Roberto Cóndor Rojas es uno de los grandes metas de la historia del fútbol chileno. Protagonista de algunos de instantes más brillantes del conjunto andino en los años ochenta, Rojas alcanzó una notable popularidad e incluso fue pretendido por equipos como Real y Atlético de Madrid. Su destacada actuación en la Copa América de 1987, en la que Chile fue subcampeón y vapuleó por cuatro a cero a Brasil, le elevaron a la élite. Fichado por el Sao Paulo, la carrera del Cóndor parecía ir viento en popa hasta que protagonizó uno de los mayores fraudes de la historia del fútbol.
Durante las eliminatorias de clasificación para el Mundial de 1990, Brasil y Chile midieron sus fuerzas en busca de una plaza en la cita transalpina. Los brasileños habían emprendido una transición deportiva desde la generación encabezada por Zico y Sócrates a la que tuvo a Romario y Bebeto como figuras más visibles. La Roja, por su parte, contaba con futbolistas de calidad como Pato Yánez, Coque Contreras, Astengo o el propio Rojas. El encuentro se disputó en Maracana y todo transcurría con normalidad hasta el minuto 68. Brasil ganaba por uno a cero cuando una bengala cayó al césped. Las miradas se giraron hacia el meta chileno. Rojas estaba tendido en el suelo y sangraba de la frente.
Los momentos de histeria se sucedieron entre los miembros de la expedición chilena. Pato Yánez se encaró con la grada y mostró su enfado agarrando sus genitales. Un gesto que la cultura popular chilena ya ha adoptado como «hacer la patoyánez». El capitán Astengo invitaba a sus compañeros a abandonar al campo debido a la «falta de seguridad y garantías» a la que se enfrentaban. Al tiempo, la policía brasileña detuvo en la grada a Rosemery Mello, la persona que presuntamente había lanzado la bengala. Se desconoce su verdadera autoría, pero lo cierto es que Mello alcanzó gran popularidad en Brasil. Conocida como «La fogueteira», llegó a cobrar 40.000 dólares de la época tras posar desnuda en «Playboy».
La crudeza de las imágenes causó conmoción. Hubo peticiones de sanción para la selecçao, se instó a disputar el partido en campo neutral, ultras apedrearon la embajada de Brasil en Santiago y 8.000 personas recibieron a la selección chilena en el aeropuerto. Sin embargo, apenas ocho días después, la FIFA dictaminó que la retirada de La Roja fue «injustificada» y dio la victoria a la canarinha. Junto a ello, el Sao Paulo despidió al Cóndor.
Las pruebas iban saliendo a la luz. Fotos en las que se veía caer una bengala cerca de Rojas pero sin impactar contra él. Dichas imágenes fueron la clave para destapar la trama. En octubre, el meta chileno siguió afirmando que recibió el golpe de una bengala. Un mes después, en cambió, señaló que el corte en la frente pudo haber sido fruto de su choque contra el suelo.
Nada más lejos de la realidad. La FIFA le sancionó a perpetuidad y sentenció que Rojas se había autolesionado. Así fue. El protagonista lo reconoció 10 años después. «Me corté con una Gillette y la farsa se descubrió. Fue un corte a mi dignidad. Tuve problemas en mi casa con mi mujer, mis compañeros me dieron la espalda... Si yo hubiera sido argentino, uruguayo o brasileño no estaría suspendido, pero como soy chileno no me dieron la posibilidad de reivindicarme». No fue el único castigado. El capitán Astengo fue inhabilitado por cinco años y varios miembros del equipo técnico también fueron sancionados. Además, la Federación Chilena quedó imposibilitada para disputar las eliminatorias de clasificación para el Mundial de 1994, que se disputó en Estados Unidos.
Ahora, 20 años después de aquel infame engaño, La Roja vive un momento sumamente dulce en lo futbolístico. De la mano de Marcelo Bielsa, los andinos están a un paso de alcanzar por méritos propios un billete para el Mundial de Sudáfrica. Con futbolistas del talento de Alexis «El Niño Maravilla» Sánchez, Valdivia, Mati Fernández, Mark González, Jara, Carmona, Orellana, Beausejour o el realista Claudio Bravo, Chile apenas necesita seis puntos para certificar su pase a la Copa del Mundo. Sus primeras opciones llegarán los días 5 y 8 de setiembre. Primero ante Venezuela en Santiago y, después en Salvador de Bahía ante Brasil. Una preciosa oportunidad para tratar de borrar la vergüenza de hace dos décadas y, de paso, retornar de forma matemática a un Mundial doce años después de su última participación.
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