La acción y estrategia seguidas por representantes de la derecha latinoamericana en foros paralelos a la Cumbre de las Américas que concluye hoy en Panamá buscan torcer el rumbo de los gobiernos populares, advierte el diario Tiempo Argentino.
Su objetivo es el regreso a la "larga noche neoliberal", como calificó el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, a la década de 1990, destaca la publicación en su principal comentario sabatino.
Alianzas ideológicas y en algunos casos negocios en común, son los paradigmas -añade- que identifican a los grupos de la derecha que desde sectores políticos y mediáticos crean zozobra en la región.
Con el apoyo de Estados Unidos y en pleno desarrollo de la Cumbre de las Américas, una extensa red de personeros y fundaciones decidió embestir contra los gobiernos populares de la región para impulsar a sus propios representantes.
A pesar de pregonar la defensa de la democracia y el respeto a las instituciones, "se trata de una telaraña de políticos con un oscuro prontuario de apoyo a maniobras desestabilizadoras y golpes de Estado", afirma Tiempo Argentino.
Hoy, su principal objetivo parece ser el derribo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, identificado como el nuevo enemigo de la Casa Blanca. "Pero van por más", advierte el diario.
Todo ocurre en un contexto global delicado, pues mientras el presidente Barack Obama negocia un restablecimiento de las relaciones bilaterales con Cuba, al mismo tiempo se enfrenta duramente con Venezuela.
Este país, junto con Brasil y Ecuador, en las últimas semanas denunció intentos de desestabilización orquestados por los medios de comunicación y la oposición local.
Hay que tomar en cuenta lo que ocurre al otro lado del Atlántico: los partidos fenómeno de la izquierda europea toman como referencia cada vez más los procesos políticos latinoamericanos.
Eso genera que las fuerzas conservadoras estigmaticen a gobiernos como el del presidente Nicolás Maduro para deslegitimar y horadar el crecimiento de Podemos, en España, y Syriza, en Grecia.
Por eso no es extraño -señala el periódico- que el exmandatario español Felipe González, uno de los lobistas en la época de privatizaciones de los 90, decidiera hacerse cargo de la defensa de dos líderes de la derecha venezolana detenidos por instigar actos de violencia y promover un golpe de Estado contra Maduro.
Tampoco sorprende que la red de políticos neoliberales latinoamericanos sea liderada por otro expresidente ibérico, José María Aznar, quien junto a 25 exmandatarios de la región, aplaudieron las presiones ejercidas por Washington contra Caracas.
Vale recordar -sostiene- que Aznar y George W. Bush fueron los únicos dos que reconocieron el cúpula surgida del efímero golpe contra Hugo Chávez, justamente el 11 de abril de 2002.
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