Manifestantes protestan por el fin de la dictadura chilena en la Avenida Perú de la capital Santiago, en agosto de 1987 (Foto: Flickr/Paulo Slachevsky)
Según Vivanco, los discursos ofensivos deben combatirse con “palabras y no con sanciones penales”. La organización recomienda que el Senado chileno rechace la propuesta.
Si bien Chile quiere preservar la comprensión pública de los abusos cometidos durante la dictadura, la criminalización no es la mejor salida, dijo Vivanco.
“Las leyes que criminalizan el discurso corren el riesgo de convertir a sus objetivos en víctimas y llamar aún más la atención sobre sus ideas”, señaló.
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