Una segunda gran protesta contra la presidenta Dilma Rousseff y el gigantesco desvío de fondos descubierto en Petrobras promete sacudir el poder político este domingo y sacar a las calles de todo Brasil a una multitud harta de la corrupción. Los organizadores esperan convocar a más de un millón de personas en más de 400 ciudades de Brasil.
La primera protesta del 15 de marzo reunió a más de 1,7 millones de personas, según la policía, aunque las cifras de Sao Paulo fueron cuestionadas por la encuestadora Datafolha. “El principal objetivo es obtener la destitución de Rousseff, o su renuncia”, dijo el politólogo Fabio Ostermann, uno de los líderes del Movimiento Brasil Libre (MBL) que organiza las protestas.
“La elección no da a la presidenta un salvoconducto para hacer lo que quiera. Su omisión con el escándalo en Petrobras la coloca en una situación de mucha irresponsabilidad (…) El cargo de presidente de la República debe estar por encima de cualquier sospecha”, dijo Ostermann, que tiene 30 años y vive en Porto Alegre (sur).
“Además, Rousseff practicó un estelionato electoral flagrante: en el periodo electoral advirtió sobre desvíos si su adversario era electo, que aumentaría la cuenta de luz, que aumentaría el precio de la gasolina, que retiraría derechos laborales (…) cuando en realidad quien ha hecho eso es ella”, afirmó.
Un sondeo de Datafolha mostró el sábado que el 63% de los más de 2.800 consultados estaba a favor de abrir un juicio político contra la presidenta por el caso Petrobras, aunque también una mayoría (64%) cree que, aún en ese caso, Rousseff tampoco sería apartada de su cargo.
Los expertos jurídicos aseguran que no hay elementos que permitan la destitución de Rousseff y ningún partido político de peso está impulsando esa vía. Otro grupo detrás de las protestas, Vem Pra Rua, no pide su ‘impeachment’.
– Sospechas - La mandataria está con la popularidad casi por el piso, pese a que prometió más diálogo y envió al Congreso un paquete de medidas para luchar contra la corrupción tras las multitudinarias protestas del 15 de marzo. Ocho de cada 10 brasileños creen que Rousseff estaba al tanto de la corrupción en Petrobras, según Datafolha, aunque ella lo niega con vehemencia.
La aprobación a su gestión cayó 33 puntos a apenas 19%, según el último sondeo Ibope, algo que también se explica por el casi estancamiento de la economía y el alza de la inflación.
Trece senadores, 22 diputados, dos gobernadores, el tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) y exfuncionarios del Poder Ejecutivo son investigados por su presunta participación en una red de corrupción y sobornos en Petrobras que movió unos 4.000 millones de dólares en la última década.
El tesorero del PT, Joao Vaccari, ha sido formalmente acusado de corrupción y lavado de dinero. Rousseff fue presidenta del Consejo de Administración de Petrobras entre 2003 y 2010, período en que la corrupción estaba en auge.
– Vientos bravos - La mandataria intenta también calmar la tormenta política con su principal aliado político el PDMB (centro), y con ese fin concedió el martes a su vicepresidente Michel Temer, que pertenece a ese partido, el rol de articulador político entre el gobierno y el Congreso.
Tanto el presidente de la Cámara de Diputados como del Senado pertenecen al PMDB, y ambos son investigados por corrupción en Petrobras. Su abanderado para impulsar el ajuste fiscal que debe poner en orden las cuentas públicas es el nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy, un exbanquero ortodoxo conocido en Planalto como “Manos de Tijera”. “La presidenta Dilma tercerizó la política para el vice Michel Temer.
Ya había tercerizado la economía con Joaquim Levy. Tercerización es eso, una medida inteligente”, ironizó el diputado opositor Heráclito Fortes (PSB). El diario O Globo publicó en portada una caricatura de Temer vistiendo la banda presidencial. El PT “es cada vez más accesorio en el gobierno”, lamentó en O Globo el exgobernador Tarso Genro, una figura muy respetada de ese partido.
El socialdemócrata Aecio Neves, que perdió el balotaje de octubre contra Rousseff por apenas tres puntos, volvió a apoyar las manifestaciones. El 15 de marzo no desfiló, pero ahora estudia hacerlo.
“Este domingo nuevamente los brasileños van a la calle. Van a decir que no aguantan más tanta mentira, la inflación fuera de control, el desempleo aumentando y un gobierno que no gobierna más”, dijo Neves en un video publicado en Facebook.
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