Nelson Caucoto, abogado de emblemáticas causas como el caso Degollados y el crimen de Víctor Jara, planteó un mecanismo para recoger información nueva que permita determinar el paradero de las víctimas de desaparición forzada de la dictadura.
Nelson Caucoto, abogado en emblemáticas causas como el caso Degollados y el crimen de Víctor Jara, fue el segundo invitado a Diálogos por la Memoria. El conversatorio forma parte de la serie que desarrolla el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) para conocer la labor de quienes resguardaron las garantías de las personas durante la dictadura.
A propósito del Plan Nacional de Búsqueda lanzado por el gobierno, Caucoto indicó que “en la sociedad chilena está diseminada la información. Hay mucha información que recoger. Hay que ir por ella. En ese sentido, creo que hay que ir a los agentes. Y entre los agentes, hay que ir a los conscriptos y hay que ir a Punta Peuco”, señaló en su exposición.
La serie que desarrolla el INDH ya contó con las exposiciones de la jefa del Departamento de Documentación de Televisión Nacional, Amira Arratia; el director del Archivo Secreto de Seguridad Nacional, Peter Kornbluh; y el periodista autor de “Los Años del Cóndor”, John Dinges.
El Plan Nacional de Búsqueda, lanzado en septiembre, tiene el propósito de establecer las circunstancias de la desaparición y muerte de las víctimas de desaparición forzada y su paradero. Algunos de sus objetivos son reconstruir las trayectorias de las víctimas, y ubicar, recuperar, identificar y restituir los restos de las personas víctimas.
Estrategia en Comisión
El abogado Caucoto recordó una estrategia que impulsó cuando trabajó en la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. “Tengo una teoría sobre la búsqueda de antecedentes de desaparecidos. Alguna vez lo utilizamos: hay que ir a los agentes. No que los agentes vengan a nosotros. Los agentes han avanzado en edad. No es lo mismo alguien que tiene 30 años a otro que tiene 50 o a otro que tiene 60 años. Es distinto”.
“Algo se reblandece dentro de uno. Algo te señala que estás llegando al final de tu vida y es importante que si tienes información la des para ayudar a otras personas. Esto algo biológico. La gente no es la misma. ¿Ustedes creen que es el mismo sujeto el que tenía 30 años que el que tiene 70? No”, reflexionó.
Testimonio en caso La Firma
Caucoto ejemplificó con los testimonios que entregó Carlos Pascua Arellano, quien en su calidad de carabinero trabajó en el cuartel de calle Dieciocho. En ese lugar se encontraba La Firma, un sitio que sirvió primero para operaciones del Comando Conjunto y luego de la Dicomcar. El abogado recordó que dos personas fueron a ver al retirado uniformado a su casa.
“‘Ustedes son de los DD.HH. Pasen. Los estoy esperando hace 20 años. Tengo algo aquí y estoy acongojado’, les dijo y siguió. ‘Yo estoy al final de mi vida. Hace muchos años estoy fuera de la institución. El único contacto que tengo es el cheque que recibo a través de una caja. Yo tengo información. Soy el Larry, que estuvo en el Cuartel de Calle Dieciocho. La Firma. Era la persona que controlaba la casa. Todos los detenidos pasaban por mí. Sé qué pasó con muchos detenidos y qué saco con llevármelo a la tumba’”, señaló.
Nelson Caucoto recuerda caso Víctor Jara
“El paso del tiempo tiene sus efectos”, sostuvo el abogado durante su relato. “Toda esta gente está en sus últimos años y es verdad que se reblandece el corazón. No creo que vaya a pasar con Krasnoff o Iturriaga. Uno tiene que llegar a Punta Peuco. Si uno quiere saber qué pasó con los desaparecidos, lo que hay que estudiar es una fórmula. Si entregan información comprobable, de que hay restos de personas en ciertos lugares, habrá que ver qué beneficios se les puede dar”, dijo.
Además, indicó que “la información está diseminada en la sociedad chilena. Está repartida de Arica a Punta Arenas, entre estos viejos agentes, estos viejos estandartes, y los que entonces eran jóvenes estandartes, los conscriptos. Ellos fueron controlados hasta un determinado tiempo. Lo digo por el caso Víctor Jara. Todos los conscriptos eran de la zona poniente de Santiago y todos los meses les hacían un asado y refrendaban un pacto de no hablar. Pero esos conscriptos tienen 60 años. Alguna vez los controlaron, pero ahora no los controla nadie. Hay muchos que tienen información. Hay que llegar a ellos, no esperar que ellos lleguen a nosotros”, concluyó Nelson Caucoto.
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