La secretaria ejecutiva de la Cepal, la mexicana Alicia Bárcena, afirma que los países de América Latina y el Caribe siguen teniendo "importantes deudas" con sus niños y adolescentes, y para pagarlas deben invertir en ellos.
Bárcena, que antes de hacerse cargo en 2008 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) desempeñó numerosos cargos en el sistema de Naciones Unidas, es uno de los 25 líderes latinoamericanos escogidos por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para destacar la importancia de la Convención sobre los Derechos del Niño al cumplirse este 20 de noviembre su vigésimo quinto aniversario.
Esta bióloga y diplomática de 62 años tiene en su cabeza el panorama socio-económico completo de la región, conoce las luces y las sombras al detalle y las ilustra con abundantes cifras durante una entrevista con la prensa.
Para Bárcena, la Convención es un "hito histórico" y los países de la región, que la han ratificado todos sin excepción, deberían llegar a un pacto social y a un pacto fiscal por la infancia.
PREGUNTA: ¿Qué importancia le otorga el organismo que usted dirige al reconocimiento internacional de la Convención sobre los Derechos del Niño?
RESPUESTA: Este hito histórico marca realmente un cambio de rumbo en la agenda de las Naciones Unidas. Es lo que nosotros llamamos la "década normativa" de la ONU.
En América Latina, la Convención sobre los Derechos del Niño ha sido muy importante. La Cepal, junto con la Unicef, ha acometido esfuerzos muy importantes para dar garantías y dar respuesta a estos derechos.
P: ¿En qué medida la bonanza que ha estado viviendo la región favorece el cumplimiento de este objetivo?
R: América Latina hoy muestra un escenario muy propicio para impulsar estas transformaciones sociales y económicas.
En los 25 años transcurridos desde la promulgación de la convención, la pobreza se ha reducido en la región de un 48,4 % a un 27,9 %, mientras que la pobreza extrema ha experimentado un descenso del 22,6 % al 11,5 %.
Esto implica que los hogares y las familias cuentan con mejores condiciones y nuevas oportunidades para brindarles a sus niños y niñas un presente y un futuro propicios para su desarrollo y bienestar.
P: Pero a pesar de estos avances, la situación todavía dista mucho de ser la adecuada para el desarrollo de la infancia y la juventud...
R: Efectivamente, junto a estos logros, la región también tiene importantes deudas con la población infantil.
En materia educativa, la práctica universalización de la educación primaria y el aumento del acceso a la secundaria conviven con el abandono y la falta de calidad.
En términos de cobertura y de matrícula escolar, lo hemos logrado, pero tenemos pendiente cubrir mejor la educación preescolar.
Y lo más complicado, sin duda, es el abandono. Ahí necesitamos hacer esfuerzos mayores para que los niños permanezcan durante diez o doce años en la escolaridad. Eso les daría más oportunidades en el mercado laboral y en la vida, en general.
P: ¿Y cuál es el grado de acceso a la escolaridad de los niños que viven en las comunidades indígenas?
R: Ése es otro gran tema pendiente, cómo incorporar a los pueblos indígenas y a los pueblos afrodescendientes, y sobre todo hacerlo con una gran sensibilidad cultural e histórica.
P: ¿Qué otros temas afectan especialmente a los derechos de los niños en América Latina?
R: Sin duda, el de la salud. Entre 1990 y 2012, las muertes entre niños menores de cinco años se redujeron en un 67 %, pero hoy todavía el 13 % de los niños de la región padecen desnutrición crónica, un hecho que debe alarmar a la comunidad.
Al igual que la persistencia del embarazo adolescente. Ése sí que es un gran tema pendiente en la región, porque el embarazo adolescente hace que miles de niñas sean madres sin haber finalizado su propia infancia.
Ahí se está produciendo una reproducción intergeneracional de la pobreza. Son estas niñas jóvenes las más afectadas por la falta de acceso a la salud sexual y reproductiva. Ellas tienen un gran riesgo, además, porque están muy expuestas a la mortalidad materna y también a la mortalidad de hijos recién nacidos.
P: ¿En qué otros ámbitos considera usted que se han producido avances destacados?
R: También es posible identificar logros en las condiciones de vivienda y saneamiento en las que crecen los niños y niñas, un 93 % de cuyos hogares cuentan con acceso a agua potable.
Así pues, entre 1990 y 2012 el porcentaje de niños y adolescentes que presentan al menos una privación ha descendido del 55,3 % al 40,1 %, pero no olvidemos que 69 millones de niños latinoamericanos vivían en 2012 en condiciones de pobreza, y de esos, 27 millones en pobreza infantil extrema.
Los logros son sustantivos, pero las deudas permanecen. Se estima que en América Latina y el Caribe, 40 millones de menores de 15 años sufren violencia, abusos y abandono en la familia, la escuela, la comunidad y las calles.
A esto hay que agregar que América Latina y el Caribe ostentan la triste posición de ser la región que presenta la mayor proporción de homicidios de niños y adolescentes en el mundo.
Asegurar un futuro sin pobreza, libre de discriminaciones y violencia para cada niño y adolescente es tarea prioritaria de todos.
Pero la población infantil no necesita sólo de nuestras palabras. Los países deben aumentar la inversión para garantizar sus derechos y adoptar políticas activas. Por ello hay que avanzar hacia un pacto social y un pacto fiscal por la infancia.
La no discriminación es uno de los principios básicos de la Convención. La igualdad es el horizonte del desarrollo y un objetivo al que hay que abocarse.
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