicos. Segundo o Fórum Brasileiro de Segurança Pública, em mais de 70% dos casos, o abuso ocorre dentro de casa, e em cerca de 80% dos registros, o agressor é alguém próximo da vítima. Esse dado revela um padrão recorrente e assustador: o abuso sexual infantil é, muitas vezes, cometido por quem deveria proteger.


A violência contra crianças é generalizada e afeta milhões de crianças.



“Recebemos casos em que o abusador é o pai biológico, o padrasto, ou mesmo irmãos mais velhos. Isso gera uma confusão profunda na cabeça da criança, que muitas vezes não entende que está sendo violentada”,
diz Juliana Tavares, conselheira tutelar em São Paulo. Ela ressalta que o acolhimento inicial deve ser feito com extrema sensibilidade: “Uma palavra errada pode retraumatizar a vítima ou fazer com que ela recue.”

Subnotificação: o silêncio que encobre a violência

A cada denúncia registrada, estima-se que ao menos nove casos não são comunicados às autoridades. A subnotificação é um dos maiores desafios no combate à violência sexual infantojuvenil. Por trás dos números oficiais, há uma realidade ainda mais cruel e invisível.

“O abuso sexual infantil é um crime silencioso. E esse silêncio é sustentado por uma cultura que, muitas vezes, desacredita a vítima, culpa a mãe, ou relativiza o comportamento do agressor”, afirma Carla Ferreira, promotora da Infância e Juventude no estado da Bahia. Segundo ela, o rompimento do silêncio depende de uma rede de proteção eficiente e de uma sociedade disposta a olhar para o problema com coragem.

As marcas do trauma

Os efeitos da violência sexual na infância são profundos e duradouros. Além das consequências físicas, a criança abusada pode desenvolver transtornos de ansiedade, depressão, dificuldades escolares, automutilação e até tendências suicidas. Muitas vítimas só conseguem relatar o que viveram anos depois, já na vida adulta, quando buscam atendimento psicológico.

Letícia (nome fictício), hoje com 27 anos, sofreu abusos do padrasto dos 9 aos 14 anos. Só conseguiu falar sobre o que viveu após os 20, durante uma crise de pânico. “Durante anos achei que a culpa era minha. Que ninguém iria acreditar. Hoje sei que eu era só uma criança”, conta.

A história de Letícia é semelhante à de milhares de outras vítimas. O silêncio, imposto pelo medo ou pela manipulação do agressor, retarda a responsabilização criminal e compromete o acesso à reparação.

Como identificar e agir


Sinais como mudanças bruscas de comportamento, isolamento, regressão (como voltar a urinar na cama), queda no desempenho escolar, agressividade ou medo de determinadas pessoas devem ser observados com atenção. Esses podem ser indicativos de abuso, e não devem ser ignorados.

Ao suspeitar de um caso de violência sexual contra criança ou adolescente, a denúncia é obrigatória — mesmo que não haja certeza absoluta. Pode ser feita de forma anônima por meio do Disque 100, pelo Conselho Tutelar local, ou em delegacias especializadas. Também é possível acionar o Ministério Público e os serviços de saúde e educação, que são obrigados por lei a notificar suspeitas.

A responsabilidade é de todos


A luta contra a violência sexual infantojuvenil não é tarefa exclusiva das autoridades. É uma responsabilidade coletiva que envolve famílias, escolas, profissionais de saúde, vizinhos e toda a sociedade. Promover o diálogo aberto com as crianças, ensinar sobre o respeito ao corpo e reforçar que elas têm o direito de dizer "não" são medidas fundamentais para a prevenção.

O 18 de maio, Dia Nacional de Combate ao Abuso e à Exploração Sexual de Crianças e Adolescentes, é um marco simbólico dessa luta. Mas a mobilização precisa ser diária, constante e articulada.

“Precisamos entender que o silêncio é cúmplice. Fingir que não vê é legitimar a violência. Denunciar é um ato de proteção, de coragem e de amor ao próximo”, conclui a psicóloga Ana Paula Mendes.

SERVIÇO – Onde denunciar:



Disque 100 – Central de Direitos Humanos (atendimento 24h, gratuito e anônimo)

Conselho Tutelar – em qualquer cidade do Brasil

Delegacias de Proteção à Criança e ao Adolescente

Aplicativo Direitos Humanos Brasil (Android e iOS)

Reparación sin justicia plena: las pensiones a víctimas de la dictadura en Chile no alcanzan el salario mínimo


A más de 30 años del retorno a la democracia, Chile sigue saldando cuentas con su pasado dictatorial. Entre las múltiples aristas del proceso de reparación, hay una realidad que pasa casi desapercibida en el debate público: las pensiones otorgadas a los exonerados políticos y ex presos políticos, víctimas de la represión estatal entre 1973 y 1990, no alcanzan a cubrir el salario mínimo vigente en el país, fijado actualmente en $510.636 pesos chilenos. 




¿Está surgiendo en Chile un modelo virtuoso de reparación de violaciones de derechos humanos?


Las cifras son elocuentes. Dependiendo de la edad del beneficiario, las pensiones de reparación pueden ir desde los $179.349 pesos (para menores de 70 años), hasta un máximo de $205.265 pesos mensuales (para mayores de 75). A esto se suma, en algunos casos, un aporte único reparatorio entregado en cuotas. Sin embargo, ni la pensión mensual ni los pagos extraordinarios se equiparan al ingreso mínimo legal que, en teoría, busca garantizar condiciones básicas de subsistencia.


El origen de una deuda histórica


Durante la nefasta dictadura del traidor Augusto Pinochet, miles de personas fueron detenidas arbitrariamente, torturadas, exiliadas o expulsadas de sus trabajos por razones políticas. Tras el regreso a la democracia, los gobiernos civiles implementaron una serie de mecanismos para reparar a las víctimas, como el Informe Rettig (1991), que documentó casos de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, y posteriormente los Informes Valech (2004 y 2011), centrados en la prisión política y la tortura.


Fue a partir de estos informes que se crearon las leyes de reparación, como la Ley N° 19.992 (2005), que estableció pensiones para ex presos políticos, y la Ley N° 20.405 (2010), que amplió derechos sociales para este grupo. En paralelo, los exonerados políticos fueron reconocidos mediante la Ley N° 19.234 (1993) y sus reformas posteriores.


No obstante, el diseño de estas políticas ha sido objeto de críticas por su carácter limitado, tanto en términos económicos como en su alcance simbólico.


Una reparación que no alcanza


“Es una pensión de reparación, pero no alcanza ni para vivir con dignidad”, comenta Carmen Riquelme, de 72 años, quien fue detenida y torturada en 1975 y hoy recibe menos de $200.000 pesos mensuales por parte del Estado. “Después de todo lo que sufrimos, ¿eso es lo que vale nuestra vida?”.


Testimonios como el de Riquelme son recurrentes entre quienes han recibido alguna forma de reparación estatal. A la baja cuantía de las pensiones se suma la imposibilidad de heredar estos beneficios, su exclusión del sistema previsional ordinario, y el hecho de que muchos beneficiarios ya están en la tercera edad y viven con secuelas físicas o psicológicas de los abusos sufridos.



Además, varias organizaciones de derechos humanos han denunciado que los procesos de acreditación son excesivamente burocráticos, y que muchas víctimas no fueron reconocidas por las comisiones oficiales debido a la falta de pruebas, el miedo a declarar o los criterios restrictivos aplicados.


¿Reparación o asistencialismo?


De acuerdo con los Principios de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Reparación (conocidos como Principios Van Boven-Bassiouni), una reparación adecuada debe ser proporcional a la gravedad del daño sufrido, garantizar la restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. En ese marco, las políticas chilenas quedan al debe.

“La reparación en Chile ha sido más simbólica que efectiva”, explica la abogada de derechos humanos Ana María Rojas.
“No basta con reconocer el daño; se necesita una compensación real, que permita a las víctimas vivir con dignidad. Si la pensión no cubre ni lo mínimo que exige el Estado para vivir, entonces no es reparación, es caridad institucionalizada”.

Otros países de la región han optado por sistemas más integrales. En Argentina, por ejemplo, las víctimas del terrorismo de Estado pueden recibir una pensión equivalente a la de un juez federal, y el Estado ha asumido activamente procesos judiciales, educativos y culturales en torno a la memoria histórica.


El debate pendiente



El tema ha vuelto tímidamente a la discusión pública a raíz del reajuste del salario mínimo y las recientes movilizaciones de agrupaciones de ex presos políticos, que han exigido mejoras concretas a las pensiones. Sin embargo, el debate ha sido relegado frente a otras urgencias sociales.


Para los expertos, es necesario repensar el modelo de reparación en Chile, ampliando su cobertura, actualizando los montos y reconociendo otras formas de daño que siguen sin atenderse, como el impacto transgeneracional o la persecución política institucionalizada.

Mientras tanto, miles de víctimas envejecen en la precariedad, sostenidas por una pensión que —aunque reconocida por ley— no logra traducir en justicia el dolor vivido.



Aquí tienen un gráfico comparativo que muestra de forma clara y visual la enorme brecha entre las pensiones de reparación para víctimas de prisión, tortua y 
Exoneración política y el salario mínimo en Chile en 2025 (
Es una vergüenza en el mundo).

Fuentes consultadas:


  • Leyes 19.992, 19.234 y 20.405

  • Informes de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (Valech)

  • Principios de la ONU sobre Reparación a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos

  • Entrevistas a beneficiarios y profesionales de derechos humanos


2025/05/16

El largo retorno: De los adoptados chilenos robados durante la dictadura

Febrero de 2025 marcará un nuevo capítulo en la búsqueda de justicia y reparación para miles de niños robados durante las dictaduras del siglo XX. Esta vez, varias personas adoptadas en el extranjero durante la dictadura del traidor y asesino Augusto Pinochet regresaron a Chile para reencontrarse, por primera vez, con sus familias biológicas.



Son más 20.000 las adopciones irregulares bajo investigación




Durante décadas, miles de niños fueron arrancados de los brazos de sus madres bajo pretextos médicos, judiciales o sociales falsos. Fue una práctica sistemática y coordinada, promovida por organismos estatales y amparada por redes de adopción internacionales, muchas veces con conocimiento de instituciones religiosas, diplomáticas y sanitarias.

Chile, una de las caras más visibles de esta tragedia

En el caso chileno, la nefasta y sangrienta dictadura militar del traidor y asesino Augusto Pinochet (1973–1990) no solo dejó una estela de desaparecidos y torturados. También sembró una herida profunda y menos visible: la del tráfico de menores con fines de adopción. Se estima que más de 20.000 niños fueron sustraídos de sus familias y enviados principalmente a Estados Unidos, Suecia, Francia, Alemania y otros países.

Una de esas víctimas fue Johanna Lamboley, hoy investigadora y jefa de la Unidad de Investigación de Orígenes de Adoptados de Chile (RAÍF). Ella misma fue separada de su madre chilena poco después de nacer y adoptada en Europa sin conocimiento ni consentimiento de su familia de origen.

"Me dijeron que mi madre me había abandonado. La verdad era otra: mi madre me buscó durante años sin éxito", explicó Lamboley en una entrevista reciente, durante su visita a Santiago, donde acompaña a otras personas adoptadas en el reencuentro con sus familias biológicas.

Una red con implicaciones globales

Chile no fue el único país afectado. Prácticas similares ocurrieron en la España franquista, donde se calcula que más de 300.000 bebés fueron robados entre los años 40 y los 90; en Corea del Sur, donde miles de niños fueron enviados a Estados Unidos en medio de políticas nacionalistas; y en Argentina, donde la dictadura también utilizó la apropiación de bebés como herramienta represiva.

Lo que une a todos estos casos es el uso del aparato estatal salud pública, policía, registros civiles— para facilitar adopciones ilegales, muchas veces justificadas con ideologías eugenésicas, religiosas o políticas. Y décadas después, los ahora adultos adoptados intentan reconstruir sus historias, muchas veces con pocas pistas y mucha incertidumbre.

La lucha por la verdad y la reparación

Gracias a iniciativas como RAÍF, Hijos y Madres del Silencio, Nos Buscamos, entre otras, cientos de casos han podido ser esclarecidos. La tecnología del ADN, la presión social y el trabajo conjunto con medios de comunicación han permitido unir piezas del rompecabezas.

“Lo que buscamos no es solo justicia legal, sino justicia emocional. Es devolverle a cada persona su derecho a saber quién es y de dónde viene”, afirmó Lamboley.

Mientras el Estado chileno enfrenta presiones crecientes para reconocer oficialmente estas violaciones a los derechos humanos y garantizar el acceso gratuito a pruebas genéticas y documentación, el movimiento de los adoptados robados continúa creciendo y organizándose, con fuerza y dignidad.

Una herida abierta, una memoria que no olvida

Los reencuentros de febrero de 2025 son una muestra del poder de la verdad y del amor familiar que resiste el paso del tiempo. Pero también nos recuerdan que aún queda mucho por hacer: miles de personas siguen buscando respuestas.

Como escribió una de las adoptadas en sus redes sociales, tras abrazar por primera vez a su madre biológica:

"Nos separaron con mentiras. Nos reencontramos con la verdad."


Aquí tienes un resumen actualizado del tipo de reparación que el Estado de Chile ofrece a los niños y niñas secuestrados y entregados en adopciones ilegales durante la dictadura militar (1973–1990), hasta la fecha más reciente conocida (mayo de 2025):


🧾 Tipo de reparación que ofrece el Estado de Chile (actualizado a 2025)

1. 🛑 Reconocimiento oficial del crimen

  • El Estado chileno ha reconocido públicamente que existieron adopciones irregulares o ilegales durante la dictadura, muchas de las cuales involucraron engaños, coacción o sustracción de menores.

  • En 2021 y años posteriores, autoridades de gobierno han ofrecido disculpas públicas a las víctimas, admitiendo que hubo participación o negligencia de instituciones estatales.


2. ⚖️ Investigación judicial

  • Existen más de 700 causas activas en el Ministerio Público sobre adopciones ilegales.

  • El Poder Judicial investiga a redes que operaban entre hospitales, juzgados de menores, servicios sociales y agencias de adopción internacionales.

  • Se han identificado responsables civiles y estatales, aunque las condenas han sido escasas hasta el momento.


3. 🧬 Facilitación de búsqueda de orígenes

  • El Estado ofrece apoyo para la búsqueda de familias biológicas, tanto dentro como fuera de Chile.

  • Se han promovido iniciativas para la creación de un banco de ADN nacional, pero aún no está completamente implementado.

  • Se han realizado acuerdos con instituciones y laboratorios para realizar pruebas genéticas gratuitas a las víctimas.


4. 🧑‍⚕️ Acceso a atención médica y psicosocial

  • A través del Programa de Reparación y Atención Integral en Salud (PRAIS), algunas víctimas pueden acceder a servicios de salud física y mental.

  • Sin embargo, no todas las personas adoptadas ilegalmente han sido reconocidas oficialmente como beneficiarias de PRAIS, por lo que el acceso no es automático ni garantizado.


5. 🧾 Proyectos de ley en curso para reparación integral

Actualmente se están tramitando en el Congreso chileno iniciativas legislativas para:

  • Incluir a las personas adoptadas ilegalmente en la categoría de víctimas de violaciones a los derechos humanos.

  • Reconocer la sustracción de niños como crimen de lesa humanidad.

  • Establecer un mecanismo de reparación económica y simbólica, similar al que han recibido otras víctimas de la dictadura.


6. 🤝 Apoyo consular y logístico para reencontrarse con sus raíces

  • El gobierno ha ofrecido apoyo consular a personas adoptadas que viven en el extranjero (EE. UU., Suecia, Alemania, etc.) para:

    • Realizar trámites legales de nacionalidad.

    • Viajar a Chile para reencontrarse con sus familias.

    • Participar en procesos de reunificación familiar.

A la fecha, la reparación ofrecida por el Estado de Chile a las víctimas de adopciones ilegales durante la dictadura no es integral ni suficiente. Se han hecho avances en el reconocimiento público, apoyo judicial y búsqueda de identidad, pero falta una ley específica que reconozca plenamente sus derechos y garantice una reparación económica, legal y simbólica integral.


2025/05/15

Chile el negocio de las adopciones ilegales

 

Una investigación periodística —realizada a través de decenas de reportajes— ilustra las irregularidades del sistema, con casos que se remontan a 2024.


El negocio de las adopciones ilegales en Chile no es una historia (solo) de la dictadura


Jocelyn Koch Aguilera y su madre, Jacquelin Aguilera Betanzo, están sentadas en una pequeña mesa en la cafetería del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago. El museo está dedicado a los desaparecidos durante la sangrienta dictadura del Ladrón y asesino Augusto Pinochet (1973-1990) en Chile.

La mesa está completamente cubierta de documentos legales. Tres carpetas contienen más de 500 páginas de informes, declaraciones y órdenes judiciales. Jocelyn y Jacquelin, al igual que las mujeres que salieron a las calles a protestar durante el régimen militar, también buscan a una persona desaparecida. Pero en su caso, esta tragedia no tiene nada que ver con la dictadura, las ejecuciones extrajudiciales ni los centros clandestinos de tortura. Las dos mujeres buscan a Kevin, el hermano menor de Jocelyn, a quien vieron por última vez en 2004, cuando fue dado en adopción.

Durante años, las dos mujeres han denunciado las numerosas irregularidades ocurridas durante la adopción del niño. Todo comenzó en 2003. Jaquelin atravesaba una etapa de profundas dificultades económicas y personales. Solicitó la colocación temporal de sus dos hijos menores —Jocelyn y Kevin, de seis y dos años en ese momento— en un hogar de acogida para poder buscar trabajo y una vivienda más estable. Jaquelin había sido víctima de violencia doméstica durante años y acababa de mudarse de Santiago a Concepción, después de que su anterior pareja comenzara a consumir drogas. "No podía mantener a mis hijos, así que los dejé temporalmente al Estado. Pero nunca pensé que esta decisión implicaría la adopción de mi hijo", lamenta hoy la mujer de 61 años.

Jaquelin esperaba que los dos niños pudieran estar en el mismo hogar. Sin embargo, terminaron separados. La mayor, Jocelyn, fue enviada al albergue SOS en Lorenzo Arenas, mientras que Kevin, de tan solo dos años, fue confiado al Orfanato Arrullo. Ambos hogares de acogida estaban ubicados en Concepción. "En el caso de Kevin, siempre fue diferente", recuerda Jaquelin. "Cada vez que iba a verlo, lloraba desesperado, diciendo que quería volver a vivir conmigo y que no quería estar en el hogar. La psicóloga y la trabajadora social que seguían nuestro caso me decían constantemente que no era capaz de criar a mi hijo". Esto no ocurría en el hogar donde habían enviado a Jocelyn.

El Orfanato Arrullo estuvo en el centro de un gran escándalo en 2011. En 2013, fue investigado por una comisión de investigación establecida por la Cámara de Diputados, la cámara baja del Congreso de Chile. Esto ocurrió después de que un reportaje de una radio chilena revelara una serie de casos de abuso infantil ocurridos dentro del hogar.


Adopciones ilegales de niños chilenos no se han detenido



Tan pronto como Kevin ingresó al hogar, Jacquelin fue incluida en un programa de ocho meses donde un equipo, compuesto por una trabajadora social y una psicóloga, la acompañaba para ayudarla y evaluar sus habilidades como madre. Los documentos recopilados por Jacquelin y Jocelyn incluyen registros de visitas al orfanato, que demuestran que Jacquelin visitaba a su hijo regularmente, al menos una vez por semana. Entonces, recuerda Jacquelin, un día inesperado de 2004, fue al hogar y un miembro del personal le informó que el niño había sido declarado apto para la adopción. Junto con otros dos niños, se lo habían llevado en un automóvil blanco. Sin embargo, la madre afirma no haber recibido ninguna notificación formal de la decisión del tribunal chileno.

Desde ese momento, no supo nada más de su hijo. Adondequiera que iba, las autoridades le decían que no sabían nada. Jaquelin cayó en una profunda depresión, de la que luchó por salir. Y, mientras Kevin fue dado en adopción porque el gobierno chileno la consideró incapaz de criar hijos, en 2010, su hija, Jocelyn, dejó el hogar de acogida donde vivía y fue, una vez más, confiada a su madre.

"¿Por qué el gobierno chileno le quitó a un hijo —tras considerarla incapaz de ser madre— cuando sí la consideró apta para criarme, tan solo seis años después de que Kevin fuera dado en adopción?", se pregunta Jocelyn en voz alta. Desde que Jocelyn se fue de casa, fue a todas partes con su madre buscando a su hermano: las dos mujeres tocaron puerta por puerta, incluso fueron al aeropuerto para intentar averiguar si había sido adoptado por una pareja extranjera.

Tras muchos intentos, lograron localizar a la psicóloga que había seguido el caso de Kevin en el centro Arrullo, quien les dijo que lo olvidaran, que Kevin estaba bien. Incluso le aconsejó a la madre que consultara con un psiquiatra para superar la situación.

En la pila de documentos que las dos mujeres han recopilado a lo largo de los años —que dan fe de las irregularidades que ocurrieron durante el proceso de adopción— hay una foto enmarcada de Kevin. En ese retrato, es un niño sonriente. Y, más de 20 años después —para Jocelyn y JaquelinKevin todavía luce así. No saben cómo luce hoy. Ni siquiera saben si está vivo o muerto. Para ellas, Kevin es esa vieja imagen, cristalizada en el tiempo. Jocelyn, ahora de 27 años, tiene un tatuaje en el antebrazo: los representa a ella y a su hermano abrazados. "Solo quiero que sepa que es mi mayor tesoro y que nunca dejaré de buscarlo mientras viva", dice en voz baja.

20.000 adopciones ilegales


Hace casi una década, estalló un gran escándalo en Chile, que se ha convertido en un caso de renombre internacional. Este se relacionaba con las aproximadamente 20.000 adopciones realizadas durante la sangrienta dictadura del ladrón Pinochet. La estimación provino del juez Mario Carroz, quien abrió el primer caso en 2017. Actualmente es miembro de la Corte Suprema.

El sistema judicial chileno y una brigada de la PDI (la policía de investigaciones del país) llevan años investigando el asunto. Sin embargo, debido a una importante reforma judicial, ambos equipos ahora solo atienden casos ocurridos hasta 2004. Las denuncias relacionadas con años posteriores se remiten, por separado, a Carabineros (la Policía Nacional) o al Ministerio del Interior. Por lo tanto, no existe ninguna entidad pública chilena que investigue las denuncias de adopciones irregulares ocurridas en los últimos 20 años. Y, por esta misma razón, no existen cifras oficiales sobre el número de denuncias presentadas desde 2004. El sistema judicial nunca ha investigado para encontrar patrones comunes ni imputar a los presuntos responsables.


Las adopciones ilegales durante la dictadura de Pinochet reabren heridas en Chile



Sin embargo, en los últimos años, se han presentado decenas de denuncias públicas sobre adopciones ilegales en todo Chile. Se trata de niños que, en la mayoría de los casos, fueron adoptados por parejas europeas.

Durante esta investigación, la prensa internacional ha recopilado decenas de informes de adopciones ilegales en diversas partes del país, con casos que se remontan a 2004. Estas adopciones ocurrieron durante la actual era democrática y siempre fueron gestionadas por el Servicio Nacional de la Infancia (SENAME). Esta entidad estatal chilena gestiona todo lo relacionado con los menores, incluida la adopción. Durante años, el SENAME ha estado en el centro de una enorme controversia debido a las numerosas irregularidades detectadas en su gestión.


El caso más grave conocido es el de los terribles abusos sufridos por menores en los hogares de acogida gestionados por la entidad. Este escándalo salió a la luz tras la publicación de una investigación realizada por la PDI en 2017. El informe reveló que en el 100% de los 240 hogares investigados, los menores habían sufrido abusos. Un total de 2.071 niños fueron agredidos, 310 de ellos de forma sexual. Y, cada año, en Chile surgen nuevos escándalos. Estos se relacionan principalmente con redes de prostitución infantil, en las que los responsables de los hogares de acogida obligan a los menores a su cargo a prostituirse. Esto se desprende de muchas de las denuncias presentadas por padres ante la PDI y recogidas por medios de comunicación locales.


Si bien el sistema de adopción del país ha experimentado profundas revisiones y mejoras desde la nefasta dictadura, existen anomalías y procedimientos operativos que parecen no haber cambiado desde la década de 1970 hasta la actualidad. Las familias afectadas siempre son pobres y los casos a menudo involucran a madres solteras de zonas marginadas. No se notifica a los padres sobre la elegibilidad de sus hijos para la adopción, se prohíben arbitrariamente las visitas a las instituciones y los niños son entregados en adopción en el extranjero sin verificar previamente la presencia de otros familiares en el país que puedan hacerse cargo del niño, según lo estipula la ley. Esto sin mencionar las diversas instituciones que, a pesar de haber acumulado decenas de denuncias desde la década de 1970 —y a pesar de estar bajo investigación de la PDI y la justicia chilena—, continúan acreditadas por el Estado.

En 2020, la presunta adopción ilegal de Kevin fue denunciada ante la fiscalía por Patricia Muñoz, abogada chilena que fue nombrada la primera Defensora del Niño de Chile entre 2018 y 2023. Ahora declara: "He denunciado varios casos de adopción irregular, y muchos otros han llegado a mi conocimiento. Se trataba de procesos completamente defectuosos en los que los padres biológicos no tenían ninguna posibilidad de recuperar la custodia de sus hijos. Se trata de familias que no recibieron ninguna ayuda del Estado y que solo se enteraron posteriormente de que sus hijos habían sido dados en adopción".


Entre 2010 y 2020, el 70% de los niños chilenos adoptados en el extranjero fueron adoptados por familias italianas. Italia y Estados Unidos son los dos principales países receptores de adopciones internacionales, pero en Chile, los italianos ocupan claramente el primer puesto: existen siete centros de cuidado infantil italianos acreditados, cinco de los cuales están actualmente en funcionamiento.


Entre 2010 y 2020, según datos del SENAME, un total de 4.512 niños fueron entregados en adopción en Chile, de los cuales 844 fueron adoptados por parejas extranjeras. Las personas que adoptaron niños chilenos entre 2010 y 2020 provenían de diversos países, como España, Dinamarca, Australia, Estados Unidos, Bélgica, Nueva Zelanda y Suecia, mientras que los países que recibieron más niños fueron Italia, Noruega y Francia. Sin embargo, el número de niños adoptados en Italia fue claramente mayor durante ese período de 10 años: entre 2010 y 2020, 587 niños chilenos llegaron a Italia, mientras que 95 a Noruega y 91 a Francia.


Entre los casos analizados a lo largo de esta investigación, hay varios en los que las mujeres recurrieron al estado en busca de protección, denunciando abusos a manos de sus parejas. Pero en lugar de recibir ayuda, les robaron a sus hijos. Este es el caso de Giannina Riccardi, ahora de 32 años. En 2018, tras denunciar violencia doméstica, le arrebataron a su hija, Ignacia. Ignacia fue posteriormente dada en adopción.


Durante años, Giannina denunció el abuso que sufría la niña en el hogar de acogida, así como las irregularidades ocurridas durante el proceso de adopción. En 2020, creó la página de Facebook Madres Desesperadas, donde recopiló cientos de denuncias de todo el país. Ignacia fue entregada en adopción a los siete años por el Nido de Hualpén, un orfanato que cerró después de que varios padres denunciaran una red de pedofilia que pagaba al personal para abusar de niños.


“Hice todo lo que me pidió el juez para recuperar a mi hija”, recuerda hoy Giannina. “Encontré un mejor trabajo, dejé a mi pareja maltratadora y alquilé una casa más grande”, continúa. “Pero después de que la dieran en adopción, intenté suicidarme varias veces; una vez salté del cuarto piso de mi edificio. Pasaba por la habitación de Ignacia… el dolor de no verla en la cama me destrozaba”.

En 2014, otra madre también denunció públicamente la adopción ilegal de sus hijos, encadenándose frente a la Catedral de Puerto Aysén e iniciando una huelga de hambre. También recopiló decenas de testimonios de otras madres con casos similares en su región. La mujer, Yohanna Oyarzo, tiene ahora 41 años. En 2011, le arrebataron a sus tres hijos —Gabriel, Benjamín y Erick, que entonces tenían cinco, cuatro y dos años respectivamente— y posteriormente los dieron en adopción a una pareja francesa. Esto ocurrió a pesar de las protestas de su madre, quien afirma haber hecho todo lo que la justicia le había exigido en los meses previos para recuperar la custodia de sus hijos.


La adopción de los hijos de Yohanna estuvo a cargo del Hogar Eleonora Giorgi de Puerto Aysén. Este centro estaba dirigido por la Hermana Augusta Pedrielli, prima lejana del padre del famoso tenor italiano, Luciano Pavarotti. Pavarotti financió la compra del terreno donde se encuentra el hogar de acogida. Este fue clausurado en 2015, tras decenas de denuncias tras la huelga de hambre de Yohanna.


La hermana Augusta confirmó a la prensa local e internacional que compró el terreno gracias a la donación de Pavarotti. Cristina Pavarotti, hija del tenor, también confirma el contacto entre su padre y Augusta Pedrielli entre 1989 y 1990. Señala también que su padre "decidió enviar tres incubadoras y zapatos para los niños".


“Al mismo tiempo”, añade Cristina, “si bien no pude encontrar documentos sobre la donación monetaria que permitió adquirir el terreno, la considero probable. Pero también puedo decir que el contacto entre Sor Augusta y mi padre se limitó a ese período”.


Yohanna aún recuerda las horas y los días que pasaba visitando a sus hijos. También recuerda los informes sobre el abuso que sufrieron. Uno de ellos le contó que había sido abusado sexualmente por una niña mayor durante su estancia en el hogar de acogida. Hoy, Yohanna dice: "No pasa un día sin que piense en mis hijos".


Es un dolor que nunca terminará. Solo puedo seguir adelante porque tengo la esperanza de que, algún día, podré volver a abrazarlos.

Fuente: Esta investigación periodística se realizó con el apoyo del fondo Periodismo de Investigación para Europa (IJ4EU).
La periodista chilena Paulette Desormeaux colaboró ​​en este informe.