Teniendo como fondo los combates entre tropas rusas y ucranianas (lo que sería igual decir entre Rusia y Estados Unidos junto con la OTAN), definir el estado de situación del imperialismo resulta, en este tiempo de confusiones creadas a propósito, un asunto de primer orden para la acción revolucionaria.
En una primera instancia, habría que revisar cuánto de los aportes teóricos históricos sobre este tema mantiene su vigencia. Luego está el hecho cierto que el imperialismo ya no se expresa únicamente por la vía de las armas. Ahora practica otros métodos con la misma finalidad: subordinar las soberanías nacionales a su influjo y normas. Ambas cosas tienen en común el papel hegemónico ejercido por Estados Unidos, principalmente luego de eclosionar la Unión Soviética, quedando entonces como la única potencia dominante del planeta. Sin embargo, en el presente siglo, el surgimiento de un mundo multipolar, con Rusia y China convertidas en potencias rivales de Estados Unidos, requiere de algo más que una simple definición de lo que es y representa el imperialismo.
Asociado a ello, debe considerarse el impacto causado por el capitalismo neoliberal en las diversas naciones donde actúa; sin que tal nomenclatura sea una exclusividad de Estados Unidos o Europa occidental, lo que podría extenderse, con sus variantes, a China y Rusia. Así, la situación de guerra creada en Ucrania podría responder a estas dos realidades más que a una simple defensa de la soberanía de este país o de quienes se identifican cultural y étnicamente con los rusos. Hay que ver, en principio, un choque de potencias en que, cada una a su modo, buscan prevalecer en el escenario mundial. Y esto, en último caso, se relaciona con el afán de controlar territorios, mercados y economías, al igual que sucediera durante las primeras décadas del siglo pasado, desencandenándose los dos grandes conflictos bélicos que sacudieron a la humanidad.
No obstante, no podría obviarse la crisis estructural que afecta las relaciones sociales capitalistas, a la que se unió la pandemia del Covid-19, justamente cuando muchos pronósticos advertían que ocurriría un largo período recesivo de la economía a escala mundial; lo que complica que exista una posibilidad inmediata de un nuevo periodo expansivo económico, estable y con altas tasas de rentabilidad, como lo anhelan aquellos que controlan el mercado capitalista, especialmente quienes integran la fracción del capitalismo financiero. Cualquier tipo de estudio que se haga respecto a si es o no pertinente hablar de imperalismo en la época actual no podrá eludir la realidad de que se está en presencia, desde hace varios años, de una guerra comercial y geopolítica. Por eso, no puede discriminarse ningún elemento o aspecto que contribuya a determinar qué es el imperialismo y cuánta vigencia tiene en el presente; todo desde una perspectiva de totalidad, siendo que se habla de una multidimensionalidad de la crisis que envuelve al modelo civilizatorio imperante.
Los puntos de no retorno que todo lo anterior podría producir no deja de preocupar a muchos. El sistema de alianzas subalternas que logró establecer Estados Unidos por más de cincuenta años está siendo sometido a prueba frente a Rusia, lo que también podría suceder frente a China. Las medidas comerciales, tecnológicas y monetarias, a las que se agregan las militares, están creando más problemas que soluciones. Esto nos obliga a comprender que «el uso contemporáneo del término imperialismo -en afirmación de Claudio Katz- sólo tiene sentido para aquellas potencias que actúan bajo el mandato del capital. No se aplica a situaciones ajenas a ese principio». Teniendo esto presente, se podría explicar el por qué no debe soslayarse la vigencia y las acciones del imperialismo, dadas sus repercusiones en el destino de la Tierra.
Por Homar Garcés
Fuentes: Rebelión
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