Más aún, diversos analistas sugieren que en 2017 tampoco se observará un repunte mayor, con un crecimiento que difícilmente alcanzaría el 2,5%.
Apenas estamos terminando el primer tercio del año, pero ya parece bastante claro que 2016 será incluso peor que 2014 y 2015 en cuanto a actividad económica.
Sólo para poner lo anterior en perspectiva:
2014 y 2015 fueron años francamente mediocres en materia económica, con un crecimiento real en torno a 2%, una tasa de inversión que no logra repuntar y que ha llevado a que la razón inversión a PIB se encuentre en un nivel incompatible con altas tasas de crecimiento, inflación bastante por encima del rango meta del Banco Central -en sus medidas de tendencia lo que lo hace más preocupante-, y remuneraciones que prácticamente no crecen en términos reales. De cumplirse estos pronósticos, el trienio 2014-2016 sería el de menor expansión del producto desde comienzos de los 80.
Ahora bien, pese a que es claro que el actual Gobierno había olvidado la importancia y beneficios del crecimiento -impulsando reformas que han afectado nuestra estructura tributaria con incentivos al ahorro o desconocen la existencia de un mercado laboral que debe adaptarse al cambio tecnológico- el mensaje que dan los Ministerios de Hacienda y Economía con sus “22 Medidas para Impulsar la Productividad y Ampliar la Capacidad de Crecimiento de la Economía” es muy positivo, busca restablecer la errada orientación de las políticas y podría eventualmente mejorar las alicaídas confianzas tanto de consumidores como empresas.
En el plano internacional, el aumento de la volatilidad en los mercados bursátiles que marcó el comienzo del año se ha moderado bastante, los precios de los activos han repuntado, lo que ha llevado a que las bolsas recuperen o incluso superen los máximos de 2015.
Ahora bien, pese a que es claro que el actual Gobierno había olvidado la importancia y beneficios del crecimiento -impulsando reformas que han afectado nuestra estructura tributaria con incentivos al ahorro o desconocen la existencia de un mercado laboral que debe adaptarse al cambio tecnológico- el mensaje que dan los Ministerios de Hacienda y Economía con sus “22 Medidas para Impulsar la Productividad y Ampliar la Capacidad de Crecimiento de la Economía” es muy positivo, busca restablecer la errada orientación de las políticas y podría eventualmente mejorar las alicaídas confianzas tanto de consumidores como empresas.
A esto se suman las propuestas que recoge la Comisión Nacional de Productividad a partir de iniciativas pro productividad que no fueron completadas en los últimos tres gobiernos, y desde el mundo privado, el esfuerzo de la Confederación de la Producción y del Comercio, con sus más de 100 medidas.
Naturalmente no podemos pedirle a estos paquetes de medidas que reviertan la tendencia ni el impacto adverso ya causado, pero se valora poner en el debate el acento en el crecimiento de largoplazo, lo cual es esencial para enfrentar los desafíos políticos y sociales de mediano y largo plazo.
En el plano internacional, el aumento de la volatilidad en los mercados bursátiles que marcó el comienzo del año se ha moderado bastante, los precios de los activos han repuntado, lo que ha llevado a que las bolsas recuperen o incluso superen los máximos de 2015.
En general se aprecia un aumento del apetito por riesgo de los inversionistas, reflejado en una caída de los premios por riesgo, lo que hace más atractivos - al menos temporalmente- a los mercados emergentes, especialmente en un mundo donde las tasa de interés del mundo desarrollado siguen en niveles históricamente bajos.
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