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2022/02/25

( Um Poco de Memoria) “El Cóndor sigue volando”, dice responsable de revelar archivos de dictadura


La Operación Cóndor se preparó inicialmente en Brasil, se formalizó en Chile y “sigue volando”. Esta es la evaluación de Martín Almada, responsable de descubrir los “Archivos del Terror” de la dictadura de Alfredo Stroessner, quien gobernó Paraguay entre 1954 y 1989. Para el especialista, es necesario detener el golpe de Estado en Brasil y Venezuela por el “ cóndor deja de volar”.

Martín Almada


En una entrevista con la prensa el 27 de mayo –cuando la justicia argentina volvió a condenar a prisión al último dictador del país, Reynaldo Bignone, y a otros 15 oficiales acusados ​​de participar en la Operación Cóndor–, Almada habla de la “hazaña histórica” que es condenar a estos agentes de las dictaduras.


“¿Qué nos preocupa? la impunidad ¿Qué significa impunidad? No castigar y, al no castigar, se produce más corrupción y más represión. Ambos, más corrupción y más represión”, comentó sobre la decisión -“una hazaña histórica”- la activista, quien no dejó de criticar la postura del poder judicial en países donde hubo dictaduras militares. Para Almada, la sentencia podría representar “una explosión de memoria que afectará a toda América Latina. Y ojalá Brasil”.

“Necesitamos justicia para actuar. Hay que despertar del olvido, organizar y movilizar a los despiertos”, dice. La sentencia condenó a los oficiales por los delitos imprescriptibles de lesa humanidad, asociación ilícita en secuestro, tortura y desaparición forzada de opositores, y fue difundida en las embajadas argentinas de Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Paraguay.


Almada, quien es profesor de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), dice que la Operación Cóndor estuvo compuesta por dos movimientos distintos: “uno lento, pacífico”, que se desarrolló en Brasil, Paraguay y Bolivia, donde la izquierda estaba ya derrotado; otra, “urgente, rápida, salvaje y criminal”, en Argentina, Uruguay y Chile, donde hubo, además de organización y movilización popular, un presidente socialista, Salvador Allende, derrocado por un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973.


Todo empieza en brasil


Según el investigador, en Brasil hubo una fase pre-Cóndor, creada con la preparación del golpe de Estado de 1964 contra João Goulart. La operación propiamente dicha se formalizó en Chile, el 25 de noviembre de 1975, y hoy ha tomado el rostro de un fenómeno globalizado.


“Condor sigue volando”, dice. Y recuerda las situaciones políticas actuales de Brasil y Venezuela. “Dilma fue víctima de tortura en su juventud y ahora sigue siendo víctima de Cóndor. Y hay que ayudar a Dilma, porque ella no cometió un delito [de responsabilidad]. ella es inocente Defiende a Dilma y a Maduro, pero para eso hay que decirle en voz alta al Cóndor: deja de volar”.


Para Almada, la política estadounidense ahora quiere “recuperar el tiempo perdido” frente a los gobiernos de izquierda que dominaron América Latina en la última década. “La presencia de este juicio y de esta Justicia argentina demuestran que América Latina recuperará su libertad”, cree.


“Terrorista intelectual”


Almada fue secuestrado por policías paraguayos en noviembre de 1974 cuando se desempeñaba como director del Instituto Juan Bautista Alberdi en San Lorenzo. Allí, junto a su esposa Celestina Pérez, desarrolló experiencias cooperativas de autogestión social y pedagógica, inspiradas en la “Pedagogía del Oprimido” de Paulo Freire.


La acusación de la dictadura de Stroessner era que Almada era un “terrorista intelectual” y había provocado la “subversión mental” de los jóvenes estudiantes. Luego de defender el doctorado “Paraguay: Educación y Dependencia” en la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, Martín Almada fue nuevamente detenido a su regreso a Paraguay en 1974.


Torturado por un equipo internacional de civiles y militares, con presencia de argentinos y chilenos, bajo el mando paraguayo del Jefe de Investigaciones Pastor Coronel, Almada fue cuestionado sobre su tesis y sus conexiones internacionales con “subversivos”.


“Mi tesis doctoral también me costó la muerte de mi esposa Celestina Pérez, la confiscación de nuestras propiedades, torturas, mil días en las cárceles de Stroessner y otros diez años de exilio. Los dos fuimos víctimas del Cóndor”, dice. Aterrorizada diariamente por las llamadas telefónicas realizadas durante las sesiones de tortura de su esposo, Celestina Pérez sufrió un infarto.

El aparato policial-militar trató de convencer a Almada, aún en prisión, de que se trataba de un caso de suicidio. Desde entonces, Almada comenzó a tratar de averiguar las circunstancias y los responsables del asesinato de su compañera y por qué soldados extranjeros lo habían torturado en su propio país.

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