A cuarenta y nueve años del golpe de Estado contra Allende, un libro reúne extractos de un informe que reveló atrocidades de la dictadura chilena.
La policía chilena dispara gases lacrimógenos a los manifestantes que se oponen a la dictadura de Pinochet, 18 de noviembre de 1983.
Casi todas las mujeres que han sido torturadas en Chile desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, hace exactamente 49 años, también han sufrido violencia sexual, sin importar la edad. Al menos 316 fueron violadas, incluidas 11 que estaban embarazadas. Del total de víctimas que declararon entre 2003 y 2004 en la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, el 12,5% fueron mujeres (3.399). De éstas, 229 esperaban un hijo y algunas lo perdieron; otras dieron a luz después de haber sido violadas por sus torturadores, y muchas sufrieron torturas sexuales complejas y recurrentes que incluyeron agresiones físicas y humillaciones frente a sus padres y hermanos.
“Según los testimonios, las violaciones heterosexuales y homosexuales se cometieron individual o colectivamente. En algunos casos, también se denunció que esta violación se produjo frente a familiares, como una forma de obligarlos a hablar”, señala el informe de la comisión, fechado hace 15 años, ahora recordado en el libro Así se Torturó en Chile. (1973).-1990), del periodista Daniel Hopenhayn, que reúne las partes principales del documento y explica los antecedentes históricos de la tortura practicada en Chile durante los 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet.
“La violencia sexual contra las mujeres fue furiosa, desequilibrada”, dice Hopenhayn. “Sencillamente hay escenas inexplicables que desbordan nuestra imaginación sobre la condición humana”, agrega el periodista, quien considera que el Informe Valech, como se conoció el texto escrito por el obispo Sergio Valech, quien presidió la comisión, “es un extraordinario documento histórico , que también está muy bien escrito.” “Pero su propio agotamiento -tiene más de 500 páginas- ha limitado su número de lectores, relegándolo a un estado de catatau institucional”. El autor dice que, 15 años después de su publicación original, se consideró que “era un buen momento para publicar en un formato más accesible los pasajes más importantes para proteger no solo del olvido, sino incluso de la inercia de un funcionario”. memoria".
Una mujer que fue detenida en 1974 en la capital chilena y pasó dos años en prisión sin ningún juicio relató que “por la violación cometida por los torturadores quedé embarazada y aborté en la cárcel”. “Sufrí descargas eléctricas, me colgaron, me pusieron palo de guacamayo, “submarinos” [amenaza de ahogamiento], simulacro de balazos, quemaduras con cigarro. Me obligaron a tomar drogas, sufrí violación y acoso sexual con perros, la introducción de ratas vivas por la vagina y por todo el cuerpo”, detalló la víctima. El relato de la mujer ante la comisión, reproducido en Así se Torturó en Chile, es desgarrador: “Fui obligada a tener relaciones sexuales con mi padre y mi hermano que estaban detenidos. También para ver y escuchar las torturas de mi hermano y padre. Me pusieron en la parrilla, me cortaron el vientre con un machete. Yo tenía 25 años”.
Miembros de las Fuerzas Armadas y agentes secretos de la dictadura de Pinochet actuaron sin sombra de humanidad. Un estudiante de 14 años, detenido en 1973 en la región del Maule (sur), fue obligado a practicar sexo oral a tres militares. “No sé quiénes eran ni cómo eran, porque estaban encapuchados. Todo lo que sé es que mi vida nunca volverá a ser como antes”, dice su declaración reproducida en el libro.
Capa de 'Assim se torturou no Chile'
Una niña de 16 años habría vivido un infierno en un recinto de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), que funcionó entre 1974 y 1977: “Me violaron, me pusieron cadenas, me quemaron con cigarrillos, me dieron chupetones, me pusieron ratas (…) . Me ataron a una camilla donde perros entrenados me violaron”. También en la DINA, en Santiago, una joven de 17 años fue violada repetidamente y sufrió quemaduras en el útero: “Viví sesiones de tortura y masturbación por parte de los encargados del recinto”.
Violada y EmbarazadaLa Comisión recopiló testimonios de 20 mujeres que, producto de la tortura, perdieron sus embarazos. “Después de 30 años, sigo llorando”, denunció una chilena que estaba embarazada de tres meses cuando un dirigente sindical la obligó a violarla y la ataron con una cadena alrededor del pecho, la garganta, el vientre y las piernas. Ocurrió en la región de Puerto Montt, 1.000 kilómetros al sur de Santiago. Los hijos e hijas de mujeres embarazadas que fueron torturadas también tuvieron consecuencias imborrables: “Mi infancia fue una vida llena de tristeza, trauma y depresión por el daño emocional de mis padres, que resultó en el fin de su matrimonio”, dijo una mujer. quién era en el vientre de su madre, embarazada de cinco meses, cuando fue detenida y torturada en 1975 en la capital del país.
Hubo 15 reclusas que tuvieron a sus bebés en prisión. En el Informe Valech, las mujeres que fueron violadas dicen que quedaron embarazadas. Muchas de ellas abortaron espontáneamente o provocadas. Otros tuvieron estos niños. Una mujer chilena de 29 años —hija de una detenida de 15 años que fue violada por su torturador— relató: “Represento la prueba explícita, represento el dolor más fuerte que experimentó mi madre en su vida…”. “Después de que me dijeron, comencé a beber, bebí todo el fin de semana, en secreto. Así que siento que tengo muchas lagunas en mi adolescencia”, dijo. “Siento que los niños nacidos como yo fuimos tan prisioneros y torturados como los que fueron encarcelados”.
Había algunos lugares de tortura especialmente enfocada a la violencia sexual. Como Venda Sexy y La Discotéque, centro de la DINA que operaba en la capital. “Había música de fondo permanente, a volumen alto […]. En este recinto se practicaba con especial énfasis la tortura sexual. Eran frecuentes las humillaciones y violaciones sexuales de hombres y mujeres, para lo cual también utilizaban un perro adiestrado”, dice el libro. Las víctimas de violencia sexual, en su mayoría mujeres, pero también hombres, han tenido que enfrentar consecuencias emocionales y físicas que son imposibles de borrar.
Para Hopenhayn, “cuando miras estos relatos, te das cuenta de que una sociedad no puede saber que torturó si no sabe cómo torturó”. “No se trata de pensar dos veces en volver a torturar, porque entonces terminarás torturando. Se trata de aborrecerlo solo de pensarlo”, analiza el periodista chileno.
Informe Valech: “Único en su género”
R. M.
El libro de Daniel Hopenhayn se centra en los métodos que utilizó la dictadura para torturar, con qué objetivos específicos, cómo se elegían las víctimas y en virtud de qué política institucional. Así se Torturó en Chile explica, además, que la elección de los métodos de tortura no fue casual.
“Muchos de estos métodos de tortura se remontan a la antigua Grecia, pero los aplicados en Chile provienen del manual de guerra antiterrorista que el ejército francés elaboró en la década de 1950 —tras ser derrotado por el Viet Minh en la guerra de Indochina— y que Debutó en la Batalla de Argel (1957)”, dice el periodista chileno.
“De allí surgió lo que en América Latina se llamó la Doctrina de la Seguridad Nacional˜. Hopenhayn dice que en la década de 1960 estas técnicas de tortura fueron enseñadas en las academias militares estadounidenses por soldados franceses que habían servido en Argelia. Y luego “pasó a los ejércitos latinoamericanos con el objetivo de impedir una insurrección comunista en la región”, dice.
Para el autor, el informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, conformada en el gobierno del socialista Ricardo Lagos (2000-2006), es “único en su género”. “Durante el siglo XX hubo decenas de países cuyos estados hicieron de la tortura una política pública, pero creo que ninguno hizo un esfuerzo de esta magnitud por reconstruir los hechos”. De ahí que, según el periodista, el resultado no sólo sea crucial para la memoria histórica de Chile, sino de interés para todo aquel que quiera comprender la adopción institucional, territorial y social de una política sistemática de tortura.
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